· · 𝑄𝑢𝑖𝑛𝑐𝑒 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 ❞

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· · Quince años

—¡Joel, hazme caso! —demanda Erick, arrastrando con flojera los pies mientras engulle su boca con un pedazo de tarta que hizo la madre de Joel el día anterior.

Patricia lo consciente dándole los dulces que su madre le prohíbe.

Volvamos a ellos. Sucede que Joel Pimentel ha estado ignorando a Erick —"su hermanito"— desde hace varios meses. Ya no hacían todo juntos, ahora cada uno iba por su lado. Y eso a Erick no le gustaba, porque a pesar de tener dos amigos, no era lo mismo. Zabdiel solía ser muy violento en las luchitas. Y Christopher muy delicado, sumando el hecho de que robaba la barrita de cereal que acomodaba Astrid en su lonchera. Y ni que hablar de Isabelle, ella lo dejó por sus nuevas amigas.

Sí. Nada era como antes.

—¡Joel! —grita más fuerte, empujando la puerta con un pie y haciendo su entrada a la habitación del mayor de forma más dramática, como si el plato fuese Simba y está por ser mostrado a todos los animales—. ¡Me estoy muriendo! ¡Mírame!

El rizado levanta ambas cejas cuando nota que su pequeño amigo baila muy chistoso en el suelo —no sabe en qué momento se tiró—, como un gusano que está siendo deshidratado. Sí es que es posible.

—Déjate de tonterías, mocoso.

—Uhm. ¡No!

—Te comportas igual a un bebé, Erick.

El ojiverde abre la boca ofendido por esas palabras, se coloca de pie y limpia su ropa del polvo inexistente. Es fin de semana y sabe que Joel estuvo siendo un buen amo de casa, mientras tanto, Patricia había llevado a Isabelle al curso de baloncesto y Alexander estaba trabajando como siempre.

Se dirige a la cama del mayor, cayendo de trasero cuando Joel lanza una almohada en su dirección y consigue desestabilizarlo.

—¡No seas grosero! —exclama, volviendo a su labor. Comienza a saltar en la cama, teniendo cuidado de no pisar a al rizado o caerse nuevamente—. Voy a saltar en tu cara si me sigues ignorando, Joel Pimentel.

El cojín que iba a lanzar queda suspendido en el aire cuando escucha la chillona voz de Erick. Aquello que debería ser una amenaza, sonó para él de una manera diferente. Y si sus pensamientos tomaban un rubro asqueroso, claro que permitiría que salte sobre su rostro o en otra parte de su cuerpo.

Malditas hormonas.

Vete a tu casa, Er —pide apartándose del menor, yendo a la puerta e indicando la salida.

—Joel...

—Saldré con Mariana, debo alistarme.

Erick toma asiento en la cama, quedando en posición de indio. Sus manos permanecen en cada uno de sus muslos. Incluso sonríe en dirección de Joel.

—¿Ya son novios? —pregunta con curiosidad, esa muchacha le cae mejor que las otras tres. Mariana casi siempre le regala un pastelito de arándanos.

Joel rasca su nuca nervioso.

—Todavía, pero sí me gusta mucho —confiesa.

—¡Qué tonto eres, Joey!

—Ya, enano. Vete de aquí —refuta cruzando los brazos, y sonríe socarronamente—, a menos que quieras verme desnudo.

Las mejillas de Erick se colorean al punto de igualarse a dos cerezas, infinitos balbuceos escapan de sus finos labios. Se limita a ponerse de pie y golpear el pecho de su mejor amigo cuando se acerca a él, repitiendo lo asqueroso que se ha vuelto.

—¡Dios, Erick! Ni que fuera la primera vez. Hasta nos hemos bañado juntos.

—Pero ya no, sería asqueroso ver tu... tu... esa cosa —tartamudea avergonzado.

—Te recuerdo que también tienes un pene, Erick. Por si lo habías olvidado.

Suelta una carcajada mientras el menor chilla agudo de pura rabia.

—Me voy.

—Adiós, mocoso.

Erick acostumbra a besar la mejilla de Joel, no es un secreto o algo desagradable. Hace lo mismo con todas las personas, aunque esta vez fue diferente.

Sus labios terminaron juntándose con los de Joel.

Su primer beso.

—¡Tengo tus gérmenes! —lloriquea corriendo en dirección a su hogar.


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𖦹 ¿Edad de su primer beso?
│ Soy chismosa, perdón


𖦹 ¿Cómo va su día?


𖦹 No creí que llegaran tan
rápido (efe).


𖦹 Besos🖇️

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Vírgenes hasta el matrimonio || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora