C U A T R O

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—Tenemos que hacer algo, Umbridge no nos están enseñando prácticamente nada, solo nos pone a leer y ya. Así no estaríamos preparados para algo. —le decía Hermione a sus amigos mientras salían de las clases de Defensas contra las Artes Oscuras, el primer turno de clases que tenían el día, estaban dirigiéndose hacia el salón de Transformaciones. Todos lo estudiantes aun seguían hablando sobre la icónica entrada de Regina al comedor en el desayuno, y es que había sido magistral en todo su esplendor.

—Tienes razón, pero no podemos hacerlo sin la ayuda de alguien, no estamos tan cualificados para entrenar por nuedtros medios. —concordó Harry.

—Pero Harry, tú sabes hacer un patronus, tienes varios conocimientos en hechizos.

—¿Y qué son esos varios conocimientos? No son nada Ron, nada comparado con lo que tenemos que estudiar para saber.

—Ya tenemos a varios compañeros que están de acuerdo con nosotros. Solo basta ver como podríamos entrenar por nuestra cuenta. —aclaró la pelirroja.

—Lo veremos después, ahora entremos a la clase.

Al atravesar la puerta que daba paso al salón, solo encontraron a la morena sentada en su escritorio, quien alzó su mirada café hacia ellos. Lo que no se esperaban era que ella cerrara las puertas con un movimiento de su mano, dejándolos a ellos cuatro solo en él lugar.

—Profesora Mills...

—¿Qué traman? —preguntó ella alzándose de su puesto, desde que los vio entrar notó algo diferente en sus miradas, el poco tiempo que llevaba  conociéndolos, las cosas que le había dicho Dumbledore, la forma que se comportaban al ver a Umbridge cerca y la rebelde personalidad, bastaban para que ella los conociera muy bien. Con gracia bajó los escalones y caminó hasta quedar unos pasos cerca de ellos.

—No sé a qué se refiere Profesora. Hay alumnos allá afuera esperando. —trató de evadir la pelirroja.

—He puesto un hechizo para que piensen que aun tienen tiempo libre. Ahora díganme, ¿Qué está pasando? Y ni se les ocurra mentirme. Los conozco lo suficiente. —posó su mirada en cada uno de ellos.

—Ya se lo dijimos, no pasa nada...

—Harry, dijiste podemos confiar en ella. —le susurró Ron, mirándolo para hacerlo entrar en razón. Regina solo se quedó esperando una respuesta, cruzada de brazos y con la barbilla en alto.

—Umbridge no nos está dando clases. —comenzó a hablar Harry, y al ver la mirada confundida de la morena, se apresuró en explicar—. Lo único que hace es ponernos a devorar libros, que no tienen nada que ver con los hechizos que tenemos que aprender para defendernos. Solo digo, la materia se llama Defensas Contra las Artes Oscuras, por alguna razón, ¿No? Deberíamos estar aprendiendo la teoría de los hechizos y luego ponerlos en práctica, pero no es el caso.

—¿Y qué piensan hacer? Sean honestos, no me gustan las mentiras.

—Lo único que sabemos es que tenemos que entrenar de alguna forma, sin que nadie se entere, hay un pequeño grupo que está dispuesto. —respondió esta vez la de apellido Granger.

—Antes de que caiga la noche. Ustedes y el grupo que tienen, en Cabeza de Puerco. —sentenció Regina, y cuando el trío iba a replicar, con un movimiento de sus manos abrió las puertas y rápidamente comenzaron a llegar los estudiantes.

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