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Llegó al quemador y le entró a Sue su pedido.

Hacía mucho frío y la nieve subía en el suelo comforme los minutos pasaban. Había pocas personas en el quemador y aún muchas menos personas en la calle. Ni siquiera los agentes de paz se veían.

Caminó la señora Everdeen hacia la salida cuando tropezó con un cuerpo.

-disculpe-le dijo.

-descuide-dijo el hombre.

Era el señor Mellark. Roger Mellark.

-Alhelí-le dijo soprendido-co.. cómo estás?-

Años. Muchos años que no se hablaban.

Ella se encogió de hombros-bien, en lo que cabe-

Su hijo también había sido escogido en los juegos del hambre y mañana, mañana empezaba en la arena.

El asintió dolido, recordando a su hijo.

-cómo lo llevas?-

-no se... creo que bien pero no quiero que ya sea mañana. Tengo miedo a lo que pieda ocurrir-

-igual yo-

Silencio.

Él miró tras de si-esta nevando muy fuerte, dejame acompañarte, vas a tu casa-

-no quiero molestarte-se apresuró a decir.

-no es molestía-

Asintió sin de verdad querer su compañía.

Ambos caminaron por aquellas calles desiertas.

No había casi nadie.

Las calles se habían empezado a llenar mas de nieve que se hacia dificultoso caminar. Tuvo que apoyar ambas manos en el brazo de Roger para caminar. Tuvieron que ir lento.

No decían nada.

Alhelí lo miró. Seguía siendo alto, muy alto. Claro que no tanto como su marido pero si alto mas que él resto. Seguía siendo fuerte. Seguramente por los sacos que siempre cargaba de harina, claro que ahora tenía a sus hijos para ayudarle. Se dio cuenta que su hijo, Peeta, era igual que él. Rubio y ojos claros. Igual a ella.

La mayoría, por no decir todos, de la parte comercial del distrito, eran rubios pero la parte obrera del distrito eran como su marido... difunto marido. Suspiró nostalgica. Dolía recordarlo.

Roger la miró ante su suspiro.

Pensó que recordaba a su hija, no de su difunto marido.

Ella seguía siendo muy hermosa. Pese a los años seguía siendo hermosa. Aunque ya no tenía felicidad y ojos brillosos, sino mirada melancólida.

-Katniss es fuerte-

Ella lo miró.

-tu hijo también-

El se puso triste-no se si... Peeta lo logre-dijo infeliz. Dolido.-pero tu hija, ella es igual que su padre-

Alhelí Everdeen sonrió. Era verdad. Katniss era la viva imagen de él en todo aspecto.

Siguieron caminando hasta que pasaron por la panadería.

-voy a dejar esto-dijo señalando sus fundas-y regreso a acompañarte-

-descuida, puedo ir sola-

-no-dijo él-falta mucho-

Era verdad. Faltaba siquiera veinte minutos de la panaderia a la casa de ella.

-ven-la agarró de la cintura-no te dejaré aquí con el frío-

Ella se encogió nerviosa.

En todo sus años de viudez, nadie le había cogido la cintura. Y antes, solo había sido su marido.

Entraron a la panadería atravéz de la puerta trasera. Todo estaba limpio y ordenado. Y estaba todo escuro que Roger tuvo que prender la luz.

-esperame aquí mientras guardo esto-

Alhelí se quedo merodeando por el piso bajo de la panaderia. Pasaron unos minutos hasta que Roger apareció.

-disculpa por la espera-le dijo-pero al dejar las cosas me di cuenta que mi esposa no estaba. Me dejó una nota que se iba a cuidar a su hermana enferma y se llevo a mis hijos. Regresan temprano para abrir-

Alhelí asintió un poco incómoda porque ambos estaban solos en aquel lugar.

-hace mucho frío, déjame darte un té caliente-

-no hace falta-

-no, por favor-dijo directo. Serio. Mirandola a los ojos-déjame darte-

Ella asintió por la profundidad de sus ojos al decir aquello.

Ambos, casado y viuda, fueron a la cocina.

Un pequeño desliz (Sr.Mellark y Sra.Everdeen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora