de vuelta

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— aquí tienes, bastardo.

los cuadernos resonaron contra el escritorio ante la fuerza con la que bakugo los estampó en él. todoroki los miró y luego subió su mirada hacia el rubio.

le alegraba verlo de vuelta.

— ¿ya te sientes mejor?

— ¿no me ves?

claro que lo vió, lo había estado viendo durante toda la clase, pero no le iba a contestar eso.

todoroki acabó de meter los cuadernos que bakugo le había devuelto adentro de su bolso, junto a los demás, acomodados de mayor a menor. cruzó el cierre y, colgándolo de su hombro, volvió su vista hacia bakugo.

ya todos se habían ido, puesto a que el timbre de salida ya había sonado. eran solo ellos en el salón, el día fuera estaba soleado y el viento movía los árboles cuidadosamente. todoroki pensó en las escenas de los animes románticos que había visto, dándole un poco de gracia la coincidencia.

— te veo.

vio a bakugo rebuscar algo en su mochila, sacando de ella lo que parecía un bento empaquetado en una tela celeste con estrellas amarillas esparcidas por toda su superficie.

— mi mamá te hizo esto por lo del otro día, le dije que se lo metiera por el culo pero me obligó a traerlo, así que más te vale que lo agarres y lo agradezcas, basura.

le extendió el paquete sin siquiera mirarle a los ojos. todoroki sonrió y lo tomó encantado, a lo que el rubio gruñó.

— gracias, no hacía falta — contestó —. ¿te han gustado las galletas?

— no estaban tan asquerosas.

— me alegro.

se quedaron un momento en silencio mientras todoroki terminaba de acomodar sus cosas dentro de su mochila. no sabía que hacía bakugo aún ahí, o porque comenzó a caminar a su lado cuando él ya se estaba yendo.

— ¿pasa algo? — preguntó, cuando ya había llegado a la salida de la UA y bakugo ahí aguardaba, con sus manos detrás de su nuca y una expresión inmutable.

le miraba en silencio, lo que hacía a todoroki poner más nervioso según los segundos pasaban, iba a abrir su boca para decir algo al respecto, pero justo bakugo decidió hablar.

— acompáñame a un lugar.

la mente de todoroki entró en cortocircuito, procesando sus palabras aún cuando el rubio ya había empezado a caminar de nuevo, siguiéndolo sin siquiera pensarlo.

¿qué era esto?

— ¿a dónde vamos?

bakugo no respondió.

— ¿bakugo? ¿dónde quieres ir?

aún nada.

— bakugo, ¿me escuch-

— cierra tu puta boca si no quieres que te mate, bastardo. ya verás cuando lleguemos, joder, no seas impaciente.

todoroki suspiró en respuesta, cediendo ante el querer de misterio que el rubio quería darle a la situación. ¿qué le costaba responder? que le haya dicho eso solo le causaba más curiosidad.

llegaron pronto al parque, y bakugo se detuvo frente a la pequeña tienda de helados que había allí.

— ¿qué sabor te gusta?

todoroki no entendía nada, pero su dedo señaló el de frutilla sin siquiera pensar mucho en ello, su confusión crecía cada vez más dentro de su mente.

no ayudo a su estabilidad mental tampoco cuando se sentaron en un banco en completo silencio, bakugo con su helado de limón y él aún sin darle ni una sola probada al suyo.

— se te va a derretir si no lo comes rápido, no malgastes mi dinero, pedazo de mierda.

¿era esto una cita? ¿podía tomarlo así? ¿qué significaba? ¿qué estaba pasando? ¿le iba a golpear?

todoroki lo miró por primera vez desde que llegaron, su típica expresión seria y tranquila (cuando no estaba ninguna de los dos) se extendía por todo su rostro. bakugo corrió su mirada cuando él lo miró.

y justo cuando estaba dando su primera mordida, tres palabras salieron de la boca ajena, que por poco y no se atraganta ahí mismo.

— ¿yo te gusto?

sus ojos abiertos de par en par, una gota de helado se deslizaba desde la punta por todo el dorso de su mano, cayendo finalmente al piso.

— ¿qué?

bakugo ni siquiera lo miraba, pero alcanzaba ver sus delgadas mejillas coloradas bajo la luz del sol. todoroki sentía que las suyas estaban igual, quizás hasta peor.

— joder, no sé ni para qué mierda pregunto, si eres putamente obvio.

todoroki no sabía qué decir, su mano se ensuciaba cada vez más por las gotas del helado derritiéndose, pero poco podía centrarse en ello.

— ¿a qué te refieres?

— tus ojos están como una puta lapa pegados a mí todo el maldito día, ¿acaso piensas que no lo noté? joder, me subestimas. ni un puto moco tranquilo me puedo sacar que tengo tus ojos ahí clavados en mi espalda a toda hora, intenso de mierda.

— nunca dijiste nada.

— te lo estoy diciendo ahora.

el corazón de todoroki bombeaba como loco, si no estuviese tan concentrado en el rubio a su lado, se asustaría por la idea de que pudiese salirse de su pecho.

— ¿y qué... tienes para decir al respecto?

preguntó, su voz sonó bajita. se estaba dejando vulnerable frente a bakugo, exponiendo sus sentimientos por completo, dejándole su corazón en las manos, temiendo que pueda estrujarlo sin piedad ni bien abriera su boca.

— ¿entonces es verdad?

todoroki asintió, pero bakugo no lo pudo ver porque seguía con su mirada apartada, así que el medio albino complementó su respuesta soltando un corto y avergonzado "sí". bakugo tragó.

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