Galiel Barone
Durante meses había tenido una especie de coqueteo platónico con el muy sexi y para nada prohibido guardaespaldas de mi hermana Cara, esto último era sarcasmo, ya que si había algo en la mafia que se encontraba total y absolutamente prohibido eran las relaciones entre personas del mismo sexo, esta orden era tan absoluta, que quien se atrevía a romperla era castigado con la muerte
Mis pasos por la escalera se hicieron vacilantes, no quería imaginar el impacto que provocaría si se supiera que me había estado enviando textos nada sutiles con un empleado de la mansión, eso seguramente pondría a mi Romeo en graves problemas y no quería que nada le sucediera por mi culpa, simplemente no podía con la culpa de llevar a una persona a la muerte. Y aún a pesar de ese pensamiento, estaba aquí, arriesgando mi culo al aceptar verme con Dante.
La verdad no sabía en qué demonios estaba pensando cuando acepté esta estupidez, se suponía que no debía exponerme y dar pie a las habladurías, yo era un hombre de 'Ndrangheta y mi honor lo era todo y eso implicaba dejar de pensar en una relación de novela romántica con un guardaespaldas como mi protagonista , sin embargo, no podía decir que no a los bellos ojos de Dante suplicando por unos minutos de ilegalidad, pero él no era el único que ansiaba esos momentos, muy en lo profundo de mi anhelo estaba escondido el deseo de entregarme de lleno a esos segundos donde seguramente podría ser yo mismo sin la presión aferrándose a mis hombros, que por cierto no eran nada fuertes.
Sonreí internamente al recordar la sonrisa cómplice que Gina me había dado cuando le había dicho que tenía algo que hacer, obviamente a mi gemela nada se le pasaba, esa mujer era un genio leyendo a las personas y sin duda en estos momentos era mi salvación. Mi hermana era una de las pocas personas que podían decir que sabían todo sobre mí, ella era en quien más podía confiar si alguna vez mi secreto se exponía, tenía la certeza de que Gin destruiría la organización desde los cimientos solo por mí, nunca tendría dudas de eso, mi hermana llevaba la mitad de su vida cuidándome de mis errores, ella era mi héroe, mi todo, si por alguien moriría sería por salvarla, simplemente la amaba demasiado y más ahora que me estaba cubriendo para que pudiese tener un momento de pasión.
Cuando llegué al último escalón pude ver como Dante estaba sentado en una de las sillas que mi hermana le había enviado, sus ojos estaban pegados en su libro y solo por unos segundos pude olvidar que ese hombre al que mis ojos admiraban era un asesino, había sido entrenado para matar y torturar. Me permití admirar solo por unos segundos más lo que hubiera sido mi vida si no estuviese ligado a la mafia, en esos minutos fui capaz de olvidar lo que éramos y lo que eso implicaba en esta vida, me di el lujo de imaginar un futuro idílico, aunque en el fondo de mi corazón sabía que eso nunca pasaría.
—¿Qué estás leyendo? —pregunté mientras me recostaba en la baranda de la escalera. Tenía la intención de lucir casual y para nada nervioso, pero dentro de mí todo me daba vueltas y sentía como mi pecho en cualquier segundo explotaría y dejaría un lío sangriento.
—¿Te burlaras si te lo digo? —preguntó Dante luciendo ligeramente avergonzado por su elección de lectura.
—No creo que sea más vergonzoso que yo leyendo un libro sobre la teoría de la evolución solo para parecer más sofisticado e inteligente... la verdad es que no entendí una mierda —dije.
—Novela erótica —contestó Dante sacudiendo el libro en mi dirección, el movimiento reveló la portada oscura con una flor y letras blancas a tono.
—Al menos tú si sientes algo al leer ese libro, yo sentí lo opuesto a excitación — me burlé.
Dante embozó una sonrisa que dejó entre ver sus dientes y un hoyuelo en su mejilla izquierda, sin duda este chico frente a mí era muy atractivo, más que cualquiera que hubiese conocido antes, él podía hacer suspirar a cualquiera y yo no era la excepción, había caído flechado como un idiota cuando él comenzó a darme miraditas clandestinas y "sin querer" sus manos rozaban las mías cuando coincidíamos en algún lugar, sin duda esos momentos prohibidos lo eran todo.
Sentí el calor en mis mejillas al recordar esos momentos, todavía no podía creer como algo tan pequeño como un roce me había dejado perplejo, me sentía vivo por primera vez a pesar de la reacción de mi cuerpo a un toque tan sutil como lo era una caricia en la mano, me ponía nervioso y me intimidaba, pero a la vez me daba una sensación de placer que nunca había imaginado. Quizás para muchos el hecho de que alguien te rozara la mano era algo de niños enamorados que no sabían nada de las relaciones adultas, pero siendo dos hombres que se atraían dentro de la mafia, el simple hecho de un toque prohibido hacía que tu corazón se acelerara por la emoción, o tal vez era solo yo, no lo sabía, después de todo nunca había besado a nadie y mucho menos explorar más allá de eso, antes de Dante era un chico que se negaba a sí mismo y no se atrevía a mirar con otros ojos a los hombres, pero desde hoy sería diferente, ya no me negaría nada, debía aprender a no encerrarme en mi zona de confort.
—Deberíamos ir a un lugar más privado —sugerí con falsa valentía, lo cierto era que estaba aterrado de lo que podía pasar.
No sabía que tanta experiencia tenía Dante, eso me ponía algo nervioso, no quería avergonzarme frente a él. Me regañé mentalmente por las tontas dudas que comenzaban a gestarse en mi mente, esta noche no sería un cobarde, esta noche estaba dispuesto a explorar quien era realmente, como me sentía siendo yo mismo sin reservas ni mentiras, quería arder en las sensaciones que me provocaba este chico y quizás no llegaría más allá de simples besos, pero quería al menos dar un paso a ciegas y sentirme libre por primera vez en mi puta vida. Necesitaba esto más que nada, necesitaba sentirme vivo por unos pocos segundos, necesitaba entregarme a mi verdadero yo.
—Está bien —contestó Dante.
Con cuidado me aparté de la baranda y caminé hasta él, tomé su mano entre las mías y lo guie hasta mi lugar secreto. Sus manos unidas a las mías era el epítome de las sensaciones, me llenaba de algo que no podía explicar o al menos aun no podía hacerlo. Quería más de esto en un futuro y eso me asustaba.
Cuando al fin llegamos a mi habitación y la puerta se cerró tras de nosotros, mis nervios comenzaron a hacer acto de presencia, pero en un acto de valentía decidí ignorarlos y ser valiente. Sin ponerme a pensar en nada más me incliné hasta el chico frente a mí y rocé mis labios en los de él, fue como encender el fuego en mí, sentí a carne viva cada uno de mis nervios, apenas y si fui consciente de cuando nuestras bocas estaban unidas de nuevo, no sabía si estaba vivo o había muerto, solo era capaz de sentir las infinitas sensaciones de tenerlo a él entre mis brazos y su boca en la mía, esto era lo más cercano a tocar el cielo y amaba como eso se sentía. Luego de tocar el cielo tenía la certeza de que todo se sentiría ordinario, ya nada sería igual, yo no sería el mismo, porqué en estas cuatro paredes algo había estallado en mí y ya no podía dejar de pensar que quizás un día podría estar justo a así al lado de quien sería el amor de mi vida, pero eso solo el destino lo sabía, mientras tanto disfrutaría lo que tenía justo aquí.
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Imperfecto Orgullo
RomanceDurante años Palermo presenció un infinito derramamiento de sangre entre las dos organizaciones de mafia más grandes de Italia. 'Ndrangheta y Cosa Nostra son enemigos jurados, pero a la sombra de esta disputa se esconde un enemigo aún más poderoso...