Completamente inocente

III: Deseos ardientes

Fue casi suficiente para mantener a Severus lejos de Potter. Casi.

Después de que Minerva hubiera ido al laboratorio privado de Severus para recuperar el solvente del epoxi ella había advertido en tono burlón acerca de que él y Potter se mantuvieran alejados de las paredes y los pisos. Él la había pasado rozando para llegar a su habitación e inmediatamente se metió en la ducha. Cerró los ojos y revivió la sensación del apretado trasero de Potter presionado contra él, sus muslos deslizándose uno contra otro a medida que se movían y, una vez más, los pequeños sonidos que Potter emitía. El hombre fue, definitivamente, testimonio de la paciencia y el autocontrol de Severus. Una vez más, había estado demasiado molesto con el hombre para saborear tener el delgado cuerpo presionado íntimamente contra él.

Casi un mes después, Severus todavía fantaseaba con tener a Potter inclinado sobre su escritorio, sofá o cualquier superficie disponible realmente. Oh, cómo le encantaría pasar sus manos por ese delgado cuerpo, envolver sus dedos alrededor de esa delicada cintura y presionar su dolorosa polla en ese apretado culo. Definitivamente no estaba por encima de fantasear con meterse en un bocado tan delicioso e imaginar los suaves gritos que salían de los labios de Potter cuando pedía más. El brazo de Severus se estaba entrenando bastante estos días.

Finalmente habían vuelto a poner en marcha el club de duelo; emparejando a los miembros que regresaron con sus homólogos igualmente capacitados y asignando a los nuevos miembros en parejas. Por supuesto, eso también significaba que Potter había vuelto a visitar la oficina de Severus cada dos semanas para discutir las tácticas y la habilidad de los miembros de su club. Potter quería realizar un concurso de duelo después de los TIMOS y los ÉXTASIS como una especie de celebración para el quinto y séptimo año, por lo que también era necesario resolver los problemas. Aunque Severus preferiría trabajar en otros problemas que tenía en mente, pero Potter todavía parecía ser reticente a presionar más allá de su amistad, aunque Severus estaba bastante seguro de que el hombre no estaba completamente en contra de la idea. Severus no se había perdido los leves rubores de Potter las veces que Severus se había atrevido a murmurar dobles sentidos o a hacer comentarios maliciosos. Incluso había visto al hombre más joven moverse en su silla en la mesa principal las pocas veces que Severus había «accidentalmente» rozado sus dedos sobre el muslo o la rodilla de Potter. Oh sí, el hombre estaba definitivamente interesado en lo que Severus estaba más que dispuesto a ofrecer.

La pregunta era: ¿cómo hacerle saber a Potter que estaba interesado? Por mucho que disfrutara sujetando al hombre contra una pared, otra vez, y besarlo sin sentido, no creía que los pasillos de la escuela fueran el lugar apropiado. Tampoco pensaba que Minerva lo aprobaría. No es que él necesitara la aprobación de Minerva, pero estaba tratando de convencerla de que contratara a un profesor asistente para que se encargara de las clases más bajas unos pocos días a la semana. Entonces, no. Él no estaría presionando a Potter contra más paredes del corredor en un futuro cercano. Posiblemente no contra los pisos del corredor tampoco.

Lástima.

Severus sacudió el pensamiento de su mente. Él realmente se estaba convirtiendo en un viejo chivo últimamente. La sola idea de que Potter presionara cualquier parte de su cuerpo tonificado por el Quidditch contra Severus lo tenía casi duro.

Un golpe en la puerta sacó a Severus de sus lujuriosas reflexiones. Se levantó de su cómodo respaldo y se aseguró de que sus voluminosas ropas ocultaran la evidencia de sus pensamientos actuales. Abrió la puerta y se burló en caso de que fuera un estudiante el que se atreviera a interrumpir su domingo por la mañana. Parpadeó al ver al sonriente medio gigante.

—Hagrid.

—Hola, Sev'rus. Vengo a decirte que tuvimos nuestra primera nevada anoche. —Las orejas de Severus se levantaron ante las noticias.