El amanecer

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Para algunos el colegio es una prisión, un lugar de aburrimiento total. De echo para mí también lo era pero siempre ocurre algo, algo que cambia completamente tu manera de ver las cosas.

- Buenos días alumnos, seré su nueva profesora de Literatura durante el resto del año, mi nombre es Marta - Esta mujer tenía una voz muy bonita y constantemente estaba sonriendo.
- Genial, otra bruja más - Dijo un chico sentado a unos bancos de mí.
- Deberías darle una oportunidad, no prejuzges a las personas de esa manera - Dije en mi mente, si lo decía en voz alta no saldría vivo de esta cárcel.

El tiempo parecía detenerse cuando ella hablaba, estar cerca de Marta era increíblemente agradable. Cuando le hablabas parecía que escuchaba cada letra que decías.

- No entiendo esto profe ¿Sujeto express simple? - Le hablaba mientras veía a sus ojos, esos ojos... parecían esconder miles de misterios. Eran grises, dos pequeñas lunas.
- No, Mateo. ¿Express? ¿En serio? - Dijo riendo, su risa era muy contagiosa.
- Profe no te rías que es verdad, no entiendo una mier - Contesté también riendo.

Quien diría que algunos secretos es mejor no saberlos, pero así soy yo, quiero saberlo todo. Que no existan los secretos.

Me asomé y abrí solo unos centímetros la puerta de la sala de profesores para ver que era lo que provocaba una extraña respiración agitada. Era ella, Marta que estaba sentada en una silla sollozando, sola, sin nadie que la consuele. Ver aquello me partía el alma en dos, pero no podía hacer nada. Se avergonzaria un montón si supiera que un alumno la vio llorar. A si que me alejé y seguí mi camino, pensando en cual sería la razón por la que Marta lloraba.
- ¿Por qué lloras? - Un compañero se había acercado lo suficiente para notar lo que ni yo había notado. Al parecer me afectó demasiado verla llorar.
- Eh... Yo... No... No estaba llorando, simplemente acabo de bostezar, tuve una  noche larga - Dije mientras finjía que bostezaba.

Al parecer yo era el único que sentía  amor hacia Marta. Pero no el amor que se tiene en una relación de novios, el amor que se le tiene a una madre yo amaba a Marta como si fuera mi propia madre porque eso era para mí, una madre. Esa mujer que esta ahí para aconsejarte cuando no sabes que hacer, esa mujer que te ama aunque tu no lo hagas, esa mujer que te brinda todo el amor y las sonrisas que se pueden dar.

- Mateo por favor ven a mi casa esta tarde para seguir repasando.
- Claro profe, la veré allí.

Ya era normal que fuera a su casa en las tardes para terminar de repasar y leer. Después de todo nadie preguntaba por mí. Mi padre es un alcohólico sin remedio y mi madre todo el tiempo esta en viajes de negocios, o eso es lo que dice mi padre. Me sentía más en casa en el hogar de Marta que en mi propia casa.

- ¿Quieres quedarte a cenar? Tengo mucha comida - Dijo la profe mientras sonreía
- Lo siento profe pero no puedo, tengo que pedirle permiso a mis padres y no tengo crédito en mi celular para llamarles - Quería matarme por no poder quedarme a cenar, esperé mucho tiempo para que me pregunte eso y ahora que lo hace no puedo aceptar. Sentía mucha pena por ella, sola aquí, sin marido ni hijos. Nadie con quien despertar en las mañanas ni nadie con quien compartir el desayuno o la cena.
- Oh, no hay problema. Otro día será - Contestó aún sonriendo, pero yo sé que en el fondo estaba gritando que me quede.

Es impresionante como de un día a otro las cosas pueden cambiar, como de un día a otro ries y luego lloras. El 2012 fue un gran año, pero la felicidad no dura para siempre.

Mientras dibujaba un garabato sobre mi banco entró el director. Inmediatamente todos se pararon para saludar.
- Buenos días director - Dijieron todos al unísono.
- Pongan atención que su profesora de Literatura tiene que dar un aviso -Siquiera respondió al saludo. Por la puerta entró Marta con la postura firme y hombros atrás. Se dirigió al frente del curso y empezó a hablar.
- ¿Que tal alumnos? Antes que nada quiero decirles que este fue un año muy especial para mí, disfruté mucho cada segundo que estuve en este salón - ¿Que? No, no, no, no esto no está pasando - Pero ya no puedo seguir aquí, hace unos meses me diagnosticaron ca... - No pudo terminar la frase y se echo a llorar, todos quedaron perplejos nadie sabía que hacer, unos segundos después yo también lloraba desde mi banco. Pero esta vez no iba a dejarla sufrir sola. Me levanté de mi silla, aún con lagrimas en los ojos, y corrí a abrazarla. Allí en frente de todos, pero no me importaba porque estaba demasiado herido. Había perdido a una madre. No le di todo el amor que merecía.
Entre sollozos ella susurraba:
- Lo siento, lo siento, lo siento.
- No hay nada porqué disculparse -  Apenas podía hablar.
- Vamos afuera - Dijo ella. Salimos abrazados al patio de juegos y nos sentamos en un banco para varias personas - Gracias por todo lo que has echo por mí Mateo, eres el hijo que nunca tuve.
- Yo no hice nada profe, tu eres la que dio todo su amor - No dejaba de llorar, había empapado su blusa.
- Esta es la última vez que nos veremos Mateo. Me iré a Buenos Aires para estar acostada en un hospital el resto de lo que me queda de vida.
- Oh Dios no, ¿Por qué? No me dejes por favor, no me dejes yo te quiero - Dije con el rostro pegado a su hombro mientras sseguía llorando.
- Siempre estaré a tu lado Mateo, como una madre protege a su hijo.

Marta murió el 02/01/13 en camino a Buenos Aires, hasta el día de hoy no sé en donde colocaron su tumba, no sé en donde poner las flores para que no quede como una lápida olvidada, no sé en donde tengo que llorar por ella.

Puede que la haya perdido a ella pero tengo esperanzas para el futuro. Amigos, encontrar el amor, una familia de verdad. A lo mejor tengo más suerte el año entrante.

The lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora