El repiqueo de sus tacones cada vez se hacen más presente en cuanto abre la puerta de su empresa. Todos, atemorizados como si fuese la misma miranda Presley en persona, corrieron de un lado a otro. Le temían, claramente le temían. Ella era considerada “la bruja de Blair” Y su apellido le hacia honor al título.
La mirada que dirigió a sus trabajadores, fue de total repugnancia y odio. Que tedioso era dirigir la empresa en donde trabajan tantos “animales” Como ella suele decirles. Odiaba hasta respirar el mismo aire que ellos. Pero agradecía poner el orden y que todos les respetasen. Si no fuera por ella, esa empresa pirámide de doméstico, artículos de casa, salud, rutina diaria. Claro, ella era la gran Bárbara Blair, hija de doña Eleonor, su protegida y heredera del Imperio Belanova.
Eleonor, siendo la dueña, no perdió un instante en adentrar a su hija como la vicepresidenta de su Imperio, admirada su desempeño y pensamiento similar a ella. Sus empleados debían ser igual, impecables, elegantes, y sobre todo… blancos. Si, para ellas tener una excelente imagen solo tenía que mantener esa regla fija.
Y su hija llevaba todo al pie de la letra.
Bárbara, haciendo acto de presencia siguió moviendo sus caderas al contoneo de su buen porte y caminar. Llevando un elegante traje blanco marca Prada, su saco por encima del top negro y su falda ajustada arriba de la cintura. Un bolso negro Gucci y tacones cerrados Prada.
Si, amaba vestir caro, gastaba todo su dinero para tener lo mejor y una perfecta presencia.
Su perfecto cabello ondulado se movía al caminar y todos los empleados la miraron con deseo y a la vez temor. Esa mujer era el mismísimo demonio en persona.
—Buenos días, jefa ¿cómo se siente? —preguntó su asistente, una chica de 25 años, rubia, perfecta igual que ella.
—A no te importa. Estoy cansada, espero que me hayas dejado todo en orden.
La chica nerviosa asintió con su mirada agachada. Bárbara se detuvo y le escaneó su vestimenta, no era de marca.
—¿Te pago para que vista como una pobretona? Ganas muy bien aquí, por lo tanto tienes que tener una perfecta presencia. ¿Qué dirán de mis los demás? Pensaran que estoy dándole asilo a los vagabundos y prostitutas callejeras.
La chica tembló temerosa, pero no podía llorar aunque quisiera, Bárbara odiaba ver a la gente tan patética y dramáticas.
—Si, jefa. Eh… quiero decirle que hoy le toca entrevistar a… a los posibles candidatos para el puesto de…
—Si, sí, la misma mierda, hoy toca emplear a los estúpidos aspirante al puesto del traicionero Davis, ¿cómo se atreve a irse a otra empresa? Él era el mejor como diseñador. Bah, lo odio.
La altanera Blair siguió caminando hasta llegar a su despacho, pero se detuvo tras mirar algo que sus ojos no pudieron obviar. Giró su rostro y allí estaban todos los posibles candidatos, pero una chica que revisaba su teléfono, le llamó su atención. Su cara cambió drásticamente y el enojo recogió sus venas.
—¿Qué hace una negra aquí? —preguntó en voz baja a su asistente Claudia. Ella temerosa miró a la chica.
—Jefa, sabe usted muy bien que no podía echarla, podría ser alguien encubierta haciéndole una prueba para saber si es real que aquí no se aceptan personas de color. Ya sabe usted que los rumores corren rápido y debemos evitar que el Imperio caiga por un comentario.
Eso amaba y odiaba de Claudia, que le recordara su trabajo, tenía que atender a todos los géneros y físicos posible, sin importar el color, aunque al final no los acepte en su trabajo.
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Corazón Oscuro
RomanceBarbara Blair fue criada en una familia racista, y desde pequeña sus padres le habían prohibido tener amigos negro o algún día enamorarse de uno. siempre la criaron como la niña perfecta, y hoy a sus 27 años sigue con las mismas enseñanzas que les...