Capítulo 3 || ¡Profesora, feliz viaje!

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Macksant.

— ¿Me parece o no te llevas nada bien con el maestro de matemáticas? — la voz de Brandon hace que voltee a mirarlo y así salir de esta batalla emocional, entre la furia y la indignación que tenía con ese hombre —. Por lo que veo no — responde al parecer por mi rostro nada agradable.

— La verdad es que no somos los mejores amigos, pero tal vez sí los perfectos enemigos. — digo sacando una sonrisa del fondo, muy del fondo, el chico no va a pagar estupideces que aún no comete.

Tomo un sorbo de agua.

— Brandon, con todo lo que tengo en la cabeza  no te he preguntado por qué estas aquí — me sonríe —. Deberías si no me equivoco de estar en la universidad. — digo fingiendo pensar, sacando los recuerdos de lo más recóndito de mi estropeada memoria.

— Me estás cambiando el tema muy mal, pero eso no importa. Y sí, debería pero no tengo las primeras clases, y sólo estoy por unas horas, mi madre me ha pedido el favor, ha dicho que tenía cosas que hacer — responde subiendo las mangas de su camisa negra hasta los codos.

Brandon es uno de los hijos de doña Isabel, es el menor de tres hijos, de todos ellos solo hablo con él, ya que sus hermanos mayores están fuera de la ciudad.

— ¿Algún pretendiente? — trato de molestarlo pero en vez de eso se suelta una carcajada y yo sonrío.

— Pienso que quizás te está consiguiendo uno a ti, ya que yo no puedo porque estoy muy enamorado de mi adorada novia, así que no lo intentes, no pretendas seducirme. No soy para nada fácil — me dice riendo e intentando ser serio.

Lo miré haciendo un gran esfuerzo para no reírme, la mayoría de las veces es al contrario.

— Por Dios, has acabado con mis ilusiones, explotaste mi corazón con tus palabras — me acerco a él para dejar un beso en su frente, tomándolo de la cabeza con mi mano para acercarlo, le sonreí y el me devolvió la sonrisa —. Te cuidas por favor. Me saludas a la diva que creo a semejante chico tan modesto y nada fácil. ¡Adiós cielo! — él me dio un beso en la mejilla, y un super abrazo triturador de costillas. Es un buen chico.

— Te quiero Mack. Nos vemos pronto.  — nos terminamos de despedir y me dispuse a irme.

Cuando iba bajando las escaleras al final se encontraba Santiago de brazos cruzados mirando su reloj de mano, se veía impaciente. Decidí no prestarle atención, no tengo tiempo para perder con personas irrespetuosa e insolente, y terminé de bajar tomando camino directo a la rectoria para confirmar mi reunión con el señor Mendoza.
En el primer bloque de clases me mandó a avisar de ella, la verdad no sé con exactitud para qué será, pero lo sospecho.

Girando la esquina me toman del brazo sin llegar a hacerme daño.

— Quién lo hubiera imaginado, ya veo le gustan chiquitos, superó barreras de sorpresas, ¿no le da vergüenza? —¿esto es en serio? Regreso mi rostro para verlo y tiene una ceja perfectamente alzada negando con la cabeza, con una fingida risa y divertida.

— Esto es increíble, ¿cuál es tu problema?, no puede ser que te la pases jodiendome la existencia — le digo fastidiada y frustrada —. Además lo que yo haga con mi vida es mi responsabilidad, no le debo cuentas a nadie, y mucho menos a usted, al que le debe dar pena y vergüenza es a ti. — lo señalo con mi dedo índice. He perdido el decoro.

Su mirada cambia un poco, es leve, no pasa mucho para regresar su mirada de socarronería , me suelta el brazo, de la rabia ni había notado que aún lo tenía sostenido.

¡2 Lunas Macksant! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora