Capítulo 4

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A solo unos centímetros de mi cara, Raven separa los labios para decir algo. Aguanto la respiración con anticipación.

—Yo...

— ¡Hazlo!

— ¡Bésala!

— ¡Ese es nuestro Raven!

Raven y yo nos volvemos hacia un grupo de soldados vitoreando y aplaudiendo.

No necesito un espejo para darme cuenta de que mis mejillas están rojas como tomates.

—Parece que hemos atraído a una audiencia...

— ¿Y qué? Si ya estabas convencido de lo que ibas a hacer, lo harías de todas formas.

—Hmm.

Me quita los dedos de la barbilla y acomoda un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja.

—En otro momento.

—Raven, espera...

—No te preocupes. No te haré esperar mucho. ¿No tienen nada mejor que hacer? ¡Fuera de aquí!

— ¡Sí, señor!

—Yo también debería irme. Gracias por acompañarme.

—No hay problema. Gracias por la comida.

Raven se marcha y me doy cuenta de que todo mi cuerpo está tenso.

(¿Deberías permitir estas situaciones? ¿Dejar que me cause... estas sensaciones?)

(No sé qué pensar... No he pensado en la posibilidad de una relación desde que el mundo se fue al diablo...)

(Además... no creo que sienta nada por mí. Seguramente solo está agradecido por mi ayuda...)

(¡Ah! ¿Qué voy a hacer...?)

Sin dejar de pensar en eso, que solo puedo describir como una esperanza tonta, vuelvo a mi casa.

Días después

Unos días después, al terminar el día de entrenamiento, decido regresar a casa caminando.

(No he visto ni a Weber ni a Zero últimamente...)

La última vez que lo vi, no tenía nada para informarle a Jacob. Espero descubrir algo para la próxima vez...

(Esperaba que Weber estuviera aquí, donde lo conocí, pero... Un momento. Hay alguien ahí.)

Hay alguien acostado debajo del árbol que está en el centro del prado. Al acercarme, veo con claridad de quién se trata.

Zero s apoya contra el árbol, cubierto de sangre, con los ojos cerrados.

(¿Está herido?)

— ¿Qué te ha pasado? ¡¿Estás herido?!

Corro hacia Zero, cayendo de rodillas a su lado, Antes de que pueda examinarlo, agarra mi muñeca.

—Tócame y estás muerta.

Su tono gélido me paraliza por un momento.

—No quise asustarte.

— ¿Asustarme? Pude oír tus pasos a doscientos metros de aquí.

—Estás cubierto de sangre...

—Lo he notado.

— ¿De quién es esta sangre, Zero?

—Seguro te mueres de ganas de saberlo.

—Lo digo en serio. Necesito saber si te han...

— ¿Mordido? No te preocupes, ovejita. Es la sangre de los vivos, a quienes he liberado del dolor de la existencia.

Attack of the DeadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora