Estática.

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El frío me eriza la piel, pero no lo puedo sentir a pesar de el incesante temblor que recorre todo mi cuerpo. Es tan extraño este sentimiento que no soy capaz de definirlo utilizando una sola palabra.

Hay tantas cosas amontonadas en mi mente, pero no logro entenderlas, no las logro separar. Son como un puñado de garabatos sin sentido regados por todos lados, una estática molesta que no puedo apagar.

Clavo los ojos en el espejo, pero mi reflejo no me devuelve la mirada. Siento que estoy frente a un desconocido que no se tomará la molestia de ser algo más que eso por más intentos que haga para llamar su atención.

Todo se vuelve borroso y confuso. Hay una oscuridad que me absorbe, y no hay mucho que pueda hacer yo al respecto, pues al fin y al cabo, ¿quién soy yo?

Mi consciencia y mis sentidos terminan por desprenderse de mi cuerpo, esa prisión de carne que no quiero dejar por la simple razón de que es lo único que puedo tener bajo control. Le temo a la libertad porque se convierte en un infinito espacio en blanco en el que floto y me transformo en menos que nada, una nada que desconozco, una nada que obviamente tampoco puedo tener bajo control.

Un parpadeo me hace volver a la realidad entre jadeos, lágrimas que no vi resbalar, calidez que dejé de percibir y una duda que se quedó enterrada como una secuela.

¿Quién soy yo?

❀𝕰𝖘𝖈𝖗𝖎𝖙𝖔𝖘.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora