Monoma no le caía bien. Lo cual hubiera despertado la risa en sus mejores amigos, dado que estos, conocedores de su carácter eminentemente bondadoso, perjuraban que Midoriya era un bonachón. Si la personalidad abrasadora —por ponerle nombre— de Bakugou no lo había espantado con el paso de los años, nada lo haría. Así pues, reconocer que alguien no le caía bien implicaba mucha, mucha persistencia por parte de Monoma. Le producía un agrio sabor debajo de la lengua. Quizá fuera por el brillo narcisista de sus ojos o la arrogancia con la que se dirigía a los demás. Había algo de serpiente en su carácter que a Midoriya no le gustaba ni un pelo.
De ahí que no tuviera ningún inconveniente en que este sujeto, de forma casi natural, lo ignorara. Parecía obviar la existencia de Midoriya como el vuelo de una mosca: está, es molesto y lo ignoro hasta que pase.
Así, mientras el peliverde entrenaba con Todoroki en las pistas de fuera —solo un par de ejercicios con balones, para perfeccionar reflejos—, sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Indicó a su amigo el fin del ejercicio antes, incluso, de que Monoma los apelara:
—Buenas tardes, idiotas del A. Vosotros dos sois amigos de Uraraka, ¿no? ¿Sabéis dónde está?
Con su tono de superioridad moral, casi parecía exigirle la información en lugar de preguntársela. Midoriya frunció el ceño, sin ocultar siquiera su cautela. Cruzó rápidamente la vista con Todoroki, quien le dedicó otra mirada suspicaz. Este último, tan neutro como siempre, respondió:
—¿Para qué la buscas?
No es que tuviera algún problema con decirle el paradero de su amiga. Pero Todoroki tenía un tope de tolerancia con los gilipollas. Era como un baremo de capullos. Y con Bakugou en la vida de Uraraka su grupo de amigos tenía bastante, muchas gracias.
—No es asunto tuyo—respondió Monoma, sonriendo.
Todoroki mantuvo su gesto indiferente para contestar:
—Entonces, tampoco es asunto tuyo dónde esté.
Hay que aclarar que Midoriya, aun siendo especialmente observador en algunos aspectos, en otros carecía hasta de la mínima perspicacia. Lo achacaba a su personalidad más bien torpe. Por ejemplo, no fue hasta que encontró a Bakugou en el cuarto de Uraraka —sin camiseta y dispuesto a volarle la cabeza por «ser más inoportuno que un gatillazo»— que cayó en lo que realmente se llevaban entre manos. Al contárselo a Todoroki, este se encogió de hombros y le respondió «Se veía venir».
«—Hombre, pues no, Todoroki, no se veía venir».
Sin embargo, en este caso, la tensión era claramente palpable. La sintió acrecentarse cuando Monoma clavó sus venenosos ojos en Midoriya. Había determinación en ellos.
—Uy. Será mejor que controles a tu novio—. Colocó el dorso de la mano junto a su boca, como para que no le oyera Todoroki. —A lo mejor te está poniendo la cornamenta con Uraraka.
Midoriya apretó la mandíbula y volvió a dirigirle un vistazo a su amigo. Aun aparentando serenidad, lo cierto es que era muy sensible a su entorno. Y con sensible se refería a que no se lo pensaba dos veces antes de partirle la boca a un impertinente. El peliverde lo sabía. Por ello, optó por una salida rápida. Lo mejor era sacar a Monoma de escena, y se ahorrarían explicaciones innecesarias a Aizawa.
—No sabemos dónde está. Déjanos en paz.
La lengua del rubio era rápida.
—Oh, yo creo que sí lo sabéis.
Pero la de Todoroki también.
—Sí, sí que lo sabemos. Lo que pasa es que no nos sale de la polla decírtelo.
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Siempre podemos escaparnos con la botella de vino
FanficLos alumnos de UA se preparan para una espectacular fiesta de Halloween. Ninguno se hubiera podido imaginar ese desarrollo de los acontecimientos...