Capítulo 3: La misión de Alejandro

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  - No entiendo, ¿qué pasó? – preguntó Alejandro mientras miraba de cerca a su hijo y a su nieta Melissa, la que no pudo conocer en vida pues un infarto fulminante lo arrebató de su hogar, hacia ya veinte años. Alejandro aparentaba unos 45 años, contextura gruesa y rollizo, de facciones amables y mirada cordial.

  - Empezó su despertar espiritual, será un camino lento y doloroso. Tendrás que ayudarlo a superar las pruebas que le vendrán. No va a ser fácil y tu vas a aprender en el proceso – le respondió Joseph, quien aparentaba unos treinta años. Irradiaba luz por todo su contorno, alto, esbelto, con rasgos muy masculinos y de agradable presencia. – mira con cautela como van a reaccionar nuestros hermanos ignorantes que aún se complacen en la maldad – concluyó.

  - ¿Ellos también vieron la mente de Roger? – Alejandro estaba aterrado ante la posibilidad y dirigió una mirada de desprecio, hacia las tres figuras oscuras que parloteaban al otro extremo de la sala en que Roger seguía jugando cariñosamente con el cabello dorado de Melissa.

  - No, ellos no pueden ver en la mente de las personas. Tu participaste de la regresión porque es importante que aprendas los conflictos en los que él va a vivir, para que lo ayudes a enfrentar lo que vendrá. Yo siempre estoy presente, aunque no me veas. Es importante que así sea, para continuar con tu crecimiento espiritual. Sólo tienes que llamarme si necesitas orientación.

  - Ven hija, revisemos tu cuaderno de tareas. Vamos al estudio. Trae todos los cuadernos para revisarlos. – Roger se había levantado y ahora caminaba de la mano con su niña, quien claramente no estaba muy contenta por el cambio de planes.

  - Es hora de divertirnos – exclamó Carlos, el más joven de los tres espíritus ensombrecidos. Aparentaba tener unos 16 años, bastante delgado y de baja estatura, lo que lo hacía ver un poco más joven de los años que debía tener al momento en que su cuerpo murió. Se dirigió hacia la niña y le dijo algo al oído.

  - Ven papí, bailemos – le dijo Melissa mientras tomaba a Roger de las dos manos y lo obligaba a dar círculos en torno suyo.

  - No Meli, ya conozco ese truco y no va a funcionar. Vamos a revisar las tareas y después si quieres podemos bailar un rato – Respondió Roger.

  - Tan aburrido – exclamó Carlos y se dejó caer en el piso a pensar que más hacer. Las otras dos sombras se rieron de él. Enseguida empezó a dar vueltas alrededor de ellos pensando que travesura podía hacerles.

  - Pero, ¿cómo lo voy a ayudar?, ¿qué debo hacer exactamente? – Alejandro se mostró preocupado; hasta ahora solo había estado siendo testigo del desarrollo del hogar de su hijo. Las palabras de Joseph le causaron un fuerte estremecimiento, pues ahora tenía una misión para la que no se sentía preparado.

  - No te angusties – le respondió Joseph – solo tienes que inspirarle fortaleza y neutralizar con tus buenos consejos lo que hagan los que se complacen en la maldad. Ellos no te pueden ver, aunque tu si los verás. Así como no me podrás ver aunque yo siempre estaré.

  - Perdona Joseph pero, ¿por qué simplemente no los expulsamos del hogar? Con eso evitamos los problemas que puedan ocasionar antes que se presenten.

  - Debemos respetar el libre albedrío de cada uno. Recuerda que este hogar es el de Roger y Daniela, si están acá es porque de alguna manera ellos los invitaron a entrar, así lo hayan hecho de manera inconsciente.

HashimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora