Capitulo 4

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Neem temblaba bajo una escueta manta. En realidad era una túnica robada del mercado hacia mucho tiempo, pero ya solo servía como manta. Le había pertenecido a varias personas antes de caer en sus manos, por eso su deterioro era notable. Más allá de sus agujeros y manchones de todo tipo, había partes de la tela que estaban tan gastadas que inclusive una ligera brisa lograba atravesarla sin ningún problema. El muchacho trató de no pensar en el frio que sentía para no despertar a la culpa que anidaba en su pecho.

Esa noche Neem y los otros seis niños que conformaban su banda habían optado por dormir en el pórtico de una casa abandonada, en pleno corazón del barrio rezagado. Los lugares para dormir con tranquilidad se les habían acabado desde que la señora Beatrice se marchó de Vará. Ese pórtico era lo único que tenían, y tampoco estaba tan mal. No había sido una buena semana para la banda y todo parecía apuntar que la cosa seguiría así. El hambre se estaba haciendo insostenible, aún cuando Neem ya había hecho uso de una parte de sus ahorros para comprar comida. Sin embargo cada moneda invertida en comida implicaba un nuevo retraso en sus planes de huida. En Vará abundaban los mercaderes abusivos y cuando veían a un muchacho pordiosero, con la ropa rota y manchada, acercándose a su puesto para comprarles una manzana, ellos eran capaces de querer cobrarle todo una junta con tal de apartarlo antes que pudiera ensuciar su imagen.

Conseguir comida era una aventura que en otra época Neem habría disfrutado como nadie. Pero la situación actual no era para el disfrute. Los ánimos estaban caídos desde que Dennis decidió abandonarlos. Cada vez que Neem cerraba los ojos se llenaba de culpa al recordar la última vez que vio a su mejor amigo. Los otros preferían pensar que él los había abandonado por esa mujer que estaba viendo, solo porque Neem rechazó contarles que no quiso ayudarlo en una misión de asesinato. Sabía muy bien que el resto de la banda apoyaría su decisión de haberse encontrado en su mismo lugar. Pero prefería guardarse la verdad por temor a que todos le echaran la culpa de que Dennis no estuviera a su lado para ayudarlos a conseguir comida o brindarles palabras de ánimo. Aunque en verdad el mayor temor de Neem era que algo muy malo pudiera haberle sucedido a Dennis por no haberlo ayudado. El solo hecho de pensar que su mejor amigo podía estar muerto le quitaba todo el sueño.

Neem sentía que se ahogaba ante la posibilidad de jamás poder pedirle perdón por la pelea que tuvieron.

Los días pasaban y la ausencia del único líder que había conocido esa banda se notaba. Neem trataba de rellenar el vacío para demostrar que había sido el mejor alumno de su amigo, pero las cosas simplemente no eran iguales. Los niños tenían hambre y estaban malhumorados. Cada tanto discutían sus decisiones y ponían en tela de juicio los supuestos logros que podían llegar a cosechar con alguna de sus ideas. Eso provocaba más y más discusiones que unas pocas veces acabaron en golpes.

La última pelea había tenido lugar esa misma tarde.

Neem había decidido que saquearían el almacén de unos ancianos aprovechando la distracción que siempre se generaba con la carrera de los comerciantes. En el pasado Dennis y él habían robado ese sitio unas cuantas veces por lo que tenía algo de experiencia. El almacén era perfecto para un robo gracias a que carecía de las típicas medidas de seguridad que los otros mercaderes tenían: pasadores en las puertas, campanas anti robo o picaportes falsos. Pero al dejarse guiar por el hambre y no hacer una minuciosa investigación sobre el lugar, Neem cometió graves errores. El más grande de todos fue pasar por alto que la pareja de ancianos había muerto meses atrás. El almacén pasó a sus hijos, quienes se lo vendieron a una peligrosa banda de matones para zanjar sus deudas. Esos criminales convirtieron la parte trasera del almacén en una fábrica de Kasana, la droga más popular y adictiva de las calles.

Cuando Neem y sus amigos se colaron por la puerta trasera, luego de burlar a la más simple de las cerraduras, creyeron que se encontrarían con un paraíso repleto de comida sin vigilar. Pero en su lugar se toparon con tres brutos bebiendo y jugando a las cartas mientras una docena de niños trabajaba en la producción de la droga. Neem ordenó la huida ni bien se le pasó la conmoción, pero los matones los vieron y uno de ellos les arrojó una botella que desafortunadamente golpeó a Farú en medio de la frente, provocándole un largo corte que le llenó el rostro de sangre. Pálidos por el terror de haber sido atrapados, sus amigos lo tomaron en brazos y escaparon antes que pudieran aparecer más criminales.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2021 ⏰

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