2. Los mejores amigos saben de leyendas

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La infancia es valiosa por la calidad de amigos que tienes. Amigos como Beto, con su habilidad natural para el Futbol, ​​o Pancho, con su paciencia a su hermanita menor, a las matemáticas ya casi todo lo que le rodeaba. Y no es que fuera un niño despreocupado, sino que se tomaba la vida de manera muy concienzuda. Tanto, que a la mitad de sus veintitantos ya era un admirable economista, solo con el mal tino de recibo casado con una mimada niña que cada día incendiaba las cosas en el departamento. Por supuesto que él a había amado. Prueba de ello es que cuando la mujer lo abandonó para irse con un empresario e otra ciudad, a Pancho no le quedó otra salida peor calculada -de los peores cálculos de su vida- que quitarse la vida.

¿Me dolió su muerte? Por supuesto que me dolió. Le hubiera dolido igual a Beto si hubiera tenido en ese tiempo la conciencia suficiente para asomar las narices afuera del centro de rehabilitación donde intentaba recuperarse por tercera vez de su adicción a la cocaína. A veces las exigencias del mundillo deportivo te llevan a una vida de farándula y adicciones.

Esos fueron mis amigos de infancia, que en los felices años ochenta corrían por las calles de San Gil con toda la inocencia que te dan las aventuras de días soleados. Veíamos la muerte en las calles vecinas o en leyendas que contaban y en las que ellos eran grandes conocedores. Les gustaba encender una fogata en una orilla del río Pilón y aventar tortillas en las brasas de las ramas, para comérnoslas y tostadas con frijoles tomados de uno de los refrigeradores de nuestras casas.

Por las muecas emocionadas se podía notar cuando Beto quería contarnos una de sus leyendas -historias que por supuesto Pancho ya se sabía, pero con ligeros cambios hechos por una abuela o tía al momento de narrarlas-. Uno de nosotros picaba la lumbre con una vara y el otro sacaba las tortillas de la bolsa mientras escuchábamos al que tenía el turno...  

     -¿Sabían ustedes que el nombre de San Gil es por un huracán que llegó hace mucho? Dicen que resultó tan fuerte que durante casi dos semanas a gente tuvo que estar encerrada en sus casas, mientras que en la orilla del río eran muchas jaladas por el agua. Cuando los vecinos pudieron salir, descubrieron que faltaban calles enteras. La corriente todavía se escuchaba como si fueran truenos. Dicen que eso es porque todavía hay piedras rodando en la parte profunda y que con ese sonido es peligroso meterse porque una piedra o un tronco que pase por debajo te puede jalar y puedes quedarte atorado. ¿Sabían que había un circo en el pueblo? Fue el último que entró al pueblo. Ahora solo les vemos que pasan por la Carretera Nacional rumbo a Santiago o Monterrey. No nos quieren.

     -¿El circo de los Hermanos Gil? 

     -Ese mero. Según el pueblo ya había sido fundado ocho veces y ahora vivimos en la fundación número nueve.

     -¿Eso qué significa?

     -El nueve es un número mágico. ¿Sabían que para los ninjas este era un número especial? Si lo multiplicas, cada resultado se puede sumar y da nueve.

     -¡No puede ser!

     -Los maestros de matemáticas seguro saben este tipo de cosas. El caso es que sí significa algo. Que las cosas no van a salir bien. Me pregunto qué habrá pasado cuando el pueblo estaba en su séptima fundación...

     -El siete también es un número especial.

     -¡Así es! ¿Saben lo que pasa en el pueblo cada nueve años? Lo del sacrificio...

     -Si. Hay gente que se vuelve loca cada tanto tiempo. Pero se los llevan de aquí...

     -¿Seguro que se los llevan? ¿Seguro que la gente se vuelve loca? ¿Qué tal si el pueblo necesita este sacrificio? 

Ese día se quedó insertada en mi mente la palabra Sacrificio. Si era una palabra tan importante para el pueblo, debería saber qué podrían decirme de eso las personas mayores y que hubieran nacido ahí. No radicados como mi familia. 

¡Si tan solo hubiera sabido que mi familia sería considerada por el pueblo para continuar con esa leyenda! 

¿Las cosas hubieran sido distintas? No lo creo. ¡El destino es tan contundente! 

La casa sin solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora