Parte 02

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Cuando sus cuerpos se separaron, un frío escalofrío recorrió su cuerpo de forma involuntaria, haciéndolo temblar levemente. Situación que no pasó desapercibida por el mayor que, entrecerrando los ojos, cubrió mejor el cuerpo del rubio con las sábanas y una manta.

Era temprano por la mañana y ya estaba listo para iniciar su día de labores, primero cómo empresario y luego como el Caballero de la Noche. Bien vestido y peinado, siempre impecable. Barry había dormido toda la noche sin complicaciones y lo despertó sin intención. Luego de abrazarlo por tanto tiempo, consolando a su compañero y acompañándolo en su malestar, ahora se sentía extraño por haber actuado de forma impulsiva. Aunque no se arrepentía.

—Alfred vendrá en unos momentos. Descansa un poco más. Recupera fuerzas y luego hablaremos. —La última palabra salió de sus labios con más aspereza y firmeza, de forma cortante. Barry hizo una mueca burlona, sabiendo que eso significaba que sería regañado o sermoneado, o ambas. Pero no podía quejarse. —Debo irme. Te estaré vigilando. No hagas ninguna estupidez.

—¿No puedes quedarte un poco más? —Preguntó el rubio, temiendo estar en soledad. Extendió la mano y agarró la tela de la manga del mayor. Jaló con pocas fuerzas y la soltó. Sabía que se estaba comportando como un niño, pero si Batman se iba y él quedaba solo, sabía que las pesadillas volverían.

—No. —Dijo cortante. Y el rubio frunció el ceño cómo si hubiera recibido un golpe doloroso. —Debo atender un asunto, pero volveré pronto. —No se lo diría, pero dada las circunstancias, se tomaría el día para acompañar y entender a su compañero de la Liga. Algo pasaba por la mente del más joven y sentía que podía lograr que hablara con él.

Salió sin mirar hacia atrás, pues temía que Barry lo mirara con ojos de necesidad y no quería ceder ante ella. Confiaba en que el rubio no haría nada raro y lo esperaría. De todas formas los efectos del sedante aún tenían efecto en el velocista, eso le daba un margen de un par de horas.

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El ruido de pasos lo despertó, sin darse cuenta se había vuelto a dormir. Algo mareado y confundido miró hacia la puerta y vio entrar a un hombre canoso de lentes y delgado, que traía entre sus manos una bandeja plateada con un plato y un vaso. El sujeto lo saludó y dejó las cosas en su regazo. Barry que estaba medio sentado suspiró desanimado. Realmente no tenía hambre.

—Aunque lo piense, debe esforzarse joven Barry. Al menos beba el batido de proteínas que le he preparado, eso lo animará. Se lo aseguro. — Miró el líquido verde oscuro y su estómago se revolvió. —Las apariencias muchas veces engañan. Pruébelo, y luego me cuenta si es realmente tan desagradable como parece.

Sin ganas le dio un sorbo. Se había tomado el primer trago sin respirar, cómo cuando de niño debía tomar jarabe para la tos. En el segundo respiró con cautela, sintiendo un sabor extraño pero no repugnante. Era algo nuevo, eso seguro, pero no vomitivo como había creído. De pronto sintió que su estómago estaba pegado y le dio mucha hambre. En el plato había un caldo, el cual bebió hasta la última gota. Alfred retiró la bandeja y comenzó a irse.

—¿Falta mucho para que vuelva Bruce?—También quería preguntar si había más de ese caldo, pero se la guardó.

—El joven Wayne volverá pronto. Si desea puede usar el comunicador que está sobre la mesa para llamarlo. La línea es directa. —Luego se fue.

No lo pensó dos veces y agarró el aparato similar a un celular. Apretó los botones y en seguida la voz firme del murciélago se hizo presente.

—¿Sucede algo?—Consultó el mayor. Barry se había quedado en silencio, no sabía realmente qué decir ni porque lo había llamado. —¿Barry?

Sin velocidad [BatFlash]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora