Mirar Desde la Pared

6 2 0
                                    

Yo la veía, la veía siempre, hasta que decidió borrarme, él único día que se percató de mi existencia, ese día decidió matarme. Ella se levantaba en las mañanas, pero no del todo, se quedaba entre las sábanas con los ojos entrecerrados tratando de comprender las palabras que brotaban de una persona que parecía explicar algo importante detrás de la pantalla de un aparato que sostenía con firmeza en su mano, al cabo de unos minutos ya no se veía la persona en la pantalla, había pasado la página, pero aún así conseguía escuchar su voz, y así casi todas las mañanas. Luego de haber escuchado y visto a personas distintas durante la primera parte del día, ella se iba, volvía, se iba, volvía ¿Por qué me dejaba tan sola? Bueno, no estaba realmente sola, podía ver a todos pasar frente de mi, estaban cerca, pero a la vez lejos, no tenían un mínimo de consideración con al menos dedicarme los buenos días, pero no había nada que hacer. Ella venía siempre y se sentaba en el rectángulo alcochado que se hallaba frente a mí, allí comía, allí charlaba, allí reía, allí se maquillaba, allí discutía, allí se peinaba, allí se vestía, allí pintaba, allí cantaba, allí lloraba, allí dibujaba, allí leía, y los días pasaban y allí se quedaba. Y yo la veía quedarse allí, intentando comprender el por qué de sus repetitivos pero simples movimientos, quizá era un robot y no un humano como me habían hecho creer. Un día me levantó con agua fría, me cayó encima ¡Así sin más! No respeta las siestas, no me lo esperaba, iba a quejarme pero ¡Pum! Otro baldado y jabón por mi cara ¿Qué carajos hacía ella? "¡Usted no sabe quién soy yo!" le grité, pero parecía no escucharme, a veces olvidaba que sólo era una mancha en la pared donde solía estar pegada su cama. Ese día limpió la pared, y la pintó de blanco, enterrando así lo que alguna vez fui.

Archivos en el AireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora