3. Nathair

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Delante de ellos se hallaba una criatura que jamás pensaron que existiera de verdad.

Era una serpiente, con dos patas, las cuales podía esconder cuando quisiese, unas garras como las de un tigre, y para el colmo, a parte de sisear, podía gruñir como un león.
Lo único que se parecía, o tenía cierto parecido a la portada del libro y al mango de la espada, era su cuerpo serpenteante y su piel de color azul.

Elna dio unos pasos atrás en cuanto la serpiente clavó sus ojos dorados en ella.
Por el contrario, Erik se quedó maravillado ante dicho ser.

El libro, en su escondite, empezaba a emitir una luz dorada, diferente a la que emitía anteriormente. Gracias a eso, Elna pudo cogerlo y lo abrazó con todas sus fuerzas, con la mano agarrándolo y apoyándolo en su pecho , mientras que en la otra mano portaba la espada.

La serpiente ignoró a Erik y se acercó a la muchacha. La observó atentamente.
- Así que tú eres la chiquilla portadora del libro. - dijo la serpiente.
- ¿Acaba de hablar? - dijo Erik sorprendido.
- E... eso... parece... - contestó Elna.
- Soy Nathair, la serpiente azul. Si, ya sé, las serpientes no tienen patas ni garras como yo. Yo soy un ser diferente pero al fin y al cabo, soy una hermosa criatura.
- Nathair... - susurró Elna.
- ¿Has venido a liberarme?
- ¿A liberarte?
- De que va todo esto, Elna? Hemos venido a buscar tu libro y te pones a hablar con... con este monstruo? Vámonos, Travis puede llegar en cualquier momento. - dijo Erik mientras la cogida del brazo.
- Muchacho, tú deberías de callarte y para tu información, no soy ningún monstruo. La próxima vez te puedo comer. Me has entendido? - dijo Nathair mientras se le acercaba y le miraba en tono amenazador.
- Nathair, disculpalo. Él no quiso llamarte así... ¿verdad, Erik? - le miró.
- Pues claro que quise llamarle monstruo. ¡Es lo que es! - Elna le dio un codazo.
Nathair sacó sus colmillos para meterle miedo.
- Vuelve a repetir eso y estas muerto.
- Pídele disculpas. Erik.
- Esta bien, esta bien. Lo siento, vale? No eres un monstruo.
- Bien... por dónde íbamos?A sí. - Miro a Elna. - Tienes que ayudarme. Has de sacarme de aquí.
- Pero... no sé como ni el porqué...
- Te lo explicaré cuando llegue el momento. Estoy encadenado. Solo tú puedes desencadenarme con esa espada que llevas en la mano. - Elna miró la espada y Erik la atrajo hacia él.
- ¿Como puedes estar tan segura de que puedes confiar en ella o él? Lo que sea. - le dijo en voz baja.
- No lo sé... no nos ha hecho daño. No creo que tenga intención de hacernos algo.
- ¿Tú has visto que colmillos y que garras? Algo querrá a cambio, puede que devorarnos una vez le desates. - miro a Nathair de reojo. No se fiaba de esa criatura. - Además - miró a Elna. - el director lo tiene aquí encerrado por algo. Puede que esté investigando sobre su paradero y lo tiene atado para que no haga daño a nadie.
- Elna, te juro que no soy peligroso. No te haré daño. Eres la elegida. - le dijo Nathair.
- ¿La elegida? - le miró sin entender.
- Es una larga historia. Te prometo que te la contaré. Tienes que confiar en mi. Travis no es de fiar. Se quiere hacer con el poder de Mashic.

Desafortunadamente, Nathair no pudo continuar explicándole más cosas porque oyeron como discutían, dos personas, en el despacho del director.

- Hay que salir de aquí cuanto antes, Elna. - dijo Erik.
- Por aquí, por aquí hay una salida. Saldréis al jardín. - dijo Nathair mostrándoles un pequeño túnel que daba al exterior. - Espero que vuelvas y me ayudes a salir, querida Elna. - La miró a los ojos para transmitirle confianza.
- Haré lo que pueda.
- Ohh! En serio? - se los quedó mirando. - Ya de paso besa a la serpiente.
- ¡Idiota! - dijo Elna mientras se encaminaba por el túnel; Erik no tuvo más remedio que seguirla.
Cuando salieron, se encontraban, tal y como la serpiente les había dicho, en el jardín del orfanato.

- Vaya, la parejita. ¿Qué hacéis por aquí solitos? ¿Haciendo manitas? - dijo Max mientras sus amigos se reían con él.
- Muy gracioso, Max. Estábamos dando un paseo. Hace un bonito día. - dijo Erik.
- ¿Un paseo? Pues poco paseo vais a dar en esta esquina. - dijo Evelyn.
- Estábamos descansando en la hierva. Además, ¿qué os importa? - dijo Elna con intención de irse.
- Te dejas a tu novio. Pobrecito. - dijo Mila. - No tienes miedo de que alguna te lo robe? Es muy guapo y un buen partido. - Elna intentó ignorarla.
- Gracias por los cumplidos Mila, pero no soy su novio ni tampoco funciona eso conmigo. Nos vemos. - Siguió a Elna.
- Para no ser tu novia, bien que le vas detrás siempre, no? Tiene poder sobre ti? - dijo Evelyn.
Elna no aguantó más y se giró. Miro a esa panda de toca narices y les plantó cara.
- No tengo poder sobre Erik; él hace lo que quiere y lo que cree conveniente. Si estáis celosas, pues mira, lo siento mucho, aunque ahora que lo pienso... no, no lo siento! Si os fastidia, os aguantáis, como hago yo cada vez que me chincháis. - Elna notó como le salían chispas de las puntas de los dedos. Sí, de nuevo le pasaba, así que intentó que nadie lo viera, y para ello, escondió los dedos en su jersey.
- Vaya con la niñata. Cuando quiere es una borde, cuando no, se pasa ignorando a todo el mundo. - dijo Ricky.
- Os he dicho más de una vez que la dejéis en paz. Si no os gusta como es ella, sin conocerla, os aguantáis y no la miráis. ¡Hasta luego Romerales! - se llevó a Elna a su cuarto para que se tranquilizara. - Creo que esas chispas te salen cada vez que alguien te saca de quicio. ¿Te ha pasado siempre?
- No. La primera vez fue cuando tú también lo viste. Sigue sin entender el porqué me ocurre. Quizás Nathair sabe el motivo. - dijo Elna mientras se sentaba en la cama y observaba sus dedos, ya sin chispas.
- Otra vez esa maldita serpiente. Olvídate de ella. Si pudiera, cogería esa espada y se la clavaría en el corazón. Es un bicho horrible.- dijo Erik sentándose en la silla del escritorio.
- Deja de meterte con esa criatura. No te ha hecho daño, ni te ha matado. No sabes si realmente dice la verdad... - le miro con cara de enfado.
- Ni tú sabes si dice la ver...
- Oh... la espada... se me cayó en el túnel. - ambos se miraron.
- Travis la buscará, sabrá que alguien ha estado en el sótano...
- Y si Nathair habla con Travis y le pregunta sobre quién ha estado ahí? - dijo Elna.
- Podría delatarnos y decir que fuimos nosotros. Sabía que no era buena idea hablar con esa cosa...
- Hay que volver, Erik. Hay que ir al túnel y recuperarla.
- Quieres que nos vean y nos descubran? Te recuerdo que Travis quería matarnos en cuanto supiera quien había entrado en su sótano!
- No podemos dejar la espada ahí. Si no vienes conmigo, me da igual. Iré yo sola! - Se levantó y se encaminó hacia el jardín.

Miró disimuladamente por todas partes por si alguna persona andaba cerca. Cuando vio la oportunidad, se fue a la entrada del agujero pero alguien le puso la mano en el hombro y se asustó.
- ¿Creías que te iba a dejar hacer esto sola? Eres mi mejor amiga, no lo olvides. - La miró.
- Sabía que no me fallarías, Erik! - lo abrazó; y sin perder más tiempo, se adentraron por el túnel pero no estaba la espada. - No esta... no esta...
- ¿Buscáis la espada? - dijo una voz conocida. - La tengo yo. se te cayó al correr.
- Menos mal. Gracias Nathair. - Elna cogió la espada.
- Tenéis que marcharos. Pero vuelve mañana por aquí, por favor, Elna. Tienes que sacarme cuanto antes.
- Por qué ha de sacarte? Insistes demasiado! Debemos fiarnos de ti?
- Preferiría que mañana vinieses sola... Tu amiguito es demasiado pesado y no pienso repetir lo que ya dije anteriormente. Y ahora marcháis, deprisa! Travis está al caer.
Dicho eso, Elna cogió a Erik del brazo y salieron.

