La tarde se nos hizo cortísima(O al menos para mí.), ya que nos la pasamos hablando sobre intereses artísticos, ambiciones o ideas.
Cuando terminamos de beber café, nos despedimos de Rôse y de la señora mayor que nos miró, sonrió y nos regaló un par de waffles a cada uno. Ricos waffles con forma de corazón.
—Me encanta que nos regales dulces, sin embargo, ¿No tienes un negocio que mantener? — Dijo Godric algo limitado a sus expresiones. Parecía molesto sarcásticamente, pero no lo estaba, porque, ¿Qué clase de ser humano se molestaría por recibir semejante muestra de afecto?
—Da igual, más del noventa porciento del producto que uso aquí, se lo consigo a un familiar que es dueño de varias empresas productoras de Azúcar, Harina y Café. Por lo que prácticamente me regala las primeras dos y me hace una rebaja considerable en el precio del Café. Por lo tanto, no te preocupes por los regalos. No pago arriendo ni nada, así que acepta mis waffles y lárgate que ya no está lloviendo. — Sonrió e hizo una pausa. — Querida —Refiriéndose a mí. — Este niño es un completo desastre, ¿Me prometes que lo cuidas? ¿Sí? — Cuando dijo esto último, me sonrojé. Era claro que ella sabía que me gustaba Godric, pero no quiero que él también se entere... Abrió la puerta y ambos salimos a la calle. Ambos nos sentimos engañados. Pues seguía lloviendo, aunque más despacio.
—Quieres ir a la playa? Hay un buen clima para nadar. — Dijo sarcástico. Negué con la cabeza y miré mi reloj. 00:45. —Tengo que irme a casa, mi madre llegará pronto. — Dije mirándolo, agradecí su invitación al café y le di la mano para despedirme.
—En primer lugar, esperaba un beso de amigos como despedida. En segundo lugar, no hay nada que agradecer, me gusta hacer felices a las personas. Es un lujo que todos poseen, pero que pocos aprovechan. —
—En primer lugar, creo que una despedida semiformal de apretón de manos basta. En segundo lugar, no querrás parecer ansioso pidiéndome un beso en nuestra primera cita. — Esto último salió de mi boca sin pasar antes por mi cerebro, lo lamenté apenas terminé de articular.
—A- Adiós Godric. — Corté sin una palabra más.
—Adiós Anne sin tilde.— Me di la vuelta y me marché bajo la lluvia.
Me encantaba decir su nombre, sonaba tan bien en mi voz. De pronto sentí un poco de morbo por su cabello, ni idea del por qué. Simplemente me llamaba la atención su cabello desaliñado y ondulado.
Caminé unas cuantas cuadras hasta mi casa, cuando llegué, estaba mi tía en la puerta, observándome.
—¿Cómo se llama? — Preguntó sin morderse la lengua.
—¿Cómo se llama quién? —Pregunté tratando de zafarme de su pregunta. Aunque sabía que ella sabía lo que estaba pasando, era psicóloga... PSICÓLOGA DE LAS BUENAS, de esas que te miran y entienden cada aspecto de tu mirada, tus expresiones, la forma de mover los dedos, el temblor de mi respiración, el flaqueo de mis piernas, lo que estipula cada aspecto de mi miserable existencia como persona.
—Ay no te hagas, no necesito tener un doctorado para saber que hay alguien que no sale de tu cabeza. —Dijo sonriendo. Abrí la puerta y colgué mis llaves, puse a hervir el hervidor (Evidentemente) y ella no dejó de mirarme. —¿Vas a decirme su nombre? —Insistió. —Se llama Godric, ¿Contenta? Que bueno porque no voy a responder más preguntas. —Dije mirándola triunfante.
—No necesito que respondas más preguntas, Rôse ya me dijo que pasaste por el café y no dejaste de mirar a un chico, ya sabía su nombre, visitó un par de veces mi consultorio. Es un chico agradable y puedo contarte cada aspecto de su vida si lo deseas. Porque sé que lo deseas. — Yo quería averiguar todo eso por mi cuenta. Luego le conté lo que sucedió por la mañana. Le preparé un café mientras se lo contaba y luego nos sentamos a hablar de chicos en la mesa. Me comí un wafle y le regalé uno a la tía Eliza, ella encendió la estufa y luego se sentó frente a mí.