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—Camus... Versau. T-todo el tiempo fuiste tu!

Dijo Milo para si mismo estando super contento, doblo el pedazo de hoja y elevo la mirada a donde Camus estaba sentado en una de las bancas del patio. Corrió hasta el, persiguiendo su destino inmediato.

—Camus!—no se la creia—

—H-hola Milo...—dice en voz no tan alta sin mirarlo dandole la espalda aún—

—O-oye!—se sienta a su lado—C-con que siempre fuiste tu!

—Si... siempre fui yo—abraza sus piernas nervioso—

—Por que no me quieres ver?

—Y-yo... lo siento, es que... no puedo hacerlo

—Que paso?—lo toma del hombro girándolo para poder verlo—Oh por dios...

—P-pero que te paso?—se alarma—

—Solo... lee esto, por favor—le da una carta con unas pocas gotas de su propia sangre—

Cartas para MiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora