Jeongin revuelve la sopa dentro de la olla para que no se pegara. Suelta un suspiro alto, tocando la parte baja de su espalda. Apenas tiene 2 meses de embarazo pero no es eso lo que le lastima la espalda. Hoy, después de clases, tuvo que volver a pie desde la preparatoria, que está en el centro y él vive en su pequeña casa del norte.
Niega con la cabeza, echándole un poquito de agua a la mezcla. Recuerda como era su vida hace 3 semanas, antes de venirse a vivir con un alfa que gracias y sabe su nombre. Cuando vivía con sus progenitores, todo era diferente. No eran ricos, vivían bien, y al ser hijo único, todos los reducidos gastos iban para él. Cuando le dijo a su madre, una hermosa mujer beta, que estaba en espera, ella dijo que estaba bien, que él tenía la última decisión sobre quedarse o irse con el alfa responsable.
En Busan era así, como una costumbre. Cuando un alfa dejaba en cinta a un omega, el debía llevárselo y arreglárselas solas. Jeongin estaba decidido a quedarse con sus padres y disfrutar de las comodidades que ellos le darían a él y a su bebé. Pero no, Hyunjin llegó una noche diciendo que el omega (ni siquiera recordaba su nombre) se iría con él, porque el cachorro que llevaba a dentro era suyo. Los padres de Jeongin lo vieron confiable y dejaron a su hijo ir con él. El omega nunca se quejó.
Ahora se cuestiona con frustración guardada, el porqué de no haberse quejado en aquel momento, había estado tan aturdido que nada salió de sus labios, soló empacó su ropa en una pequeña maleta y con la misma, partió.
Jeongin sabe que Hyunjin lo trajo a su caso por una razón. Y no era por el bebé o porque él sea su omega, no. La simple razón por la que estaba aquí, ahora, era porque si el alfa no lo hubiese hecho, su ego de dominante hubiese sido dañado, y se hubiera sentido humillado.
Vuelve a negar, no pudiendo creer que tan tonto fue. O sea, el cortejo de Hyunjin fue el más vergonzoso.
Un día, la puerta de la casa de sus padres fue tocada, Jeongin la abrió, encontrándose con cierto alfa ahí parado, con la cara seria y mirada sin titubear.
"¿Puedo ayudarte en algo?" Jeongin había peguntado, con medio cuerpo escondido detrás de la puerta, sólo viendo como el pelirubio asentía.
"Quiero que me ayudes en mi próximo celo." dijo, tendiendo una caja de chicles sabor a menta. Los ojos de Jeongin brillaron. Eran sus favoritos. El amaba los chicles.
"Está bien, creo. ¿Cuándo es?" Preguntó, tomando la caja entre sus manos.
"El próximo sábado." y con eso dicho, se dio la vuelta, caminando lejos de la casa.
Hyunjin era un alfa que estudiaba en la misma escuela que él. Compartían clases pero Jeongin nunca creyó que supiera de su existencia porque, bueno, nunca volteaba a verlo. Sólo hablaba con sus dos amigos, Seo Changbin y Kim Seungmin, el ptimero siendo un alfa y el segundo un beta.
Él era un alfa muy cerrado, sólo con sus cercanos podía entenderse bien. Ellos duermen en la misma cama, porque en realidad no hay otra. Hay noches en las que Hyunjin se va a la sala o simplemente se queda lo mas alejado de Jeongin.
Y, mierda. Jeongin es un omega embarazado, nesecita el calor de un alfa más que nada, de su alfa. Ni siquiera sabía si Hyunjin era su alfa en verdad.
Cuando ve que la sopa está lista, apaga la estufa, toma un cucharón y sirve un poco en un plato hondo. Se sienta en su silla y suspira. Está otra vez sólo, pero no se queja, porque Hyunjin estaba trabajando. O al menos es lo que él le decía.
Toma una primera cucharada, quemando su lengua. Rápidamente, para aliviar el dolor, toma un sorbo de su jugo de fresas, natural, porque a Hyunjin no le gustaba que tomara cosas sintéticas, por el bebé.
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Ven aquí y amame
RomanceA sus 19 años, Jeongin debería estar apoyando a su banda favorita, yendo a centros comerciales a mirar la ropa de temporada que ha llegado, o estar juntando dinero para su graduación de preparatoria. Pero no, a sus cortos - o largos - 19 años, Yang...