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Empezó a flotar, todo a su alrededor lo hacía.

Trató de mantenerse lo más oculto que podía, mas le era imposible. No explicaba cómo habían conseguido desactivar la gravedad en un abrir y cerrar de ojos, sin nada de esfuerzo, pero el terror lo consumía por completo, por lo que ignoró aquello.

Por más que estuviera escondido, todo era peligroso, y más aún porque las personas que registraban su nave, estaban seguramente destrozandolo todo y lanzando todos sus objetos a cualquier lugar de la NDL, sin importar que hubiera cuchillos volando por todas partes.

Se atrevió a asomar su cabeza a través de la mesa que ahora como todos los muebles, flotaba por la cocina. Observó detenidamente si el ambiente continuaba siendo hostil ante él, habían tres chicos, uno tenía el cabello de un color dorado, llevaba un traje al igual que los otros dos, pudo notar como el chico de la derecha, al lado de "risitos de oro", observaba cómo este arrojaba cosas de una caja, usaba un visor. El último tenía detalles en verde adornando su traje.

Parecían humanos.

Tal vez no le harían daño.

De pronto, no sabía cómo, ni pudo notarlo, ni pudo saber de dónde tomaron aquella herramienta si dentro de la nave no había una mierda, pero voló ignorando completamente el resto de objetos que le obstruian el paso, y aterrizó justo en la frente del noruego que asomaba su cabeza de detrás de la mesa, y todo comenzó a oscurecerse. Su vista se nubló y dejó de escuchar, hasta que lo último que escuchó entonces fue un;

— Ah, con que ahí estabas... 

Y aquella voz se desvaneció convirtiendose en nada más que un simple susurro, perdiéndose en su cabeza hasta desaparecer.







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Al despertar, sintió frío. Estaba desorientado, aunque en realidad desde que quedó varado en medio de miles de estrellas que se sentía de esa forma.

Su cabeza daba vueltas, escuchaba murmullos y veía una luz a lo lejos, sentía una gota caer y salpicar al caer en un charco. No recordaba nada, quizás estaba soñando, intentó mover su mano para pellizcarse la piel, pero ésta no reaccionaba a las órdenes que su cerebro le daba, no se movía, salvo por sus dedos, quienes tenían un alcance limitado.

al cabo de unos segundos comenzó a desesperarse, ¿sería una especie de parálisis del sueño?

No, no podía.

Y entonces recordó, ya sabía donde estaba, o algo así. Levantó la vista lo más que pudo, la habitación en la que estaba era oscura y lúgubre, logró ver de dónde caía la gota y el charco en el que aterrizaba, vió los barrotes que le impedían salir, y un pasillo. Más allá del pasillo, había una habitación blanca de la cual provenía la luz y los susurros.

— ¡es el idiota que nos metió en esas naves de mierda, Edd! — Sus ojos pesaban, y de pronto un fuerte dolor de cabeza lo hizo soltar un quejido, aunque seguía sin poder mover los brazos, por lo que dedujo que estaba atado. De todas formas, continuó escuchando.

— Lo sé Matt, lo sé. Cálmate — una voz más suave se hizo presente, logrando quitarle un poco el pánico al creer que todos ahí serían agresivos.

— Yo opino que hay que arrojarlo al espacio y dejar que se muera.

— ¡Tom!

— ¿Qué? ¡Nos mandó a una "misión espacial" sin siquiera estar preparados! casi nos mata, Matt.

— No, de hecho quería decirte que es una buena idea, es lo que se merece por golpear mi cara. Oh Tom, ¡golpeó mi bella cara! — se sentía ajeno a la conversación, aunque de hecho lo estaba. Aquellas palabras lograron hacer que el pánico entrara e invadiera nuevamente su cuerpo, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza y empezó a moverse frenéticamente de un lado a otro, esperando consiguiera soltarse y esconderse, o, si tenía suerte, huír.

— Hey miren, ya despertó — escuchó pasos cada vez más cerca, y a su corazón a punto de salirse de su pecho. Leves jadeos se le escapaban por lo mucho que se removía en su lugar.

— Tord Larsson — dijo uno de los tres chicos, no los veía pues estaba con los ojos cerrados fuertemente. — Líder Rojo, ¿"Viejo amigo"? — abrió lentamente uno de sus ojos, observando la mano que aquella persona le extendía frente a su campo de visión. — vamos, ¿No era eso lo que solías decir siempre? ¿Por qué no me estrechas la mano? Ah, espera, es cierto, Edd te ató de manos, disculpalo por querer ponerse a salvo de ti, aún no comprende que dentro de esta nave no tienes control sobre nada en absoluto. Quiero que sepas, Tord, que está vez no vas a manipularnos tan fácilmente, y que si estás aquí, dentro, no es porque quisiéramos salvarte, si no porque vales mucho para nuestro líder — Claro, ahora se daba cuenta: aquellas personas eran Matt, Edd y Tom, sus ex-amigos a los que cruelmente había enviado al espacio.

Pudo sentir cómo lentamente se abría la celda en la que estaba, los pasos cada vez más cerca lo hicieron sentir indefenso, el sudor corría por su frente, se deslizaba por su mejilla y se disolvía. En eso, una mano agarró su hombro y lo obligó a dejar el estado en el que estaba, tirándolo bruscamente a la pared, volvió a cerrar los ojos cuando sintió la respiración del chico que le estaba hablando hace unos minútos cerca del oído.

— él sabe lo que hiciste, Larsson. Todos sabemos lo que hiciste — aquellas palabras le provocaron un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. — también sabe lo que quieres hacer. Las especies de otros mundos no son tan idiotas como lo somos nosotros, commie, no lograrás tomarte un nuevo planeta para ti sólo el día que la Tierra se destruya por completo.

Tord no podía creerlo, ¿Cómo mierda se enteró de eso? No recordaba contárselo a nadie además de a Paul y Patryck, quienes iban a hacer la prueba de sus nuevas naves no tenían forma de saber aquello.

— ¿Cómo rayos te–

— Silencio, si no dejo que hables no hablas — Larsson sintió cómo el chico con quién hablaba agarraba su cabello de la parte de en medio que había entre ambos mechones rebeldes que llevaba, los cuales parecían cuernos. Lo agarró lo suficientemente brusco como para quejarse en voz alta.

Y así de brusco como lo agarró, también lo soltó.

Last Night In The Space // TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora