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Después de un pequeño rato, que descansaron, entre los brazos del otro.

Roger volvió a tomarla y ella se dejó amar por él. Sensaciones viejas y conocidas vivió después de tantos años.

Sabía que aquella noche iba ser la primera y única vez. Por eso se dejo hacer en aquel momento todo lo que él quisiera.

Media hora después, la señora Everdeen aún podía escuchar el fuerte viento que golpeaba la casa.

Su cuerpo laxo y cansado, recostado sobre la pequeña cama del segundo piso de aquella casa, aquel hogar que ni en sus sueños pudo haber imaginado estar. Se encontraba desnuda bajo el cuerpo de aquel hombre casado. Aquel hombre que se encontraba sobre ella, desnudo al igual que ella, metido entre sus piernas con su miembro aún dentro de ella. Su cabella en el cuello de la mujer, respirando ya sin esfuerzo. Dandole pequeñoa besos en su hombro.

Ella aún sentía los musculos de su vagina contraerse debido al orgasmo vivido hace pocos minutos. Aún succionando el miembro ya laxo de él.

Aún su mente estaba nublada, sin saber como es que llegó ahí.

Pero lo que si sabía es que fue com total aprobación suya. No sabía porque se dejo hacer aquello, pero ahí tendida se dio cuenta que era necesario. Necesario para ella y también para él. 

Roger salió de dentro de ella y se tumbó arropandola.

-tengo que irme-dijo ella lavantandose desnuda.

Que importaba! Al fin de cuentas ya la había visto toda.

-espera!-le dijo- te llevo-

-no-le susurró mientras se vestía-ya es bastante raro que me vean salir de aquí casi tres horas después de que entre-

Ya vestida lo miró. Seguía desnudo frente a ella.

Miró su cuerpo. Se fijó aún más de porque había disfrutado mucho.

Dejo de mirar su cuerpo y avanzó hasta la planta baja. Habían tenido sexo en la cama de matrimonio de Roger Mellark donde seguramente fue concebido los hijos de él y no solo ahí tuvieron sexo, sino también en el piso de la planta baja. Ella jamás podría haberlo hecho en la misma cama que perdio la virginidad y concibió a sus hijas. Al llegar a la puerta trasera lo miro.

-esto no puede repetirse-

-qué?!-dijo el sorprendido-por qué?!-

-es obvio tu estas casado y yo...-

-mi situación no importa y tu estas viuda. Nada nos impide!-

-Roger...-

La abrazó dolido. Ella se dejó, siempre se dejaba. Desde que enviudó no tenía fuerzas para nada.

-por favor-susurró-siempre te he amado, dejame mas que sea amar tu cuerpo aunque no tenga tu corazón-

-esto estuvo mal-

-no!-

-Roger...-

-Alhelí-la miró suplicante.

-lo siento, pero fue...-recordó como se sintió entre sus brazos-fuistes vivás, placentero y hermoso estar entre tus brazos. Pero no puede seguir. Tu estas casado y aunque sea viuda, tu no. Nunca más hablemos de lo que paso.-dijo decidida-esto quedo en el olvido. Esto estuvo mal y lo sabes-

El la miraba dolido, pero sabía que era cierto.

Eso estaba mal.

Alhelí Everdeen salió de aquella panadería hacia su casa dejando a un Roger Mellark dolido.

Llegó a au casa. Primrose estaba dormida profundamente. Se cambió de ropa y recordó las manos de Roger en ella. Le gusto. Le gusto el sexo compartido, pero aquello fue un desliz. Y aunque le hubiera gustado, nunca, jamás, se compararía con otras manos y ottoa labios. La de su difunto marido.

Siempre iba amarlo. Pese al pequeño desliz vivido. Siempre amaría al señor Everdeen.

Thomas Everdeen.



Fin.

Un pequeño desliz (Sr.Mellark y Sra.Everdeen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora