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Llevaba por lo menos una hora encerrado y ya se había rendido, sabía que nunca podría salir de ahí... Y tampoco es como que quisiera irse del todo, de todas formas su nave ya se había perdido en el espacio así que no había lugar al cual regresar.
    
Estar tanto tiempo en la misma posición, sentado y con los brazos entumecidos por estar atado, lo ponía de mal humor, realmente necesitaba estirarse o algo, mierda.

— mhm... — se movió un poco en su puesto, tratando de estirarse, mas sus intentos fueron en vano.

Mientras él estaba ahí, entumecido, enfadado y preocupado, los otros tres chicos se escuchaban discutir mientras jugaban a algo, o esa era la vaga idea que tenía en esos momentos.
Entonces, ¿ahora qué? ¿Se quedaría ahí encerrado... Para siempre? ¿Tendría que seguir ahí hasta llegar a aquel supuesto jefe y ser asesinado? Vaya porquería, se negaba a aceptarlo, por mucho que se hubiera desistido ante la muerte hacia tan solo unas horas atrás, estar parado en una nave con esperanza de seguir en pié, le devolvía las ganas de querer seguir luchando porque su corazón continúe latiendo, e iba a lograrlo a toda costa.
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Una o dos horas más pasaron volando y Tord ya se encontraba profundamente dormido, su cabeza gacha y heridas en su rostro lo hacían ver deprimente y devastado. Su pecho subía y bajaba de forma calma, y sus manos seguían atadas. Seguro al despertar, sentiría un dolor infernal en todas partes.

De pronto, el ruidoso sonido de la celda siendo abierta logró hacer que Tord abandonara aquel mundo de fantasía que yacía en su cabeza, para volver a la realidad en menos de un segundo, lo cual lo hizo soltar un gruñido por el dolor en su cuello. Maldijo por lo bajo.

Entonces, un paso, dos pasos, tres... La persona que abrió la celda se detuvo frente a él, se agachó y le tendió algo que no parecía ni de cerca algo comestible o utilizable o siquiera algo digno de ser visto.

— tómalo — dijo aquella persona con voz autoritaria.
Tord levantó la vista con pereza y lo miró, era Edd.

— no.

— o comes esto, o mueres de hambre, es así de simple — dejó la comida en el suelo y se levantó, acercándose a sus ataduras con lo que parecía ser un cubo algo extraño, era violeta y brillaba. Esto hizo que Tord se alarmara, ¿acaso eso iba a matarlo?

— ¡hey! ¡Aléjate! — exclamó, pateando una de sus piernas con toda la fuerza y el impulso que consiguió darse, con tal de alejar aquella amenaza de él. El plato de comida quedó totalmente vacío, la comida estaba esparcida por todos lados, Edd yacía en el suelo sobando su pierna, y Tord estaba a la defensiva — No... Te me acerques... — murmuró agitado.

— ugh, bien. Si quieres mantener los brazos atados, que así sea — Edd ahora estaba más enojado que nunca, pero lamentablemente no podía asesinar a sangre fría al individuo que acababa de empujarlo y herirlo, pues su muy honorable jefe lo necesitaba con vida, éste había dicho que quería interrogarlo, pero, ¿no podían solo interrogarlo ellos? Es decir, al menos de esa forma no tendrían que estar haciendo tal viaje para llevarle aquel chico a su jefe, tan solo podrían haberlo matado por su cuenta. Haber obtenido información de su parte y haberlo matado luego sonaba como un plan mejor, entonces, ¿por qué tantas molestias?

Tal vez... ¿Su jefe en realidad no quería matarlo?

Ah, no, imposible, su jefe mataría a Tord sin dudarlo, seguramente sólo usaría a Tord para desaburrirse un rato o algo así, debido a que a éste le encantaban ese tipo de cosas. Hace mucho tiempo que no tenía un "nuevo juguete" como el cuernudo, y debía admitir que si él fuera su líder, también querría matar a aquella masa de perversidad, maldad y frialdad, y no dejaría que otra persona —aparte de sus amigos— sea capaz de ponerle un solo dedo o cuchillo encima hasta que él lo hiciera.

Last Night In The Space // TomTordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora