Historias

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Junior:
Escribo esta carta con la esperanza de que algún día la leas y logres perdonarme. Sos mi bebé, y lo vas a ser siempre, pero mamá tiene que irse, porque la muerte llegará temprano a casa si no me voy. Sé que me voy a arrepentir de esta decisión el resto de mi vida, pero prefiero que tengas un corazón roto antes de que estés muerto.
Ojalá algún día logres perdonarme, se fuerte, mami te espera, sabrás dónde encontrarme. Te amo.

Un Junior de once años lloraba con la carta pegada al pecho, lloraba de rabia, de dolor, lloraba porque era la única forma de sacar toda la mierda dentro de si. Él nunca perdonaría a su madre, pero la entendía, él tampoco quería vivir este infierno, no la culpa. No recuerda siquiera la voz de aquella mujer que le dio la vida, su amor fue borrado por completo de su memoria y corazón, allí conservaba sólo un hueco, que jamás sería llenado. Esa fue la primera vez que leyó la carta que tenía su nombre, y allí estaba, seis años después, releyéndola, por puro masoquismo, pensando en qué hubiera pasado si lo hubiera llevado con ella.

-Junior salí del baño ahora mismo-Su padre golpeaba la puerta enfurecido, se secó las lagrimas y guardó el único pedazo de papel que le quedaba de aquella que decía llamarse su madre. Se armó de valor y salió del baño, o lo intento cuando un puñetazo se incrustó en su mandíbula.- No hay nada para desayunar, más te vale conseguir algo rápido.

-Sí papá- Agachó la cabeza y salió de aquel lugar, Junior podría usar armas desde los doce, y haber pasado mil peleas callejeras, pero nunca tendría el valor para hacerle frente a su padre, aquellos ojos negros iguales a los suyos eran los causantes de sus más grandes miedos.

Seria otro día robando para poner un plato de mesa en su casa, ya estaba cansado de esa vida, no quería seguir así, pero nadie le daba un trabajo con diescisiete años, y menos si se enteraban que su padre era buscado por la policía, que no iba al colegio desde los quince, y que tenía más crímenes en el historial que cualquier chico normal de diecisiete.

Todo parecía ir como siempre, pero esa mañana el cielo lo escuchó, y le dió lo que estaba pidiendo, que su vida deje de ser como era, quizá no le cumplió el sueño como planeaba, definitivamente no quería estar en un correccional de menores, su padre lo mataría cuando saliera de allí, o quizá ni siquiera recordaría que tenía un hijo, tal vez su padre estaría muerto para cuando él saliera de aquel maldito lugar.

Two ghost Donde viven las historias. Descúbrelo ahora