2. Encrucijada

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La alarma era insistente, fastidiosa, ruidosa, molesta, no sabía qué más calificativos negativos podía darle, así qué mejor me levanté a buscar dónde rayos había dejado mi teléfono. Seguí la pista del sonido y me llevó hasta el suelo. Lo tomé y con los ojos entrecerrados traté de apagar la bendita alarma, pero me llevó más de un intento hacerlo.

—¡Cállate! — En este punto cualquiera puede darse cuenta que despertar, muchas de las veces, no era agradable para mí, mucho menos si no había dormido lo suficiente.

Logré apagar la alarma, pero cuando iba a regresar a la cama ví a Jimmy acostado ahí. Enseguida todos los recuerdos vinieron a mi mente. Me sentí feliz, emocionado, incrédulo, avergonzado, temeroso, nervioso, un montón de sentimientos contradictorios entre sí.

Me hubiera encantado que hubiera despertado por sí solo, pero la resaca no se lo permitiría. Sin embargo, el trabajo esperaba por nosotros, no podía dejar que faltara, no necesitaba hacer más larga la lista de razones por las que me odiara.

—Jimmy. — Susurré. Qué tontería, no iba a hacer que despertara así. — Jimmy. — Volví a llamarlo con el tono de voz un poco más alto.

Nada de eso daba resultado, lo sacudí, lo golpeé ligeramente en la mejilla y hasta jalé su oreja. Me atreví a sujetar un par de mechones y tirar de ellos, fue ahí que despertó. Abrió los ojos poco a poco, se podía ver que ese pequeño trabajo le estaba costando mucho.

—Oh, P'... Perdón, gracias por dejarme dormir aquí. En realidad no podía regresar a casa. También debió ser molesto tener que lidiar conmigo borracho. — Rió.

—...

Parecía no acordarse de nada. Eso no era precisamente malo, es decir, me afecta, claro que sí, pero... cómo decirlo... deseo que siga así para siempre, que nunca se de cuenta.

—P' — dijo aterrado, entonces sentí un escalofrío horrible en la espalda. Aquí iba. — ¿A caso yo... te golpeé? ¿Cómo te hiciste esa herida en el labio?

—¿Eh? — Él de verdad no sabía nada. No podía decirle que aquella herida no era producto de un arranque de violencia de su parte, sino más bien de uno fogoso e intenso del que no tenía muchas quejas. — T–tú tranquilo, esto... esto es porque — mierda, no se me ocurría nada. ¿Cómo rayos alguien se lastima el labio? Por suerte, vino a mí el recuerdo de mi madre regañando a mi hermana casi todo el tiempo por lastimarse los labios, no me alegraba que tuviera un mal hábito (que hacía que sangrara muy seguido), pero me vino de maravilla saberlo justo ahora —, a veces me da por pellizcarme el labio y arrancarme los pellejos que encuentre. Es la primera vez que me pasó un poco de la raya...

—Ah, menos mal. — Suspiró llevándose una mano al pecho. — Pero deberías dejar de hacerlo, si se infecta será un problema.

—Claro.

Soltó un gran bostezo y mandó las cobijas a volar, en ese momento me sentí agradecido de haberlo limpiado y puesto su ropa interior.

—Perdón por haber venido a molestarte sabiendo que hoy teníamos que trabajar.

—N–no te preocupes — carraspeé —, estoy para lo que quieras. — "Incluso para echar un polvo si es lo que necesitas" pensé por mi actitud detestable. No solo aproveché la situación e ignoré que Jimmy tiene novio, sino que ahora estaba mintiendo para que no me odiara. Era lo peor.

—Venga, te invito a desayunar. Pero vamos rápido o llegaremos tarde.

—S–sí. — Encima. Mi conciencia no puede con tanto, vamos más lento.

Ambos nos vestimos y salimos de aquella casa tan catastrófica para mí. Comimos en un puesto callejero no muy lejos de la empresa y al quedar satisfechos fuimos a trabajar. Yo no podía esperar a cruzar las puertas del ascensor, ver a Poppy y contarle todo lo que había pasado. Pero me contuve y lo único que hice fue correr a abrazarlo. Para nadie en aquella planta era muy raro ver eso, era una costumbre mía.

Bad Liar [Mii2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora