¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Era un gran día, algo lluvioso, pero un gran día. Guardó la carta entre algunos de sus cuadernos y libros, restándole importancia, llevaba una pequeño ramo de flores en sus manos, y todo el alumnado pensaba que se le confesaría por fín a Evangeline, después de haberla sacado de clases y haberle rogado que no se separara de él todo esperaban eso.
-¿Y ese ramo, Senpai? ¿Algo especial de lo que no esté enterada?.- exclamó sonriendo la menor, si es que era el cumpleaños de la madre de su Senpai quería saberlo, así también ganaba... Puntos, con ella.
-Oh, no, nada en especial. Sólo... Quería dárselo a alguien.- una sonrisa boba y soñadora adornaba la cara del mayor, al igual que sus mejillas pintadas de un leve color carmín.-¡Estoy tan emocionado!
Acercó el cuerpo de la menor en un cálido abrazo en la entrada de la escuela, donde muchos ya estaban atentos discretamente de lo que pasaba, listos para felicitar a la futura feliz pareja, otros estaban listos para guardar el momento en una foto, con sus celulares a la mano.
-Entendería tu emoción si me dijeras qué está pasando, no entiendo nada senpai.- dijo con una sonrisa confundida y el ceño levemente fruncido, no entendía nada.
-Pues... ¡Se las daré a Uraraka! ¡Es la primera vez que me atrevo a darle algo así!-corrió hacia su salón esperando que la castaña estuviera ahí antes de que se arrepintiera de todo, dejando a la menor en la entrada, con el corazón hecho añicos otra vez.
¿Sería buena idea dejar de intentarlo? Su senpai parecía cada vez más enamorado de otra persona que no era ella.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
