· · 𝑇𝑟𝑒𝑠 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 ❞

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·   ·  Tres años ❞

Joel cruza los brazos mientras su padre terminaba de atar los cordones de sus zapatillas favoritas, esas de color blanco y que tenían dibujitos de Spiderman. La mejor parte venía cuando daba pasitos y en la base se distinguían lucen coloridas, como si fuese una discoteca personal... para sus pequeños pies y todo el que viera aquel espectáculo.

—¿A dónde vamos?

El hombre arregla el suéter verde adentro del pantalón de su primogénito, ofreciéndole una cálida sonrisa para que comience a tranquilizarse y deje de balbucear palabras inentendibles. Pues sabía que Joel creía que irían al dentista y eso no le gustaba en lo mínimo, solamente acababa llorando como si fuese un bebé.

—Vamos a casa de tía Astrid —cuenta poniéndose de pie, buscando la chaqueta blanca porque están en época de invierno y Joel pesca los resfriados con la misma facilidad que come galletas de arándanos hasta saciarse y amenazar con reventar.

Joel da un par de pasitos igual a un soldado y queda de espaldas a su padre. Le gusta pasar tiempo con él. No es que no quiera a su madre o hermanita, simplemente va por el lado de que el señor cumple cada uno de sus caprichos y eso está fantástico. Aunque de todas formas el cariño es más grande hacia él. Un lazo inquebrantable.

—¿Po qué? —arruga su naricita, tomando la mano de su papá luego de estar divinamente vestido y muy calentito.

Se sentía como un osito de felpa.

—Porque hoy conoceremos a Erick. ¿Recuerdas que tenía su pancita grande como mamá? —Joel asiente, sin embargo, son pocos los recuerdos que almacena en su memoria—. Pues el bebé ya nació.

Sus ojitos parecen querer salirse de las cuencas al abrirlos considerablemente. De pronto, una amplia sonrisa deja notar esos dientecitos tan pequeños que generan ternura en sus padres y los amigos de éstos; Astrid y Noah.

Aquel par de adultos se conocen desde hace varios años, fue una grata coincidencia descubrir que eran vecinos luego de estar incomunicados por unos meses por cosas referentes al trabajo y mudanzas.

Patricia se acerca a sus dos hombres que ama con el corazón, llevando en brazos a la pequeña Isabelle de apenas dos meses. Joel estira una mano para que así su madre consiga agacharse y él pueda besar la frente de su hermanita tal y como vio a su padre noches atrás.

Él cuidará siempre de Isabelle.

Una distancia mínima separa ambas casas, no obstante, el frio se filtra hasta los huesos y ocasiona que ingresen tiritándose.

Joel distingue a Rex, el perro de sus tíos. Sus pensamientos le incitan a correr detrás del can, sin embargo, su padre lo detiene agarrando más fuerte su manito.

Saluda con un fuerte abrazo a Noah y en seguida pregunta por Erick.

Todos suben a la habitación que se encuentra en el segundo piso. Patricia junto a su esposo describen lo maravilloso que es tener un nuevo miembro en la familia, así mismo también aseguran que las noches de desvelo se aproximan para aquellos padres primerizos.

Noah baja a Joel, dejándolo libre como viene pidiendo desde que iban a subir las escaleras y el pequeño se removía tal cual un gusano.

El bulto blanco en los brazos de Astrid llamó en demasía la atención de Joel, quien no duda un segundo en acercarse para descubrir qué tenía. ¿Será ese el bebé?

De pronto el fuerte llanto inunda la habitación y Joel termina en brazos de su padre que se ríe al verlo atemorizado por un ser tan indefenso como lo es Erick.

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𖦹 No termino con las demás 
   historias y ya me mandé a
│   escribir otra.

𖦹 Espero que les guste.

𖦹 Intento de comedia.

𖦹 Besos🖇

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Vírgenes hasta el matrimonio || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora