⋆16.

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Un par de mechones rojos se le pegan a la frente mientras sus trenzas golpean suavemente su espalda a causa de la rapidez con la que pedalea su bicicleta azul. Afrodite avanza por la carretera a trompicones hasta que llega al solitario paramo rodeado de árboles en donde el auto de Timothée ya está estacionado. Él se encuentra recargado en el capo en una posición que para todo el mundo pasaría como despreocupada, sin embargo, para la chiquilla pelirroja no. Ella si es capaz de notar la tensión que hay sobre los hombros del desgarbado muchacho que la espera bajo la lluvia. La joven deja caer su bicicleta al piso justo detrás del vehículo y camina hasta quedar frente a frente con él.

Timothée esta fumando. El cigarrillo le cuelga de los labios en cuanto él repara en la presencia de la chiquilla. Las profundas ojeras que surcan debajo de sus ojos y la aflicción en su rostro, causan estragos en Afrodite, quien siente que en cualquier momento podría echarse a llorar. Es patético, se dice. Aún ni siquiera han cruzado palabra ni se han despedido y ella ya quiere echarse a llorar como una niña pequeña. El muchacho se ve fatal y su aspecto es triste, apagado, como si el interior de su cuerpo estuviera vacío. La pelirroja no dice nada, ni siquiera se le ocurre uno de sus picantes y típicos comentarios. No sabe si es capaz si quiera de conseguir hilvanar palabras cuando llegue el momento.

La chiquilla pelirroja se recarga en el capo del auto a lado de Timothée y le quita el cigarro de las manos para darle una profunda calada. Ninguno de los dos puede evitar la sensación de deja vú que hay en toda esa situación. Timothée evoca el día en que la conoció y compartieron un cigarro mientras la confianza les soltaba la lengua y les permitía hablar como si se conocieran de toda la vida. Las puntas de los dedos le queman por tocarla, por abrazarla y no soltarla jamás. Sin embargo, la siente lejos. A pesar de la corta distancia que los separa hay un inmenso mundo entre ellos que los separa. Se quedan ahí recargados en el auto sin decirse una palabra mientras se fuman toda la cajetilla de cigarros que él ha traído, se quedan ahí quietos apenas conscientes de las gotas de lluvia que los bañan.

Al cabo de un rato y mientras se turnan para fumarse el último cigarrillo ella, tan valiente como siempre, es la primera en romper el silencio. — No te vi esta mañana en la ceremonia de graduación —afirma, dejando escapar entre sus labios el humo del tabaco. — Pensé que como eras profesor, era obligatorio que fueras a la graduación de los alumnos de último grado.

Timothée la observa de reojo. La mitad del rostro de Afrodite esta cubierto de rebeldes mechones rojos que se escapan de sus trenzas. A ella no parece importarle, sin embargo, él, se encuentra deseoso de apartarlos, de acariciarle el rostro. Aunque reprime su deseo y se limita a quitarle el pitillo de las manos para darle él, una calada. —Estuve en casa, pensando — responde.

La voz de Afrodite es neutra, casi distante cuando levanta la ceja y se atreve a responder. — ¿Ah sí? ¿Y qué pensaste?

—Quiero estar contigo — contesta sin vacilación. Como si solo con "querer" bastara. Como si todo fuese tan sencillo.

Afrodite se queda en silencio mirando el vacío. Una especie de risa y de jadeo sale de su garganta en forma rota, en la forma más melancólica y rota posible. Sus ojos amenazan con expulsar todas las lágrimas que esta reteniendo para parecer fuerte. Sus dedos queman por desear el contacto de su piel con la de él. Quiere besarle, quiere tocarlo, abrazarlo y no soltarlo. Sin embargo, es mas inteligente que eso y no se deja llevar por lo que manda su corazón. Debe hacer lo correcto porque después de todo, ella siempre ha sabido que aquella relación no tenía futuro. ¿Ella y Timothée juntos?, quizás en otro mundo. Timothée la observa dudar y de verdad que no entiende porque ella vacila ¿acaso ella no quiere estar con él?

—Te vas a casar mañana Timothée — le recuerda dando un paso hacia atrás tratando de poner distancia entre ellos dos. — Tendrás hijos, heredaras las empresas de tus padres, con el tiempo aprenderás a amar a Rose y te olvidarás de mí. Tienes una responsabilidad con ella. No conmigo.

El joven luce derrotado y Afrodite afirma que él está a punto de desmoronarse o de gritar a causa de las verdades que ella le ha dicho. Timothée tira de sus rizos con frustración porque definitivamente, esa, no era la respuesta que esperaba y el hecho de recordar que esta por casarse y atar su vida a una mujer a la que no ama, lo desquicia por completo.

—No quiero casarme con ella. No lo haré — le dice.

Afrodite de verdad se esfuerza por no llorar. Por no mostrarse tan vulnerable como se siente por dentro. — ¿Por qué? — se limita a preguntar.

—Por ti, por mí, por nosotros. Por todo y sobre todo porque estoy harto de mi puta vida — Timothée responde sin vacilación, acercándose más a la pelirroja abrazándola por la cintura, sin embargo, ella se aparta de sus brazos y coloca una mano en su pecho, alejándolo suavemente.

—No hagas que esta mierda gire sobre mi — contesta ella. — Si dices que lo haces también por ti, esta muy bien. Pero no me cargues la responsabilidad de que lo haces por mí. No tomes una decisión en base al sexo casual que hemos tenido por meses, hazlo porque tú quieres, no porque piensas que alguien quiere que lo hagas y créeme que yo no quiero que esto sea sobre mí y tampoco quiero que insistas. Quiero que le hagas frente a tus responsabilidades, no espero menos de ti.

Él asiente con desgana. Corta la distancia que lo separa de ella y la toma con suavidad por las mejillas. — No fue solo sexo lo que nos unía y lo sabes — dice con la voz tan rota que Afrodite siente que todo su ser se rompe un poco más. — Para ambos fue más que eso. Yo siento cosas por ti y creo que tú también las sientes por mí.

Esta vez ella no se aparta de su lado. Esta tan cansada de luchar por apartarse que ya no tiene fuerzas para intentarlo. Su cuerpo aún quema por la necesidad de querer sentirlo más cerca una última vez. — Quizá nuestro error fue sentir demasiado — contesta encogiéndose de hombros.

Timothée la mira. Una sonrisa triste se extiende por los labios de la pelirroja. Él también le sonríe de esa forma tan triste, tan rota y tan resignada. Aquello era una despedida y ambos lo sabían bien. Sus ojos pican y una lagrima rebelde escapa de ellos al momento que su voz ahogada dice —Afrodite, yo te...

Ella niega con la cabeza mientras se rompe a llorar. — No, no lo digas. No lo hagas más difícil —susurra con la voz rota.

Se miran en un silencio que parece durar horas. Ahí estaban los dos, con la lluvia que los mojaba como único testigo. Él corto la distancia y la beso por última vez. El sabor salado de las lágrimas que ambos derramaban se calaba entre su beso. Cuando el aire comenzó a faltarles, se sostuvieron en los brazos del otro. Ninguno se encontraba en condiciones de escogerse el uno al otro. No así. Y ahí estaban. En el lado contrario de la burbuja de felicidad en la que habían vivido los últimos meses. En el lado contrario de su eternidad. Los días, los meses que pasaron y los sentimientos compartidos se les escurrían entre los dedos como agua. Sus recuerdos se escapaban de forma efímera mientras se mantenían en ese abrazo. Una última experiencia compartida entre dos amantes improbables

Cuando la noche comenzó a caer, ella se marcho sin mirar atrás y él no la siguió. No lo hace por respeto a las decisiones de la pelirroja que acaba de romperle el corazón con una dosis de realidad y no lo hace por el simple hecho de que sabe que ella no quiere que él la siga. En el camino de vuelta a su casa, Afrodite se permite llorar y desgarrarse la garganta en sus lamentos que se ahogan con la lluvia que comienza a caer, porque parece que el cielo se ha puesto de acuerdo con ella para romperse en llanto. Y mientras ella, empapada de pies a cabeza entra a su casa, Timothée hace lo mismo, entra a su departamento, con la diferencia de que uno de ellos se pondría borracho para aliviar sus penas y la otra lloraría toda la noche hasta quedarse dormida.



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teacher's pet ✦ timothée chalamet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora