One-shots [VOLKACIO/HORACIO]

Trinomio (+18)

Después de todo, no había sido mala idea organizar aquella salida para disipar tensiones entre los mandatarios de las distintas fuerzas policiales y el FBI.

Miller no había querido asistir (Horacio ya se lo esperaba: ellos dos no se llevaban particularmente bien, y eso iba más allá del desempeño de cada uno en lo profesional), por lo que en su representación había enviado a Ford. Una decisión inteligente, puesto que el hombre era extrovertido y diplomático, a diferencia de Volkov que solía plantarse en su postura y hablar lo justo y necesario.

Así que ahí estaban Kevin, Horacio y Viktor, tomando unos tragos en un apartado del casino. Al principio, la conversación había versado sobre temas del trabajo de cada uno. Que si los códigos tres, que si las infiltraciones, que si patrullas tan difíciles de maniobrar. Sin embargo, a medida que los tragos fueron pasando, las risas comenzaron a surgir, e incluso el jefe del LSPD comenzó a bromear con sus compañeros.

- ¿Pedimos otra botella de vodka?- preguntó Ford, tomando la botella casi vacía que estaba sobre la pequeña mesa, sacudiéndola frente a sus ojos y mirando de forma cómplice a Volkov. Le había quedado claro que el único posible rival en una competencia de chupitos era el ruso.

- ¡Qué va! Yo no puedo más- respondió Horacio, echándose hacia atrás en el sillón y cerrando los ojos en un intento de que todo le dejara de dar vueltas.

- Esto... Esto es una porquería de vodka- refunfuñó Viktor, dándole una última calada al cigarrillo que estaba fumando antes de aplastar la colilla contra el cenicero-. Mejor que el FBI pague la cuenta y vamos a mi departamento por algo bueno para beber- dijo, intentando reprimir una sonrisa al ver la cara de indignación del agente Pérez.

- ¿Pero por qué yo, perro?- preguntó, poniendo cara de no entender nada.

- Vamos, Horacio, no te hagas el tonto. Que debes cobrar el doble que nosotros- se rio Ford, palmeándole la espalda-. Además, nos debes una por estar siempre cuidándote el culo.

- Si en el próximo operativo termino con un balazo culpa de sus agentes, ustedes pagan, ¿eh?- los amenazó el de cresta antes de ponerse en pie y encaminarse a la barra.

Media hora más tarde, los agentes se encontraban degustando los tragos que Volkov les preparaba. Recordando los viejos tiempos, le había preparado un TGV a Horacio, quien lo tomó encantando... Y terminando igual de mareado que la primera vez.

Los agentes Pérez y Ford se encontraban sentados en uno de los sofás de la sala, mientras que el dueño de casa estaba desplomado frente a ellos en un sillón individual. Una tonta discusión acerca de quién había tenido mejor puntería en el último atraco en Paleto había comenzado, y Horacio no había dudado ni dos segundos en abalanzarse sobre Kevin con un almohadón en mano, dispuesto a ahogarlo con tal de que aceptara que él tenía mejor puntería.

No supieron cuándo ni por qué, pero de un momento a otro el de cresta terminó sobre el regazo del teniente. Al encontrarse sus miradas, las risas cesaron de golpe. Las pupilas de Ford no sólo estaban dilatadas por el alcohol en sangre, y Horacio lo sabía perfectamente. Cada tanto disfrutaba coquetear con el teniente, pero nunca había pasado nada. ¿Sería momento de probar aquellos labios rosados?

Una mano atrevida se posó sobre la cintura de Horacio, quien se acomodó mejor sobre los firmes muslos de Ford. Era consciente que de espaldas a él se encontraba Volkov y, más que frenarlo, aquello sirvió como motivo para inclinarse y besar al agente del LSSD, rodeando su cuello con ambos brazos. Definitivamente quería darle a Viktor el mejor espectáculo de su vida.

Al principio, Kevin se quedó estático en su sitio, sintiendo los húmedos labios de Horacio besarlo en la comisura de la boca con delicadeza, como intentando suavemente que los propios se abrieran. Antes de que el teniente dijera palabra alguna, el de cresta deslizó una de sus manos hacia el fornido pecho del hombre, acariciando toda su extensión hasta dar con uno de sus pezones. Apretándolo entre sus dedos índice y pulgar, logró que un pesado jadeo escapara de la boca de Ford, y aprovechó esa oportunidad para besarlo como era debido.