69 6 2
                                    

La gran batalla se hacia presenta a las afueras de Joseon, el pequeño pueblo de comerciantes ardía en llamas, los bandidos montados a caballo blandiendo sus espadas sobre los cuerpos envueltos en fuego de algunos aldeanos.

Y dentro de la casa más adinerada ocurría una gran masacre de sirvientes mientras cuatro personas trataban poner a salvo a sus hijos. Los Park, dieron su última despedida aquellos dos seres quienes siempre serán su orgullo. 

 —No salgan asta que caiga la segunda noche—advirtió su padre antes de colocar la madera en su lugar junto al tatami.

La joven de diecisiete años quien vestía un simple hanbok rosa se escondió entre los brazos de su pequeño hermano de diez años, derramando algunas lágrimas en el proceso.

Sabían bien lo que pasaría si salían de su escondite, como también el final de sus padres y lo único que podían hacer es mantener la esperanza que llegara la ayuda de la familia imperial Joseon. Pero los gritos de los aldeanos y sus sirvientes se escuchan por todos lados, no sabían si mantener la esperanza que todo aquello valdría la pena, ambos hermanos se abrazaban con fuerza ahogando sus lamentables lloriqueos mientas temblaban.

Cerraron los ojos con fuerza al sentir como su rostro se iban bañando de un liquido espeso y caliente que descendía de arriba, donde era la habitación de sus padres.

Estaban asustados esos hombres estaban justo arriba de su cabezas, la piel se les en chino dejando de respirar por unos largos minutos, escucharon los quejidos de algunas chicas que aún seguían vivas arriba de ello combinado con las voces de esos sujetos. Ambos se cubrieron los oídos, deseando ser sordos con todas sus fuerzas.

Esos depravados estaban abusando de ellas, en la misma habitación donde su padre había hecho lo mismo con su madre. Si, podría ser considerado la cosa más horrible y poco humano actualmente, pero en ese tiempo resultaba ser al tan común como respirar, pues su casamiento nunca fue por amor mutuo. Al final ambos adultos trataban a toda costa de seguir con lo que llamaban normal en cualquier familia.

Ambos habían vivido su vida lleno de falsedad, ninguno recibió amor como se merecía, pero ambos se entregaban amor, porque ambos sabían cual sería su destino.

Sin darse cuanta, ambos habían perdido la noción del tiempo, los gritos cesaron y el sol hacia acto de presencia.

El sonido de los cabellos se hizo presente, ambos hermanos seguían sin parpadear, sin soltarse de ese abrazo.

—¡HAY ALGUIEN AQUÍ!— gritaba una persona fuera, ellos seguían sin reaccionar.

Unos de los muchos soldados bajaban a inspeccionar las casas ricas y una de ellas, la familia Park. A decir verdad, era la única casa rica en ese pueblo.

El general Kim iba a la cabeza mientas sus otros soldados le cubrían, muchos cuerpos de jovencitas desnudas hacian en la entrada de esa habitación.

Entro al compartimiento donde se veía era de los jefes de esa casa.

—Aquí tenemos a los señores Park— informó a sus soldados que voltearon a ver lo que su general veía.

Las cabeza de la señora esposa del comercial Central de telas estaba colgado en la entrada.

El semblante de sus soldados se volvió blanco como papel llevándose una mano a la boca, asqueados por la escena grotesca que veían,rodearon la cabeza y entraron siguiendo a su general, que vio el cuerpo de la mujer también sin nada puesto.

—Quién haya hecho esto, es un enfermo— escupió dirigiéndose al armario saco una gran tela cubriendo el cuerpo de la mujer muerta. —No son peor que eso, descuide señores Park, el emperador no dejará que esos bandidos queden sin pagar por su atrocidad— con eso último, se dio medio vuelta dispuesto a irse antes de escuchar una voz muy delgada llamándolo.

ᗴᒪ ᑭᖇíᑎᑕIᑭᗴ ᗪOᑕᗴᒪ♔ [ʲⁱⁿˢᵘ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora