Milagro de navidad

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Suena el contestador:

"Sé qué hace mucho no sabes de mí, pero Lucy, no hagas preguntas, si crees en las segundas oportunidades y en los milagros de navidad, te espero a las 11 en la calle 56."

Eran las seis de la mañana, noche buena, y yo estaba completamente sola. Así eran mis días normalmente ¿Que si creo en los milagros de navidad? Tal vez de ahora empiece a creer.

Podría ser algún ex del colegio, o de la universidad, o un amigo, cualquier opción sonaba a mejor a pasar navidad sola mirando realitys shows de fashion en pijama. Y tal vez, ¿por qué no? Dejar de pasar mis días sola, el resto del año.

No le devolveré la llamada, sabe mi nombre, debe conocerme, y la verdad es que me encantan las sorpresas...

Alrededor de las 6 de la tarde salí, compré un par de botas, un abrigo y unos guantes a juego. Pasé también por una panadería, compré galletas recién horneadas. Pensé también en quién podría ser, la voz grave y sin acento me sonaba a Diego, aunque podría ser también Alejandro, la verdad me alegraría más si fuera Diego, él siempre fue el más dulce de todos, tan dulce que me lleva a preguntarme por qué le terminé en primer lugar.

¿Sería este el comienzo de una nueva historia de amor? ¿Qué me tendría preparado? ¡Qué cursi, en navidad!

Salí faltando 30 minutos para las 11. Empezó a nevar, qué suerte que traje los guantes nuevos, las galletas horneadas y un libro que Diego me había prestado cinco años atrás, pensé que sería un bonito detalle.

Unos cuantos minutos después llegó un hombre cargando un árbol y una caja llena de adornos, muy romántico para mí gusto. ¿Le ofrezco mi ayuda? Mejor no, pronto llegaría mi cita.

Pasaron 10 minutos más, solo estábamos el hombre y yo.

¿Espera a alguien? - Le pregunto para hacer conversación y evitar pensar en el frío que está haciendo.

-Al parecer, no vendrá. - me responde y luego añade: Verá, el amor de mi vida se va a casar mañana con alguien que no es para ella, me sigue amando yo lo sé, y esta era mi última oportunidad de que ocurriera un milagro.

-Lo siento mucho. - le respondo. Pobre hombre, debería haber cargado ese árbol por varias calles. En la caja de los adornos también se veían cosas con valor sentimental: una camisa, un peluche, un cuadro. Y el hombre se veía cansado, y muy probablemente estaría a punto de llorar.

- ¿Espera usted algo? - me pregunta.

Me miro a mí misma, tengo una bolsa con un libro, unas galletas, y esperanza de que un amor que ya murió vuelva para no sentirme tan sola. ¿Esperaba yo alguien o algo? Yo también esperaba un milagro.

- ¿De casualidad espera usted a alguien llamada Lucy? - le pregunto.

El hombre abrió la boca y no pudo responder, ambos sabíamos que lo que esperábamos no vendría, y no había nada que pudiéramos hacer.

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