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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente.      

Su mente y su corazón siempre tenían presente el día en qud la "conoció" de cierta  forma.

—Oe, Kenma —lo había llamado Kuroo, mientras practicaba toques con su pelota—, crees... ¿crees que sea un niño al que le guste el volleyball?

—No lo se. —se limito a contestar mientras aun mantenía la vista en su Psp—, ¿y si es niña?

—Una niña... que raro —susurró el azabache, su conversación fue cortada por el ruido del gran camión de mudanza que llegaba junto a un vehículo blanco.

En la mañana había llegado uno igual, llamando toda la curiosidad del azabache, y habían decidido, o mejor dicho; Tetsuro decidió que ambos fingirían jugar en la acera de la calle para ver que clase de personas se mudaban a la casa de enfrente.

Kuroo deseaba que fuera alguien a quien le gustara el volleyball, así ahora serían tres para ir a "subir de nivel", como lo llamaba Kenma.
A Kozume realmente no le importaba, si era niño, niña, si jugaba o no, pero quizá que supiera de videojuegos no estaría mal.

Del vehículo blanco pronto bajo una mujer de cabellos castaños, llamando la atención de ambos, la mujer se veía... un poco mayor para tener algún hijo, Kuroo suspiró resignado a no tener un nuevo amigo.

Kenma miro a su amigo por unos instantes, ¿qué debía decir? "Quizá tenga un sobrino o algo así", sin embargo un objeto que sacaron de aquel camión blanco llamo su atención.

—Kuroo, hay una bicicleta, y no creo que ella tenga la fuerza para usarla... —y como si aquellas palabras fueran un ítem de energía extra, Kuroo sonrió y empezó a analizar todo.

—Y es celeste, es celeste.

—Pero eso-... —

Sus palabras no salieron, su mirada se clavo en una niña que salía de aquel coche blanco, cabellos dorados largos y ondulados, su peinado tenia unas pequeñas trenzas decoradas con flores que parecian no tener final, traía un corto vestido rosado, y sostenía con cuidado a su gato en brazos.

—Uhg, una niña...
—Una princesa...

Ambos soltaron al mismo tiempo, Kuroo miro con cuestión a su amigo ¿princesa? ¿Quién ella?
Kenma sintió su corazón palpitar velozmente, sus mejillas arder, su garganta secar, y sus manos temblar, ¿qué le pasaba? ¿Estaba enfermo? ¿Lo habían hechizado?

Pronto aquella mujer sostuvo de la mano a la niña, acercándose al par;
—Hola pequeños... —saludó animadamente—, esta es mi hija _____, —la presentó, empujándola levemente, causando que esta diera dos pasos al frente—, tranquila ellos serán tus vecinos y amigos.
Y tras decir eso la castaña se alejo con velocidad, a gritarle a uno de los hombres que bajara con cuidado sus platos.

—¡Hola! Soy Kuroo —el primero en hablar fue el azabache.

—_____ —saludo ella, abrazando mas a su gato, el cuál aun ronroneaba en sus brazos.

—Bonita... —soltó Kenma sin pensar, ganándose la mirada de ambos niños, entonces se dio cuenta que desde que la vio no había dejado de observarla.

_____ lo miro dubitativa;— Ella es Soraya —soltó, imaginando que el halago había sido para su gata.

Kenma entro en panico, la princesa le estaba hablando, y él no se sentía como un caballero o incluso príncipe para dirigirle la palabra, su cerebro le gritaba que respondiera, pero todo su cuerpo le decía que saliera de ahí.
Eh hizo lo que mas seguro le pareció... corrió, corrió y se escondió en su hogar, mirándolo al par a través de las ventanas del salón, solamente dejando ver sus dorados ojos.

—El... disculpalo, se pone nervioso con personas nuevas. —dijo Kuroo intentándo salvar ma dignidad de su amigo.

Kenma estaba al borde de tener un ataque de pánico, ¿era malo sentirse así? Esperaba que no, esperaba que aquello pasara en unos meses, cuando cumpliera catorce.

(•••)

—¡Ya vuelvo mamá! —Kenma escuchó el grito de aquella chica, corrió a ver entre sus cortinas, logrando sacar una sonrisa de lado a su amigo azabache.

—Deberías dejar de actuar como acosador y decirle que te gusta. —bufo Tetsuro mirando con atención aquellas revistas de deporte.

—No me gusta... —contesto volviendo a sujetar su mando para jugar.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

¿Le gustaba? Por supuesto que le gustaba, desde tenia trece años le gustaba, pero Kenma sentía que admitirlo ahora con casi diecisiete años no era algo de que presumir.
Decir que ella aun le seguía pareciendo la misma princesa de trece años con flores en el cabello, brillante, delicada y bonita...
_____ había cambiado mucho, ya no era tímida, no era tan calmada, y no era rubia, no era algo que a Kenma le importase, después de todo según él; el cabello negro se le veía bien, todo le quedaba bien, para Kozume aquella chica aun causaba sus nervios, el rápido palpitar de su corazón de pollo, la causa de que sus manos sudaran sin razón, ¡ella lo hacia sudar! ¡¿cómo era posible eso?! ¡evitaba moverse mucho para no sudar! Pero ella, con un saludo o un beso en la mejilla lo volvía agua pura, o lo mandaba al fondo de un foso de lava ardiente.
Y como diría, ella era su mas frágil tesoro, pero también su debilidad. Nadie tenia idea de lo que le pasaba cuando ella le sonreía, cuando lo saludaba, o cuando lo tocaba accidentalmente. Kenma se sentía en uso de su última vida al quince porciento cuando estaba junto a ella.

—Que sí.

—Que no.

Pero no pensaba admitirlo. O eso creía.

 O eso creía

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─❀꒱; ʜᴇᴀʀᴛ ɢᴀᴍᴇ | ᴋᴇɴᴍᴀ ᴋᴏᴢᴜᴍᴇ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora