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Un sabor amargo cruzó por su garganta al leer la nota, ¿si no fuera real?. No, necesitaba que fuera real, necesitaba que lo fuera, estaba tan confundido con sus sentimientos en esos momentos que había ignorado varias cartas. ¿Donde estaba la carta anterior a esta? Debía estar en algún lugar de su bolso, revolvió todo, busco entre libros y cuadernos hasta encontrarla y así releerla.
-La edad no importa, en algunos años nos dará igual...- estaba muy confundido, eso se lo había dicho a Evangeline el día en que se reconciliaron, podría... No, ¿como podría ser ella?.
Pero él quería que fuera ella, últimamente sus sentimientos por Uraraka estaban más de borrosos, no era lo mismo desde que perdió a Evangeline por un largo tiempo, su corazón ya no palpitaba rápido cuando estaba cerca de ella, ya no tartamudeaba al hablarle, ya no se sentía nervioso cerca de ella, ya no ocurría nada con ella, nada. Mientras que con Evangeline... La necesitaba cerca cada segundo, necesitaba su atencion aunque fuera por 5 segundos, no podía dejar de abrazarla ultimamente, y por extraño que pareciera, se había vuelto más bonita de lo que ya era, desprendía un brillo espectacular que al parecer nadie más veía y su corazón dolía cuando la veía hablar con alguno de sus compañeros de clase, a duras penas se contenía de ir, tomarla en brazos y alejarla del lugar para que nunca más se le acercara uno de sus compañeros.
Talvez... Sentía cosas por ella.
-¡Senpai!-corrió hacia él y lo abrazó, él ocultó su cara en su cuello disfrutando del hermoso aroma que emanaba de ella y fue entonces cuando pasó, se separó de ella y al mirarla a los ojos... El mundo a su alrededor se detuvo.
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