Creo que realmente voy a volverme loco.

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Furioso y satisfecho.

Así era como Julián había salido de su casa aquella mañana, furioso por el hecho de que al bajar de su habitación ya listo para irse en su motocicleta hacía su instituto, en el comedor de su casa todavía se encontraba el estúpido de Daniel y satisfecho porque este mismo al ver su cara había palidecido tanto que hasta le habría hecho gracia en otras circunstancias.

Mientras manejaba su motocicleta en dirección al instituto en su cabeza se iban formando ciertos conflictos, para empezar no había terminado su trabajo de matemáticas, después estaba atrasado como por 5 minutos, por más que trato cambiarse lo más rápido posible había durado un siglo, literalmente, tratando de encontrar su gorro favorito de color negro, y eso sin contar el hecho de que se sentía observado todo el tiempo era como si alguien o algo estuviera tratando de asesinarlo con tan solo una mirada.
Paró en un semáforo mientras esperaba impacientemente que esté cambiara a verde, cuando de repente escuchó una voz que lo hizo quedar helado al mismo tiempo que recuerdos venían a su mente.

<Siempre estaré contigo>

Despertó de su estado de shock y desesperado por encontrar al dueño de esa voz miró por todas partes, pero extrañamente no había una sola alma en aquella calle, ni un niño jugando en el parque ni siquiera un auto u otra motocicleta a su lado. Eso lo hizo asustarse un poco más, teniendo en cuenta que aún se sentía sumamente observado. El color verde chillón del semáforo lo hizo mirar hacia adelante y más confundido que nunca avanzó lentamente por las solitarias calles de California.
Cuando iba pasando por una cafetería alcanzó a ver por el rabillo del ojo que una persona con un pasamontañas de color esmeralda que le tapaba todo el rostro, lo miraba fijamente, instantáneamente volteó lo más pronto que pudo solo para darse cuenta que en frente de esa cafetería no había ninguna persona, eso lo asustó tanto que de un solo frenazo casi se cae de su motocicleta.

Con una mano en el pecho, pensó que tal vez se estaba volviendo loco hasta ya había empezado a tener alucinaciones. A causa del frenazo que había hecho se había escuchado un chirrido debido a los neumáticos de la motocicleta y en la acera estaban pintadas muchas líneas negras. Se bajó de un salto dispuesto a revisar las llantas de su preciada motocicleta más esta no tenía un solo rasguño, eso lo tranquilizó un poco, se puso de pie y miro fijamente hacia la cafetería cuando de pronto alcanzó a ver una persona corriendo detrás de esta misma.
No era cualquier persona, de eso estaba seguro, era la misma persona con el pasamontañas de color esmeralda. Rápidamente trató de seguirlo corriendo lo más rápido que pudo, mas el misterioso enmascarado tenía más ventaja.

Al entrar al callejón donde esa persona había entrado también, se dió cuenta que había una camioneta grande y de color negro. Está le dió una sensación muy escalofriante más eso no lo detuvo y siguió avanzando tratando de descubrir algo, cuando de repente la camioneta salió disparada del callejón dejando únicamente una nube de polvo y humo mezclados.

Después de eso era como si no hubiese pasado nada de nada, como si nunca hubiera visto esa misteriosa persona lo cual le resultó muy inquietante.

Trás volver de nuevo a su motocicleta se sorprendió mucho al darse cuenta de que encima del asiento había una caja de color chocolate, era del tamaño de un portátil y en la tapa estaba escrito:

Julián•

Eso lo hizo inquietarse un poco más de lo que ya estaba, su mente estaba sumergida en preguntas como.

¿Por qué está dirigido hacia él?

¿Quién lo ha dejado allí?

¿Tendría que abrirlo ya?

Eso solo lo hizo desesperarse, quería saber de una vez por todas que era lo que había allí dentro y a la vez no saber nada le asustaba su contenido. Tenía miedo de que al abrir esa caja lo que sea que llevara adentro no fuera nada bueno.

Estúpida caja’ pensó mientras la miraba fijamente, no podía creer que una simple caja lo desesperara tanto.

Con mucho recelo la tomo entre sus pálidas pero grandes manos y aguantandose las ganas de abrirla la metió dentro de su mochila negra mientras al mismo tiempo emprendía su ruta de nuevo a su instituto.

<•••>

Te diría que te ves hermoso pero sinceramente estaría diciéndote una gran mentira, te ves fatal- Le decía Dayana su compañera de clase mientras se sentaba a su lado en la cafetería del colegio.

Julián trás escuchar eso, sale de su ensoñación y frunce un poco los labios para después responder.

¿Tan mal me veo?

—No como crees, te ves tan bien que estaría dispuesta a casarme contigo en este instante- Dice sarcástica mientras suelta una risotada. Julián reboletea los ojos mientras Dayana vuelve a hablar.

Vamos Julián, si no quieres respuestas sarcásticas no hagas preguntas tontas- Le vuelve a decir mientras da un mordisco a su galleta de chocolate. Julián la observa mientras le dice.

Dayana...

—¿Uhm?

—He tenido una mañana muy extraña- Dice mientras que al mismo tiempo siente que un escalofrío le recorre la columna.

Vamos, cuéntamelo todo- Le dijo animandolo a contarle.

Julián le cuenta con detalles y todo para que al final Dayana tome un suspiro y le contesta.

Esta bien, vamos, abre la caja, asi sabremos de que viene todo esto.

Julián saca lentamente la caja de su mochila mientras el resplandeciente •Julián• era lo que principalmente llamaba la atención.
Al abrirla grande fue la sorpresa de ambos al ver que la caja contenía solamente una carta que traía escrito en un líquido rojo que supusieron que era sangre únicamente 8 palabras, las cuales decían así.

·Tus días están contados Julián, aprovechalos mientras puedas·

Wao- Expresó Dayana en un susurro que a duras penas se escucho.

Creo que realmente voy a volverme loco.

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