Capítulo 3

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El día tan esperado llegó. La gala de celebración por el décimo octavo cumpleaños de Alena, la hija menor de Jack Conway.

La mansión estaba atestada de personas. Varios eran invitados que se hospedaban en ella, otros eran organizadores ocupándose de los arreglos del salón para la fiesta que se celebraría esa misma noche y otro grupo importante era el que se encargaba de la seguridad de todos los presentes. Algunos de los hombres y mujeres más poderosos del mundo se encontraban allí, entre ellos: influyentes políticos, exitosos multimillonarios y jefes de asociaciones hermanas a la de Jack.

Dentro del "palacio" las personas corrían estresadas ultimando los detalles finales, pero la situación en los jardines era muy distinta.

Era un día caluroso de verano, por lo que Horacio y Alena se relajaban en la zona de la piscina en compañía de amigos, algunos también hijos de hombres y mujeres prestigiosos. Entre ellos estaban: Lamar Jackson, hijo de un exitoso agente de bolsa, Juanjo Rodríguez, hijo de un íntimo amigo de la infancia de Jack, Raquelle Evans, una prima política de los hermanos y, por último, John Walker, hijo del exitoso hotelero Henry Walker. Si alguien sumase las herencias de los presentes probablemente podría comprar un país.

Alena y Raquelle estaban recostadas en camastros, disfrutando de tomar sol mientras charlaban. Frente a ellas en la piscina, Lamar y Juanjo jugaban una especie de voleibol acuático mientras John salía del agua dirigiéndose a donde estaba Horacio. El de cresta estaba recostado en otro camastro tomando sol, pero se incorporó y se quitó las gafas de sol cuando a lo lejos divisó a cierto hombre ruso saliendo por la puerta que unía el salón de la mansión con los jardines. Volkov, Jack, Henry y otro hombre que Horacio no reconocía, caminaban rumbo a la glorieta que había a la izquierda del jardín, algo alejada de la piscina. El de cresta no tardó en adivinar que probablemente tomarían el té allí.

Horacio instintivamente buscó captar la atención de Volkov. Se paró y se posicionó en el borde de la piscina. Levantó su mano y saludó galante al ruso a la lejanía. Le dedicó una sonrisa coqueta y Volkov no tardó en visualizarlo. Le respondió discreto, asintiendo con la cabeza, mientras continuaba atravesando el enorme jardín con los otros hombres. La actitud del menor no pasó desapercibida a los ojos de John, quien había observado todo en silencio.

De repente, Horacio sintió manos tomándolo de la cintura y levantando sus piernas. No tuvo tiempo de reaccionar cuando el hombre que lo cargaba saltó directo a la piscina frente a él. Por inercia se abrazó al cuello del joven que aún no lo soltaba estando en el agua.

John salió a la superficie cargando a Horacio en brazos y el de cresta tomó una gran bocana de aire antes de hablar.

-Pero ¿Qué te pasa?- Le dedicó una mirada furiosa y el de rastas se rio en su cara. Horacio no se animaba siquiera a voltear a ver al ruso, estaba seguro de que había notado el espectáculo y se sentía avergonzado. El de cresta soltó al rubio y se paró en la piscina.

-¿Qué te pasa a ti? ¿A quién le dedicabas esas miraditas?- John asintió en dirección a donde estaba Volkov y sonrió con picardía. Horacio se ruborizó y lo empujó. Lo había descubierto.

-Eso no es de tu incumbencia- El de cresta le arrojó agua y se alejó tratando de salir de la piscina, pero el de rastas rubias lo tomó del brazo y volvió a acercarlo a él.

-Cálmate, solo quiero saber, no diré nada- Le dijo en voz baja y le guiñó un ojo. -¿Hace cuánto te gusta el rusky?- Horacio pensó qué responder, nunca le había confesado a nadie abiertamente lo que sentía por Volkov, pero John Walker era su amigo desde la infancia, sabía qué clase de persona era, jamás lo delataría.

-Años- Se atrevió a hablar avergonzado, casi susurrando. No podía mentirle, se conocían hace demasiado, su amistad era fuerte y aún después de haber sido pareja seguían queriéndose mucho y confiando plenamente en el otro.

Zapretnyy plod (Fruto Prohibido) - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora