Ruedan las gotas por los falsos ladrillos de cemento restaurado, viajan a las transparencias de cristal, queriendo entrar al gigante que esconde la hostia sagrada sin conseguirlo, a las gotas no les queda más que caer en el mosaico de gravilla, resguardarse entre las palmas y macondas, hacer llorar al doctor Marceliano y sudar al general Santander, y resignarse, porque a esa hora solo habitaban fantasmas de guerras pasadas, pues las únicas personas yacían corriendo para huir del resfriado que esa misma agua ha de causar. Ya hacía las 12 se escuchan las campanas del mismo gigante colonial, hay sombrillas que debajo ocultan al que habla, al que oye, al chisme que vuela de la señora que cambia obleas por monedas; se oye el chillido del carro de aquella persona enojada porque el bus no avanza justo frente a la esquina de la nueva Pascasia, bohemes sus relatos y sus cuadros, al igual que el lugar mismo y su embriagador olor, propiciados por granos de café traídos desde allá arriba, desde el Jardín, Jardín de plantas y flores, como el de Doña Nury, que justamente hoy no está ¿En qué paraje del centro se podría hallar vendiendo la tierna señora de las mejores y más sanas flores de la Plazuela San Ignacio? Hoy solo dan color las hojas moradas y amarillas que acompañan y juzgan los partidos de ajedrez, mientras aquel con cabello blanco como el peón que lleva en su mano le pregunta a su contrincante si hoy también se quedarán hasta el amanecer, éste le responde que tal vez, entre tanto pasa frente a su nariz el humo de aquel cilindro matador con nicotina y alquitrán en su interior, alejándose junto a su portador, un señor en peripecia carente de prendas, que al igual que muchos otros ya han transformado este lugar en su hogar, mientras se marcha se ve un balón pasar por sus pies, detrás del mismo corre una pequeña criatura intentando atraparlo, y junto a ella su madre, su hermana o quizá la tía, y así como ellas, muchos más, que deciden salir de su encierro y vivir los sábados sin oficinas alrededor de la música de ésta mohosa plaza, que ofrece belleza a todo aquel que sepa buscarla.