Capítulo 3

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Damba era un pueblo que se encontraba alejado de las demás sectas y también era conocido como el reino de los mil castillos de piedras.

A simple vista, parecía una enorme montaña que se alzaba a los cielos, lleno de árboles y plantas, pero en medio de esto, se encuentran centenares de torres, fortalezas y viviendas; algunas agrupadas y otras construidas en solitario.

Lan WangJi avanzaba en silencio por el camino rocoso y angosto, tranquilo, mientras que, tras él, su acompañante caminaba emocionado, con la vista alzada, admirando cada una de las construcciones. Él era muy expresivo, Lan WangJi no necesitaba mirarlo para imaginar la cara que ponía, con solo escuchar sus constantes "Wuaa", "increíble" y "ohh", era suficiente.

Sin embargo, probablemente debido esa distracción, no pareció darse cuenta de que el camino aparte de ser rocoso también se caracterizaba por no ser recto, cada cierta cantidad de pasos había una curva y continuaba así a medida que seguía ascendiendo.

No pasó mucho cuando justo en una de las tantas curvas la punta de su pie chocó con algunas rocas sueltas y el general Hua, que estaba a punto de exclamar por sexta vez "Increíble", perdió repentinamente el equilibrio y lo único que salió de sus labios fue un "¿eh?" antes que su cuerpo empezara a caer.

Lan WangJi que estaba en alerta, no se le pasó desapercibido esto y se giró para ayudarlo y evitar que no cayera. Sin embargo, no contaba con que el otro, impulsado por la sorpresa y el horror, se agarrara de su manga y tirara de él hacia abajo.

El rostro de Lan WangJi se puso pálido, no solo porque sabía que estaba a punto de caer, sino porque, justo en esa esquina del camino, entre los tantos árboles, resultó que había un precipicio.

—Oh, no. —Escuchó decir a su compañero y ambos cayeron hacia el vacío.

Lan WangJi se apretó los labios, ¿resulta que este chico aparte de ser distraído también tenía mala suerte? ¡Absolutamente ridículo!

Sin pensarlo mucho, con un brazo Lan WangJi rodeó la cintura del general Hua, sujetándolo con una mano y con la otra atrapó una de las ramas de los tantos árboles que se cruzaban en su camino durante la caída.

—Creo que estamos salvados... Que susto. —Suspiró pesadamente el general Hua y sujetándose de las solapas de las túnicas de Lan WangJi, echó una mirada hacia abajo.

...No podía ver el suelo.

El general Hua tragó saliva.

—Em...

—¿Qué ocurre? —La voz de Lan WangJi sonó bastante relajada a pesar de estar colgando desde un árbol con solo un brazo mientras que con el otro sostenía a alguien que era casi de su tamaño.

—Jaja, cómo decirlo. —La risa en su respuesta fue nerviosa.

En ese momento un crack sonó.

—¡¡!!

Aunque Lan WangJi podría soportar el peso, al parecer la rama del árbol no fue igual de capaz y pronto se rompió.

—¡Dios! ¡Ayúdanos! —Exclamó el General Hua cuando volvieron a caer hacia el vacío.

En un rápido movimiento, Lan WangJi buscó desenfundar a Bichen, pero el grito del General Hua fue más rápido cuando dijo:

—¡Ruoye! ¡Sujétate de una rama firme! —Y en menos del tiempo que tardó en parpadear, una cinta blanca danzó por el aire y como si fuera una flecha, salió disparada hacia arriba.

Esta vez fue turno del General Hua para sujetar de Lan WangJi.

No pasó mucho cuando la cinta se tensó y frenó la caída. Solo entonces, ambos dejaron salir un suspiro de alivio.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2020 ⏰

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