Capítulo uno.

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Capítulo uno.

– ¡Cielo! –llamó mi mamá desde abajo dando brincos por los escalones hasta abrir la puerta de mi habitación– ¡levanta tu cara de esa almohada que ya es tu primer día en el instituto! ¿No es emocionante? Recuerdo mi primer día de la preparatoria… como olvidarla. Yo estaba…

–Mamá –interrumpí– déjame despertarme como una persona común y corriente y deja de contar una de tus historias que apenas estamos en la mañana.

–Ya entendí, ya entendí… pero a tu madre no le hablas así.

–Bah –dije apartando el acolchado de mi cuerpo y dirigiéndome al baño.

No daré esas típicas explicaciones de narradoras que dicen cómo se bañan paso a paso. Podría, es divertido, ¿pero qué podría decir? “me pase el jabón por todo el cuerpo mientras el agua goteaba y caía sobre mi organismo. Hizo su trabajo y limpió el jabón de allí, quitando el resto enjabonado” absurdo. Se me hace similar a que describas cuando vas al baño a hacer una de tus necesidades. Asqueroso. Luego de bañarme hice lo que siempre suelo hacer: me peino a duras penas mientras me lavo la cara para borrar la marca de la almohada que deja siempre todas las mañanas.

Mientras bajaba las escaleras veía a mi mamá con su sonrisa enorme y sus ojos apuntando hacia mí. Quizá crea que por fin haré nuevos amigos y compartiré mi graduación con ellos, saldré de compras con unas amigas, traeré gente nueva a esta casa para decirles “después de tanto, aquí estamos” y le cuente básicamente toda mi historia (cosa que si no lo hago yo lo haría ella). Su cara será por eso, quizá suceda o quizá no. Consiguiente a eso sus ojos apuntaban hacía mi desayuno.

 –Te hice tu desayuno favorito así empiezas un buen día: panqueques. Al costado esta lo que le puedes añadir, eso queda en ti.

–Gracias… –agradecí mientras prendía la televisión y ponía las noticias ya que lo único que hay en los otros canales son dibujos para más chicos o programas que casi nadie ve.

“¡Buenos días a nuestros televidentes favoritos! Una hermosa mañana con un sol resplandeciente que entra por la ventana de nuestras habitaciones. Eso, claro que si la dejas abierta o si tu madre te despierta con el sol en tu casa *risas en el fondo*. Como siempre nos ocupamos de que tengas una gran sonrisa para ir al trabajo, escuela o quien nos esté mirando. ¡Suerte a tu día! Entre las noticias de hoy…”

Lo que siempre me pregunto (bueno, una de las tantas cosas): ¿por qué la gente se piensa que cuando te tienes que levantar a la mañana, por obligación lo que debes hacer es “sonreír”? Simplemente no lo comprendo, si tengo que interrumpir mi sueño es por la escuela… no creo que mi cara exprese una sonrisa.

– ¡Esa cara! –se acercó mi madre hacía mi apretando sus dedos en mis cachetes, mientras yo hacía una mueca de dolor– quítala. Sabes que buenas cosas nos esperan…

– ¿Y si no me llegan a mí pero a ti si?

–Sí lo harán. ¡A todos nos esperan! Apenas tienes 16 años Joanne, muchas cosas para vivir te esperan –a veces me da risa la positividad de mi mamá, otras veces ternura–. Muy bien… es hora de ir. ¿O prefieres ir en autobús?

–Sabes que prefiero ir en auto además, que sabes si me encuentro a un chico o una chica estúpida que se burlan simplemente por ser “la chica nueva”.

–Bueno vamos ya que dices… –puso los ojos en blanco. Nada más nuestro recorrido fue de unos cinco minutos. Llegamos y mi mamá estacionó a unos diez metros de la entrada. Cuando me estaba por bajar, volteó su rostro hacía mí y repitió:

–Sabes que te amo… y que cualquier cosa me lo puedes consultar a mí.

–Sí que lo sé… gracias –respondí agradecida. Cerré la puerta mientras despedía con la mano a mi madre cuando se alejaba por la calle de la escuela.

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⏰ Última actualización: Jan 25, 2015 ⏰

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Disquieting (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora