La conversión

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Morgan no tardó mucho en adaptarse a la vida de condesa, sin embargo, lo que más le gustaba de su nueva posición era que podía cumplir la mayoría de sus deseos, entre ellos y el que más le gustaba satisfacer, su deseo carnal. Provista de una belleza sin igual, un cabello blanco, que mentía diciendo era rubio platinado, y una sonrisa seductora, logró tentar a varias cortesana para compartir lecho con ella para que, después, éstas fuesen silenciadas con amenazan por parte de la condesa, pues conocía el riesgo de que alguna de sus amantes de turno hablase y algo que no deseaba perder era su posición y la libertad que le costó años de engaño adquirir.

Un día, mientras estaba en una fiesta, conoció a una mujer de gran belleza, tez morena y ojos cafés quién empezó a sonreír y a tentarla, tentación que Morgan no pasó por alto. No pasó mucho tiempo hasta que Morgan supo el nombre de esa mujer, duquesa Daniela de Nápoles, una vampiresa lo suficientemente mayor para dejar de ser tratada como un chiquillo perteneciente al burgués clan de los Ojos Rojos. Ambas empezaron un juego de querer y no querer, no podían ser tan abiertamente con sus deseos en un lugar público, mucho menos en una fiesta, cosa que a Morgan no le molestaba, le gustaba pretender y jugar con sus conquistas en público y proclamar en privado, era uno de sus fetiches favoritos.

La duquesa de Nápoles estuvo merodeando a Morgan por años así como dictaba su clan hacer cuando se pensaba convertir a alguien, los Ojos Rojos tenía reglas bastante específicas respecto al tema después de todo. Al inicio todo era casual, una simple conocida que quería acercarse más a la condesa, pero poco a poco Daniela logró no solo ser alguien cercano a Morgan, sino hasta su misma amante y algo más, su mentora en el mundo del pecado y lo oscuro, le enseñó demasiado del mundo oculto, sobre pactos y leyendas.

Daniela le platicó a Morgan sobre los hijos de Alukah, estos seres de increíble poder que muchos temían y otros adoraban, sobre los clanes y, más específicamente, los caminos que uno podía elegir. Como Daniela supuso, Morgan quedó enamorada del camino del pecado y del placer, después de todo, ella ya vivía en un pecado constante de mentiras y fachadas falsas para esconder su verdadera naturaleza depravada sedienta de deseo y satisfacción, cosa que agradó a la duquesa, pues ella igual caminaba por ese sendero.

Cuando Morgan cumplió los 22 años, la duquesa la convirtió mientras ambas tenían el más salvaje y placentero sexo de su vida, la sensación que recorrió el cuerpo de Morgan fue abismal, jamás había tenido tantas oleadas de placer y el éxtasis vivido en ese momento sería algo que, si pudiera elegir, volvería a repetir sin pensarlo dos veces. Esa noche su casa se quedó sin empleadas debido a su primer ataque de sed que vivió. Cuando volvió en sí y supo que su piel, anteriormente morena, ahora era pálida y unos dientes afilados sobresalían de sus labios sonrió, no tenía que verse para saber que era hermosa, ahora poseía una belleza intimidante y eso le gustaba.

Una vez dentro de los Ojos Rojos y con un nuevo poder, Morgan ahora debía aprender a controlar sus recién adquiridos talentos a la par de averiguar una manera de como destronar al mismo regente de ese lugar o, por el contrario, hacerse de su propio reino y, así, proclamarse regente de todos los no-muertos para tenerlos a sus pies y satisfacer sus deseos sin control, era un sueño bastante bueno que Morgan estaba deseosa de hacer realidad, pero por ahora, debía esperar, esperar a ser lo suficientemente imponente, fuerte e influyente para poder atacar sin perder nada de lo que ya tenía, sería largo, sí, pero lo mejor y lo más suculento son los preliminares, ¿no? El juego, el deseo y la tentación.

Morgan D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora