Me dejaste...nunca regresaste.
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Sentí el penetrante olor a alcohol invadir mis fosas nasales. Abrí los ojos de golpe y ahí estaba, frente a mí, el mayor de los fantasmas de mi pasado: mi padre, con una mirada fría que me heló la sangre.
- Qué bueno que despiertas, el jefe me hubiera matado si no despertabas - dijo el moreno que me miraba aliviado. Lo miré con seriedad, mi corazón se encontraba latiendo descontrolado.
- ¿Tú también lo ves? - pregunté con confusión, señalando débilmente con un dedo tembloroso al que se suponía era mi padre.
- Hola, Jeaneth - dijo mi padre, interrumpiendo el aire denso de la habitación. Sus palabras fueron un eco familiar que me desarmó.
- No... no eres tú - repliqué, sintiendo las lágrimas asomarse. Él se acercó, extendiéndome la mano, ayudándome a ponerme de pie.
- Soy yo, Jean - dijo, y en ese instante, salté a sus brazos. Era él: lo sabía por su aroma, su voz, esto era todo lo que había alguna vez anhelado.
- ¿Por qué no regresaste? ¿Por qué? - pregunté, entre sollozos, mientras él me soltaba y tomaba mis hombros con firmeza, mirándome a los ojos.
- Escucha, aquí no podemos hablar, Jeaneth - dijo con seriedad. Miré a mi alrededor; la gente nos observaba, sus murmullos resonando en la habitación.
- Te llevaré a casa - anunció, y la confusión se apoderó de mí.
- ¿A casa? - pregunté, incapaz de procesar lo que decía. Él asintió y tomó mi brazo, guiándome fuera del edificio. Sacó un teléfono portátil y marcó un número.
- Wopper, ven por mí - dijo sin preámbulos, colgando con un gesto decidido. Me miró, su expresión era inquebrantable - ¿Estás bien? ¿Alguien te ha hecho algo? - preguntó, con su voz grave y preocupante. Negué con la cabeza, aún aturdida.
- No nada, estoy bien, papá. Pero ¿a dónde vamos? - indagué, sintiendo que la ansiedad se apoderaba de mí.
- A casa - repitió, y suspiró con resignación mientras el auto llegaba. Era el mismo coche que me había traído.
- Señor Willerstong - dijo el conductor, quien bajó del auto. Así que su nombre era Wopper.
- Wopper, llévanos a casa - ordenó mi padre, manteniendo su expresión seria. Me dejó entrar primero y luego se subió.
- ¿Qué pasa? ¿A dónde vamos? - pregunté, sin poder contenerme. Este me ignoro y miró de reojo al chofer.
- ¿Te asignaron a ella? - preguntó de repente, su tono abrupto sorprendiendo a Wopper, que asintió sin apartar la vista del camino.
- Si, él tenía que venir por mí más tarde - repliqué, con un leve tono de reproche. Mi padre suspiró, como si el peso de la situación lo oprimiera.
- Así es el jefe me dio la orden de traerla y llevarla a donde quisiera. Sabía que su apellido no era casualidad - dijo Wopper, el conductor, mientras maniobraba por las calles.
- Llegaremos pronto. Te lo explicaré todo en casa - intervino mi padre, tomando mi mano con un gesto reconfortante. Asentí levemente, mirando por la ventana. Los edificios y casas que pasábamos eran modernos y lujosos.
El auto frenó ante una imponente casa oscura, y mi padre fue el primero en bajar.
- Regresaré a las 4 por ella, para que el jefe no sospeche - anunció Wopper, pero mi padre lo detuvo.
- Por favor, llama al joven Langley en el camino. Lo necesito aquí - ordenó, y Wopper asintió, subiendo de nuevo al auto antes de arrancar y desaparecer de la vista.

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♱ SINGULAR: La Elite
FantasíaSer singular en este mundo era un privilegio codiciado, un billete dorado que conducía a la exclusiva Elite de Londres. Aquellos que eran elegidos disfrutaban de vidas deslumbrantes y llenas de éxito, pero había un oscuro secreto: una vez cruzaban l...