Momentos

Siempre me falto

Sinceramente envidio a todos aquellos que no saben vivir mas que para sonreír por meras estupideces. A todos los capaces de llorar por algunos minutos y de repente como si la tristeza fuera cosa de chiste romper en carcajadas, vivas o muertas, pero en todo caso carcajadas. Ayer vi a una joven pareja, caminando tomados de la mano por el parque del Olimpo, cerca de mi vecindario; donde a veces me siento a fumar en los bancos gastados, a observar el amor que considero real, tengo que tener muy buen ojo para ello, porque mayormente esta sociedad vende muchas emociones.

La joven pareja no superaba los venti tantos años, y con rostros llenos de esa adrenalina envidiable se lanzaban miradas fugaces cargadas de pasión. Mientras gastaba la colilla, se fueron consumiendo mis deseos de juventud, también había lanzado miradas coquetas y muchos habían sido víctimas de ellas, pero yo nunca fui tan arriesgada, y asesinaba la pasión en cuestión de días. Tuve que intentar disimular un poco mi atención sobre ellos, solo bastaría que además de loca, me llamaran acosadora, aunque la verdad podría refugiarme en el primer punto y ya luego justificar segundos, pero estaba en esos días de aburrida cordura.

Solo bastó una caricia de la joven para derretir las emociones del hombre, ¡Que fácil se ve por dios! Tan sencillo como comer un trozo de pan, pero desgraciada la vida, porque de sencillo no tiene absolutamente nada. Se besaron con amor evidente, y los ojos cerraron con confianza, sus manos hicieron acto de lenguaje pasional, y con un beso en la frente se fueron a repartir envidia a otros parques de la cuidad.

Por otro lado termine mi cigarro, y apoye el bastón con la misma falta de confianza de todos los años anteriores, sonreí un poco con melancolía, y emprendí mi viaje a casa. Para algunos, simplemente,  falta un poco de vida para comprar la cura del alma, a mi siempre me falto, y demasiada.