La tarde siguiente, Elna decidió ir al encuentro con Nathair. Entró por el túnel sin que la vieran y cuando llegó a la estancia, se encontró a la serpiente tumbada en el suelo y con sangre alrededor.
- No, no, no. Nathair, contestame por favor. Soy Elna, he venido como me dijiste.
Pese a la insistencia, nadie contestaba. Erik entró por el túnel.
- La has matado?
- No. Entré y me la encontré así. Por favor, ayúdame. Aún respira.
- ¿Y como quieres que te ayude? - se puso a su lado.
- No sé... habrá que taparle la herida o algo.
Erik cogió un trapo que había en el suelo y se lo ató donde tenía la herida.
De tan nerviosa que estaba, Elna empezó a llorar y una lágrima cayó en el mango de la espada, donde el símbolo de la serpiente, y empezó a salir una luz roja muy brillante.
- La espada... luz roja como la sangre de Nathair.
- ¿Qué significa eso? ¿Se muere?
- No lo sé, Elna... no lo sé. Hay tantas cosas que van encajando pero que no entiendo...
- Y yo, Erik. Y yo tampoco entiendo.
Súbitamente, la luz roja ya no era roja, si no dorada como los ojos de Nathair y como la luz que vio, anteriormente, Elna, salir del libro.

Nathair empezó a abrir los ojos y los miró.
- Has venido... pero te dije que no trajeras a tu amigo contigo...
- Lo siento Nathair. No sabía que vendría.
- Vine por voluntad propia, aunque... no me fio mucho de ti.
- Entonces ya puedes irte. Solo necesito a Elna.
- ¡Basta! Por favor. Os comportáis como dos críos.
- En fin... - miró la espada, que relucía de dorada como el oro. - Maravilloso... - miró a Elna. - Me has curado. He estado apunto de morir y me salvaste. Gracias Elna, de verdad. Te estaré muy agradecido por el resto de mis días.
- No hay de que pero... quién te hizo todo esto? - señaló la herida.
- Travis. - suspiró. - Él ha sido... sospecha que alguien ha entrado aquí, y la principal sospechosa eres tú, Elna. Deberías liberarme e irte conmigo, sin olvidarte de la espada y del libro, son muy importantes.
- Quieres que Elna sea una fugitiva? Tú estás loco! O loca, lo que seas. La meterás en problemas.
- No más problemas en los que ya está metida... o tienes alguna brillante idea para que Travis no sospeche de ella?
- No... - miró al suelo.
- Bien, pues mejor te callas.
- No empecéis otra vez o me marcharé sola. - los miró a ambos. - y lo digo muy en serio. No necesito guardianes a mi alrededor.
- No puedes ir tú sola por el bosque. Me necesitas. - dijo Nathair.
- Me necesita a mi, que para eso soy su mejor amigo. - dijo Erik. - Yo la protegeré.
- ¿Tú? - lo miró. - ¿Tú te has visto? Si os atacasen, no podrías salir vivo de ahí, ni siquiera podrías protegerla a ella. Yo soy más grande y fuerte. Protegeré a la elegida.
- Me estáis cansando.. cuanto antes acabemos, mejor. - cogió la espada y con un golpe seco, rompió la cadena.
- Nooo, que has hecho? - dijo Erik. - Ahora aprovechará para comernos.
- ¡Por fin libre! Gracias Elna. - miro a Erik. - En cuanto a ti, gracias por tu super confianza, machito. Y ahora, salgamos de aquí antes de que nos pillen.

Con mucho cuidado y precaución, fueron los tres al cuarto de Elna. Empezaron a recoger algunas pertenencias de ambos chicos.

Iban a salir aquella misma noche del orfanato; ya que por las noches, todo el mundo duerme o... en un principio. 

Un libro encantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora