DESDE EL CIELO, A LA GUERRA. ALMAS LLENAS DE FURIA, TRUENOS Y GLORIA. ESPADAS EN EL VIENTOCRUZANDO EL CIELO. LOS SEÑORES DEL ABISMO DARÁN UN FIN A SU ESCORIA.
Estaban a pocos kilómetros de la frontera con Francia, en un pequeño pueblo de Huesca llamado Torla, un pueblo prácticamente rodeado por los Pirineos. La humedad del ambiente, el ecosistema y la desaparecida acción de hombre habían creado un paisaje con cierto aire paranormal: Numerosas plantas habían crecido por la carretera y la acera, algunos árboles comenzaban a engullir edificios y algunos coches se habían convertido en gigantes maceteros donde crecían plantas a punto de florecer para el invierno que se acercaba.
Hacía un clima soleado, pero muy frío, cerca de los cero grados. Debido a la cercanía del invierno y la diferencia de calor que hay entre el norte y el sur de España, todo el grupo; Ana, Mario, Víctor, Iara, Nayla, Luis y Nacho; habían sustituido gran parte de su ropa por camisetas y pantalones térmicos. (Los cuales se ajustaban bastante, pero eran lo suficientemente finos para luchar bien.) y la moto de Mario reemplazada por una Kawasaki z750, bastante similar a su antigua Ninja.
Aún así, Nacho no renunció a su gabardina negra y parte del destrozado kimono de Mario había sido sustituido por un Haori negro.
Nacho estaba dentro de una tienda de todo a cien, dijo que quería coger algo antes de entrar a Francia. Salió a los pocos minutos con un bastón de peregrino y algo guardado en una bolsa.
-¿Qué nos traes?- Preguntó Luis.
-Lo veréis cuando estemos en la frontera.- Contestó.
Condujeron unos veinte minutos hasta llegar a un cartel que daba la bienvenida a Francia. Nacho se bajó de la moto y sacó lo que llevaba en la bolsa, era una bandera de España y la ató al bastón mientras pronunciaba estas palabras con una gran voz.
-¡Yo, conquisto esta tierra en nombre de sus majestades los Reyes Católicos por la gracia de Dios!- Recordaba mucho a Cristóbal Colón en la conquista de América.
Nadie pudo evitar reírse ante una acción tan estúpida, hasta Nacho se rió de él mismo.
-¿Tanta parafernalia para eso?- Preguntó Iara mientras se frotaba las manos para calentarse.
-Poco a poco dominamos el mundo. Antes de que los rusos se den cuenta, ya les hemos robado el país.-
-Ten los huevos de ir allí ahora que está entrando el invierno.- Añadió Luis.
-En fin, fuera discusiones.- Interrumpió Mario. –Kesagiri nos indicó mucho más al norte. Tenemos que continuar.-
-¿Hacemos parada en Toulouse?- Añadió Ana. –Dicen que el centro es muy bonito.-
-Vale, de todas formas estos días anochece pronto y no me gusta ir por ahí de noche. Los demonios estarán enfadados- Dijo Víctor mientras avanzaba con el pie un par de metros encima de su moto.
Llegaron a la ciudad de Toulouse en tres horas. La vista de la ciudad al horizonte se mezclaba con las luces anaranjadas del atardecer.
La ciudad tenía las calles anchas y enrevesadas, los edificios altos y, en su mayoría, de ladrillo, el enorme río Garona daba un aire de fantasía cada vez que se pasaba por uno de sus grandes puentes.
A la noria de de Port Viguerie le habían crecido plantas dando un aire de dejadez y soledad antinatural.
Tras buscar alojamiento unos cuantos minutos, se decidieron por una gran casa de dos pisos a orillas del Garona. El interior estaba decorado de forma muy exquisita, llena de cuadros, pequeñas estatuas y muebles caros.
-¿Por cuánto saldría una casa como esta?- Preguntó Luis tras soltar un grito de admiración.
-Creo que unos…- Comenzó a decir Nacho. –Muchos euros.-
-Tu capacidad tasadora brilla por su ausencia.- Le dijo Iara.
Él asintió orgulloso.
Pasaron las horas, anocheció completamente a las siete de la tarde. El río reflejaba la luna creciente y las estrellas eran muy visibles. Fuera hacía mucho frío, pero por suerte aún funcionaba la red eléctrica dentro de la casa y pudieron enchufar varias estufas eléctricas,
-Joder… -Dijo Luis tiritando. –Esta casa está más fría que el sobaco de un muerto.-
-¿Has estado pensando ese chiste toda la tarde?- Le preguntó Nacho.
-Más o menos tres horas.- Le respondió.
-¿Por qué dices eso?- le preguntó Nayla a Luis.
-¿El qué?-
-Lo del sobaco de un muerto.-
-Ah. Es que, cuando una persona muere, su cuerpo se queda muy frío.-
-Vale, ya lo entiendo.-
-Aún hay muchas cosas que no sabes de este mundo.- Le dijo Víctor mientras ponía una manta en el sofá.
-¿Y tú me las puedes enseñar?-
-Hmmm… ¿Quieres que te enseñe a leer?-
-¡Sí, por favor!- Exclamó dando saltos de alegría
-Perfecto, porque ya había cogido un cuaderno de aprendizaje en Torla.- Contestó sacando un pequeño cuaderno para aprender a leer.
Nayla se acercó rápidamente a él acurrucándose en la manta para coger calor.
Ana y Mario estaban en el piso bajo en una de las habitaciones. Esta tenía una sola cama y las paredes estaban vacías de adornos.
La luz de la Luna entraba sutilmente por la ventana y se reflejaba en las blancas paredes dando una pequeña luminosidad a la habitación.
Ana le agarró las dos manos fuertemente a Mario a la altura de su pecho.
-Cuando el anillo se me apagó…-Comenzó a decir con cierto aire de tristeza. –Pensé que no podía ser posible. Pensé que era imposible que tú incumplieras una promesa, sólo quería morirme.-
-No digas eso.- Le respondió él mientras le acariciaba el cabello con gran dulzura. -Si hubiera muerto, habría sido para protegerte. Me sacrificaría por ti cientos de veces.-
-Pero…yo no podría estar sin ti. Tú eres quien me dio los ánimos para seguir luchando desde el primer día que empezó todo.- Ella deslizó su mano suavemente por el Haori de Mario hasta rozar con la punta de los dedos la enorme cicatriz que le atravesaba en diagonal todo el torso. –Realmente, eres la persona más valiente que conozco.-
Ana alzó la mirada y sus ojos claros se cruzaron con los pardos ojos de Mario. Poco a poco, sus labios comenzaron a acercarse mientras levemente cerraban los ojos. Sus labios chocaron y comenzaron a besarse con tal pasión que hasta la Luna se derretiría.
-¡Parejita!- Se escuchó la voz de Nacho desde el segundo piso junto a unos grandes pisotones. – Vamos a cenar en breves, dejad de hacer… cosas.-
-Un día de estos me lo cargo…- Masculló Mario.
-Cálmate.- Le dijo Ana. –No lo hará con mala intención.-
-He estado en su clase desde críos junto con Luis e Iara, puede ser un cabrón bastante gordo.-
-¡Que estas paredes son muy delgadas!- Exclamó Nacho desde arriba.
-¡O a lo mejor eres tú que está pegando el oído a suelo!-
-Eso no te lo voy a negar. Ahora subid.-
Ana y Mario subieron y juntos todos cenaron una sopa de verduras congeladas que pedía a gritos algo de pan para rebañar y se fueron a dormir.
Mañana continuarían el camino

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2. Camino del guerrero
ActionContinuación de "Camino de los espíritus" (Esta historia se centrará en Luis y Víctor)