Siempre han sido ellos contra el mundo.
Al menos eso era lo que tenían antes de tirar su vida por la borda.
Xan Dianthe, la heredera de la empresa culinaria más grande se enfrentaría al más grande reto de su vida.
¿Amor?
¿Un triangulo amoroso?
¿...
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Realmente no comprendía sus limites en ese momento, ahora se encontraba en un centro comercial en una cita con un amigo suyo que la había llegado hace poco a su país. El problema aquí es que podría estar arruinando su reputación si la prensa la encontraban allí cosa que sólo le traería conflictos con sus padres, por eso tenía hasta una peluca puesta cosa que nada más le hacía gracia a su acompañante.
—Recomendaste el lugar en primer lugar ¿Por qué esconderse?—sabía que trataba de aguantar la risa.
—Si me reconocen además de que estoy saliendo contigo sólo crearán un escándalo—susurró para no molestar a los demás en el restaurante.
—No se porque te preocupas tanto no es como si nos persiguieran todo el tiempo—trató de restarle importancia.
—¿Cómo está la playa?
—Exquisita ¿Como?—le enseñó un artículo en su tableta donde se veían claramente fotografías de el junto unos amigos—Dijeron que era una playa privada.
—No quiero ser el centro de atención, fue suficiente cuando lo fui hace un par de años—empecé a desdoblar la servilleta—Además tengo que enfocarme en otras cosas.
—¿Están listos para ordenar?—se nos acerco la persona que nos atendería.
Sin embargo su sorpresa fue grande cuando vio a aquella muchacha de cabello corto sonriéndoles, según el plan hoy trabajaba en la tienda de malteadas no en el restaurante.
Su acompañante al ver que no había pedido nada ni siquiera reaccionado pidió por ambos, siguió a la pelinegra con la mirada.
—Es ella—susurró viendo a su acompañante.
—¿Quién?—volteó hacía atrás confundido donde la muchacha pasaba el pedido directo a la cocina.
Lo miró como si estuviera bromeando hasta que al parecer se le iluminó el foco.
—Ni siquiera es mi tipo—la miró con tristeza a lo que solo recibió una mirada de su parte—Ah no, no, no quiero meterme en problemas.
—Esta bien—fijó su vista hacía la ventana del restaurante rendida.
