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JAEHYUN
Tres días en los que no había podido dormir ni un poco. Todo a mi alrededor estaba comenzando a ponerse estresante. Escuchaba una extraña voz en mi cabeza que me susurraba un montón de cosas indescifrables para mí.
ㅡ ¿Te sientes bien, cariño? ㅡ Heejin tomó de mi brazo. Su calidez me hizo regresar al mundo. Ella se quedó un rato mirándome. Yo tenía leves ojeras y mi piel estaba más pálida de lo normal.
ㅡ Sí. ㅡ Contesté. Tomábamos el desayuno tranquilamente, frente a mí estaba Bardock, el padre de Heejin y a su lado, su hermano Barrick quien tenía que alimentarse con cosas líquidas porque no podía masticar. Yuta estaba en el extremo de la mesa hablando solo. Creo que él, al igual que yo, sentía una vibra negativa en todo lo sucedido.
ㅡ Alguien tiene noticias sobre lo que sucedió con Loni? ㅡ Comentó Bardock. El ambiente se inundó en un silencio espeso e incómodo y Heejin se removió a mi lado. ㅡ Tenía pensado en invitarla a cenar a nuestro castillo. Hace mucho tiempo que ella no viene por aquí.
ㅡ Padre. ㅡ Comentó Heejin. ㅡ No creo que invitar a Loni sea buena idea.
Bardock le dio un sorbo a su jugo de naranja y asintió con la cabeza. ㅡ Fue hace mucho tiempo, ¿No?
Yo soné mi garganta. ㅡ Tiene razón.
No me agradaba la idea de tener a Loni en mi castillo, pero Bardock siempre que quería algo se lo proponía.
ㅡ Perfecto. ㅡ Bardock sonrió.
ㅡ Disculpe que sea metiche, señor Bardock y si me lo permite, que mis palabras no causen impresión. ㅡ Habló Yuta. ㅡ Escuché decir que los superiores nos culpan por la desaparición de Loni.
Fruncí mi entrecejo. Antes de que alguien pudiera comentar algo las grandes puertas del comedor se abrieron dejando ver a mi superior Johnny.
ㅡ Tenemos que hablar.
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LONI
Sumergida en un lago de sangre derramada con una brisa irritante que golpeaba los árboles y se escuchaban gritos, susurros, exclamaciones de dolor, llanto, tristeza y furia. Estaba en un lugar que Taeyong llamaba el limbo. Allí había cierta paz pero también desespero. Un lugar extraño donde las personas divagaban. Para ellos ni la vida ni la muerte significó algo.
Mis ojos estaban cerrados, tenía sueño, estaba exhausta y solo quería regresar a mi castillo, a mi habitación, ser arropada por las suaves sabanas blancas olor lavanda. No sabía cuanto tiempo llevaba con Taeyong. Tal vez días, semanas, años... Parecia una eternidad. Él me dijo que no me desesperara, que tuviera paciencia. Allá afuera solo me esperaba un lugar lleno de misterios, incertidumbre y desespero. Me preguntaba si estaban buscando por mí, o si simplemente les daba igual mi ausencia.
Sentí un golpe en mi frente. Como un dedo hacer tic en ella. Abrí los ojos de golpe y me encontré un gato negro encima de mí. Sus ojos eran similares a los de Doyoung y para cuando me di cuenta, Doyoung había pasado de ser un gato negro a su forma masculina, original. Se retiró rapidamente encima de mí.
ㅡ No sabía que podías hacer eso.
Taeyong apareció a su lado acariciando su cabello.
ㅡ Doyoung es muy talentoso pero tonto tambien.
Doyoung solto un quejido. ㅡ Jamas he sido tonto, soy distraído que es una cosa muy distinta. ㅡEra la primera vez que escuchaba hablar a Doyoung. Realmente era un chico introvertido.
ㅡ Ya es tiempo de irse. Has estado mucho tiempo desaparecida y creo que todos en el inframundo estarán desesperados. ㅡ Taeyong se dirigió a mí. Me tomo por el brazo.
ㅡ Pero me siento a gusto aquí. No hay presiones, ni estrés, ni obligaciones.
ㅡ Las almas sueltas hacen su caza una vez a la semana, es hoy. Suelen comer cuerpos de los cuales adueñarse.
ㅡ Vale y....
ㅡ ¿Y qué?
ㅡ ¿Te volveré a ver?
ㅡ Te vendre a buscar cuando sea necesario o mandaré a Doyoung a buscarte. Él se escabulle facilmente entre los lugares.
Asenti sin responder más nada, cruce el mismo lugar por donde vine. Me deje caer en el lago de sangre y que el líquido llenara mis pulmones hasta sentir como me desmayaba. Pero Taeyong decía que era una simple ilusión y que cuando comenzaras a agarrarle el hilo, no había vuelta atrás. Sentí el aire del inframundo, frío y denso chocar con mi frágil cuerpo, pero estaba demasiado débil como para ponerme de pie.
Sentía ganas de morir... otra vez. Pero esta vez para siempre
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