La Resurrección

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El chasquido de su aparición hizo eco por todo el pueblo de Hogsmeade, aunque seguramente nadie lo había notado, pues era media noche y solo la luz de la luna iluminaba las casas.

Se camufló junto a unas paredes cerca de ella y caminó con pasos sigilosos hacia Hogwarts. Se habría ahorrado todo aquel camino que ya conocía bien desde que era una niña, pero lamentablemente en Hogwarts no se podía aparecer, así que ese era el lugar más cercano para hacerlo. No le costó mucho llegar a las afueras del colegio y entrar a los jardines de este.

Estaba ocupada pensando cuál era el mejor lugar para hacer todo aquello que tenía planeado, debía ser un lugar donde no hubiera nadie, o no fuera común que hubieran personas allí.

Era de noche, la mayoría de las aulas y pasillos de Hogwarts estaban vacíos y los prefectos habían terminado sus rondas probablemente. Pero necesitaba pensar en algo más que un pasillo o aula vacíos.

Los recuerdos de todos los años qué pasó allí la asaltaron, haciendo que recordara todas sus experiencias, sus momentos felices y tristes también. Hogwarts había tenido que ser remodelado, lo cual tardó un poco de tiempo, pero ahora ya todo había vuelto a la "normalidad".

Su mente vagó a su primer año, su primer día en aquel maravilloso castillo. Recordó el primer discurso que Dumbledore dio: "El señor Filch recuerda que el pasillo del tercer piso está prohibido para los que no quieran morir de una manera aterradora".

¡EL TERCER PISO! ¡LOS PASILLOS DE LA SECCIÓN PROHIBIDA!, ¡NINGUNO SE ATREVERÍA A IR A ESAS HORAS ALLÍ!

Caminó hacia las escaleras y las comenzó a subir trotando, lo cual hizo más fácil todo, pues así no tenía tanto problema en tener que ir por otro camino si estas se movían. No tardó mucho en llegar al tercer piso. Este, desde que puso un pie en el ya estaba desolado y oscuro, no había nadie allí. Pero siendo lo cuidadosa que era, no le importó gastar unos segundos en asegurarse de que estuviera sola.

-Homenum Revelio- ...

Nada ocurrió.

Ahora más segura, siguió cambiando por el lugar hasta llegar a una esquina, donde al voltear hacia su derecha, logró ver el pasillo del que muchos de primer año hablaban y temían. Escuchando sus propios pasos, se situó en el centro de este y soltó un profundo suspiro. En su mano yacía la snitch dorada, la vio de reojo para después apretarla con fuerza, sintió un leve cosquilleo y, luego de unos segundos, al abrir su mano, notó como la pequeña bola se abría extendiendo sus alas, comenzó a volar sobre la mano de la chica lentamente y por última vez, la frase que Hermione había visto el día anterior apareció grabada en ella.

"No me he ido...''

Cuando se había abierto completamente, la piedra de la resurrección asomó por encima, estaba brillante, aunque con un poco de tierra por la última vez que se había utilizado. Temblando levemente, Hermione la tomó entre sus manos...

Sabiendo lo que debía hacer, inhaló profundamente y cerró los ojos para concentrarse.

-Harry- el susurro inaudible salió de su boca mientras ella le daba tres vueltas a la pequeña y brillante piedra entre sus dedos. Al instante supo lo que había sucedido, unos suaves movimientos se escucharon al rededor y una pequeña brisa hizo que su cabello se moviera. Al abrir los ojos, como ya lo esperaba, se encontró con la brillante figura del fantasma de Harry unos metros frente a ella.

Pero esta vez pasó algo que no esperaba, ya que las paredes del pasillo comenzaron a temblar sin control, las columnas comenzaron a crujir y un humo gris inundó el espacio rodeándolos a los dos. Con temor, Hermione volteaba a ver en todas direcciones, pero finalmente un movimiento en su mano hizo que pusiera su atención en ella.

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