III

14 4 0
                                    

La primera noche de esta ultima semana te vi mirando por la ventana hacia el exterior, disté la vuelta, tenías la piel pálida, los ojos blanquecinos y opacos, te acercaste a mí, el miedo me invadió, tus manos heladas como el hielo acariciaron mi rostro, tus labios secos y agrietados me besaron la frente, tu voz sin brillo me dijo con serenidad —me has extrañado... ¿verdad? — yo asentí, te dirigí la mirada y tu cabello volvió a tornarse deslumbrante, tus ojos opacos regresaron a su tonalidad miel cristalina, tu piel recupero su tonalidad morena clara, tus labios secos y agrietados pasaron a ser los labios rosados, húmedos y suaves que probé en vida, al tocarme tus manos heladas recuperaron la calidez de la vida, caminaste a la ventana, asomaste la cabeza y miraste a la luna, al bajar la mirada solo me dirigiste la mirada y dijiste —se me acabo el tiempo, la hija de la luna me llama— ­­—¡Espera!— le respondí exaltado, te acercaste un poco a mí y preguntaste —¿Qué sucede cariño?— —Llévame contigo, por favor, quiero irme contigo— sonreíste, vi tus ojos iluminados, esperanzados y me dijiste —te prometo que vendré a por ti mañana... ponte tu mejor prenda— después te desvaneciste entre la oscuridad.

EL FANTASMA DE RAQUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora