II.

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Jaemin llevaba cinco días conviviendo con el pequeño chico de cabello morado, era algo aburrido a veces, específicamente cuando se encerraba en su cuarto y ponía música a todo volumen. Él no podía verlo, pero sabía a la perfección que el chino hacía eso sólo cuando tenía ganas de llorar y que nadie lo escuchara, tampoco se lo mencionaba porque solo haría todo más incomodo y de seguro discutirían sobre si era cierto o no. En ese instante, el coreano se mantenía sentado frente al televisor viendo Grey's Anatomy, solo porque había escuchado que era una serie que se encontraba en Netflix y era interesante que la dieran por un canal abierto, seguramente le aburriría luego de un capítulo o olvidaría mirarla, Renjun había salido temprano camino a sus clases y mencionó que después iría al supermercado, de hecho, hasta le había pedido a Jaemin que escribiera en una lista cosas que necesitara y el podría traerlas, era ese tipo de chicos tan dulces y amables, ese tipo de chicos que a Jaemin hacían suspirar.

— Oye, traje cereales. —Renjun entró al departamento y cerró la puerta detrás suyo con uno de sus pies, debido a que sus brazos venían ocupados con unas bolsas de mercadería, eran de papel—. También fruta y... pasta dental.

El tiempo había pasado muy rápido, sentía que a penas se había sentado frente a la televisión, pero, ya ni siquiera estaban dando Grey's Anatomy.

— Genial. —el castaño se acercó decidido a investigar todo lo que había dentro del par de bolsas, le gustaba hacer eso—. No trajiste avena.

Renjun le dirigió la mirada y se encogió de hombros, de pronto ya estaba sonrojado y Jaemin se dio cuenta con facilidad al ver sus orejas de color rosa, solo que no entendía porqué el más pequeño estaba avergonzado, sí, es algo normal para ambos pero no le había coqueteado ni había dicho nada fuera de lugar.

— Bueno, es que... —el chino retomó la palabra, como queriendo explicarse—. La avena estaba en la cima de los almacenes entonces no pude alcanzarla, lo siento.

Este chico, era definitivamente de otro mundo, y Jaemin no sabía si podría con su actitud tan correcta y tierna, a su manera, podría sonar algo empalagoso y tonto pero sentía que Renjun era irreal, cada vez que lo veía pintar, estudiar o tomar agua, parecía un verdadero ángel caído del cielo y comenzaba a sonar esa música de los dramas en su cabeza, en bucle.

— Deja de mirarme así y ayúdame a ordenar. —Renjun lo golpeó con la caja de cereales e hizo que Jaemin riera, mientras hacía pequeños sonidos organizando los muebles de la cocina con la mercadería.

— ¿Te gusta el yogurt saborizado? —Jaemin lo observó, cuestionando los gustos de Renjun con su expresión facial.

— Sí, en especial el de fresa. —Renjun lo miró devuelta, con algo de duda y curiosidad planteada en sus ojos brillantes—. ¿Por qué?

— Es que... —el coreano, suspiro, más que nada para dejar su imaginación volar—. Los científicos dicen que sólo los chicos más bonitos son capaces de comer ese tipo de yogurt.

— Pensé que hablabas en serio. —Renjun buscó las frutas que quedaban y las dejó en una esquina del refrigerador, acomodando con cuidado las manzanas y separando las mandarinas de las otras frutas, cuando por fin había terminado con su labor, decidió levantarse y cerrar la puerta de la nevera, dándose cuenta al instante de la mirada intensa de Jaemin.

— Habló en serio, eres muy lindo y pequeño. —Jaemin siguió a Renjun en dirección a su habitación compartida—. ¿Qué harás? ¿vas a dibujar, pintar o...?

— Voy a descansar. —murmuró, mientras se subía a su litera y se sentaba a revisar su celular, por otro lado Jaemin solo lo observaba como si fuera el mejor pasatiempo, de todos modos no tenía nada más que hacer.

Renjun dio un suspiro, bloqueando su celular y sonrojandose.

— ¿Quieres sentarte... aquí, conmigo?

Jaemin sonrió, asintiendo de forma frenética, tenía miedo de que el chino jamás se diera cuenta de su frecuente comportamiento de cachorro que mantenía vivo solo cuando el más pequeño estaba en el departamento, el resto de las horas solo era aburrido, en ese piso, sin tener la piscina que había en el patio, ni poder observar por el balcón que daba a todas las otras casas lujosas del vecindario donde se alojaban sus padres.

— Tu cama es cómoda. —mencionó Jaemin, acercándose a Renjun fingiendo acomodarse en el lugar tan solo para obtener una vista más privilegiada del lindo rostro de su ajeno.

— Gracias, supongo. —ahí iba de nuevo, con esa ligera risa que le hacía tener mariposas cada vez que la escuchaba.

Aunque, ahora era mucho mejor que los primeros días en los que habían vivido juntos, durante el primer día ni siquiera se dirigieron la mirada, Renjun se sentía muy incómodo, limitado, quizás por la misma presencia de Jaemin, pero supo conllevarlo, el castaño no quería incomodarlo, pero luego del segundo día todo se volvió menos pesado y Jaemin ya había tomado la suficiente confianza como para ligar cada vez que podía, Renjun era como un imán, sin querer.

— ¿Te gusta el anime? —preguntó Jaemin, sonriendo y ojeando al mismo tiempo una de las libretas que descansaban en los pies de la cama de Renjun—. Noragami, Given, Boku no Hero... ¿Blend S?

— Sí, lo vi por curiosidad y me gustó, es muy adorable. —contestó Renjun, ante el tono dudoso de Jaemin al leer el último título, en esa libreta solía dibujar algunos de los personajes o ilustrar pequeños rostros inspirados en los mismos animes que había visto —. De hecho, es uno de mis favoritos, deberías verlo.

— Lo veré... Si me haces compañía. —Jaemin se acercó a Renjun, dejando su cabeza reposar en el hombro del último mencionado, quién rio y asintió—. Genial, me encantan las citas otakus.

El coreano se levantó después de hablar, dejando a Renjun con una sensación confusa en su mente, quizás ese era uno de los puntos atractivos de Jaemin, ser un chico completamente espontáneo y no saber que esperar de él, podría coquetear o ser molesto en cualquier ocasión, pero el chino prefería tomarlo como algo neutral, no le disgustaba, para nada, de hecho el castaño le caía muy bien, contrastaba muy bien con su personalidad y era necesario alguien animado en su departamento, en cierto modo agradecía que fuera un caso perdido, como solía definirlo Doyoung, por más egoísta que suene.

— I had a dream about you last night, your eyes were shining so bright... —Jaemin tarareaba mientras cepillaba sus dientes, pensando en la única persona en su mente durante el último tiempo, Renjun, tal vez sólo era uno de sus amores platónicos pasajeros, como sucedía cuando asistía a la preparatoria—. Beautiful dream, yeah, yeah...

O eso esperaba, Renjun era un chico complicado, sensible, tierno y tímido, aunque, también era un caos mental, prefería no pensar tanto las cosas o podría caer en esa atormentante idea de que le empezaba a gustar un chico inalcanzable, siempre pensaba en ello, se sentía insuficiente para todos a su alrededor y eso era una carga que llevaba en sus hombros, Jaemin sufría de una muy baja autoestima, que se escondía detrás de esa faceta alegre y coqueta que solía mostrar al chino desde que lo vio ser tan vulnerable, sabía que no era sano ocultarse tanto pero a veces era mejor sonreír más y preocuparse menos, pero de algo se comenzaba a dar cuenta y era que deseaba no ser alguien temporal en la vida de Huang Renjun, con quien compartía departamento, quería ser mucho más que eso.

𝐏𝐀𝐑𝐓𝐍𝐄𝐑 ; 𝖱𝖤𝖭𝖬𝖨𝖭. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora