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Las olas chocaban contra las rocas del acantilado de los suspiros. El espumoso agua quedaba atrapado en un pequeño hueco de puntiagudas piedras, y luego era sustituido por otro nuevo, y así hasta el fin de los tiempos. 20 metros más arriba dos criadas daban los últimos retoques al salón, con plumero y escoba.

Dos coches eran conducidos por la carretera de la Pepita. Esta comunicaba diez metros más abajo, con el revuelto mar. En un coche se encontraba el chófer, y cuatro miembros del "club". En el otro estaban los cinco restantes.

Giraron una curva y vieron aquella mansión junto al mar. A la ligera tenía veinte ventanas en la parte delantera, también contaba con un clásico invernadero en la parte este.

Se adentraron en un pequeño bosque de eucalipto y llegaron a un muro con una puerta enrejada con formas góticas y cubierta de enredaderas. Hacía por lo menos una hora que no veían ni casas, ni pueblos... No sabían donde se encontraban con certeza, sabían que estaban en el norte de España, pero nada más.

El portón se abrió, y diez minutos más tarde, los coches pararon en un extenso prado rodeado de árboles. En él no había más que algún muro decorativo y pequeños arbustos.

Caminaron por la hierba hasta llegar a la entrada, cubierta por un porche de cristal. Allí esperaban dos mujeres con abrigo y maletas.

- Señores, la cena está servida, y hay alimentos en la cocina. Sus habitaciones están el el piso primero.- Anunció una de ellas.

Las dos cogiéron los maletines y fueron a los vehículos con el chófer. El y una de ellas se metieron en uno, y la otra en el otro.

- ¿A quién se le ocurrió reunirnos en esta mansión?- Preguntó intrigada aquella que todos los demás conocían como Amapola.

- Yo iba a preguntar lo mismo.- Dijo el señorito Rubio.

Nadie contestó, y todos se miraron con extrañeza.

- Alguien ha tenido que ser, yo recibí una carta con la firma del club.- El señor "Prado" se adelantó.

"Celeste" también dio un paso hacia adelante.

- Yo también, ponía CLUEDO.

- No entiendo nada, ¿por qué quien ha enviado esa foto lo esconde? Nos reunimos todos los meses.- Riendo Mora habló.

Nadie dijo nada, y tras unos segundos, cojieron las maletas y entraron en la casa.

" Esto parece una broma macabra, como en Diez negritos."

Siguiendo el camino, y alejándose de la casa, en el bosque se había formado un hoyo con troncos caídos y helechos y musgos. En él se encontraban dos coches torcidos, con las ruedas deformadas y los cristales rotos, y dentro, las sirvientas y el chófer muertos.

Cluedo [pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora