Capítulo 6: Nervios y enojos.

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 Fuimos hasta el garaje en busca de su motocicleta. En el camino Phineas tomó su abrigo, unos guantes y una bufanda. Cuando llegamos, abrió las puertas, sacó su moto y me esperó fuera. Salí y vi el auto de Linda estacionado allí en frente. Phineas lo notó y me miró en busca de una respuesta, que yo decidiera en qué vehículo ir. Por alguna razón en mi pecho había una sensación extraña que me hacía querer ir con él en su motocicleta otra vez. No dejé que se diera cuenta y simplemente caminé confiada hacia él.

-¿Estás segura? –preguntó aún no muy convencido-

 Solo asentí y el me dedico una amplia sonrisa que me hizo agachar la mirada.
 
 Debido a que el auto estaba bloqueando la entrada, Phineas tuvo que llevar la moto a la calle por un costado. Una vez en posición, se subió y la encendió. Yo me había quedado parada en la puerta cargando mi mochila donde había guardado la ropa de mi madre. Me miró sonriente y con su cabeza me hizo seña de que subiera. Caminé hasta él y subí. En el momento en que me senté tras él, esa extraña sensación volvió a dominarme. Me abracé a Phineas y sentía como si mi pecho temblara, era algo que nunca podría explicar con precisión, pero mi corazón me estaba jugando una muy mala pasada.

-Oye- dijo llamando mi atención-.
-¿Eh?!- Dije nerviosa saliendo de mis pensamientos-
-Ten-me dijo y tuve que separarme de él para ver-.

 Se giró un poco para poder verme y me tendió su bufanda. Al principio no quise aceptarla, pero Phineas no iba a aceptar un no como respuesta. Tomé la bufanda y la pase por mi cuello y un poco más arriba, para lograr cubrir mi nariz del viento helado.

 Una vez acomodada la bufanda, instantáneamente volví a sujetarme de Phineas. Le escuche exhalar como si fuera una pequeña risa, seguro estaba sonriendo. Torpe.

 Comenzamos a andar y mis manos recibían el impacto del viento. Las cerré con fuerza intentando retener el calor. No me daba cuenta de que inconscientemente estaba esperando que Phineas posara su mano en las mías hasta que lo hizo. Su mano abrigada por su grueso guante y sus constantes caricias calmaron el frío de mis manos. ¿Qué diablos estaba pasándome? Sentía como si el corazón fuera a salírseme del pecho. Maldita sea, ¡cálmate estúpido corazón, o yo misma te sacaré de ahí a golpes!

-¿Cuántos días más dijiste que ibas a quedarte en casa? –Preguntó de la nada-
-Eh, creo que 3 días, en realidad depende de cuando le den el alta a mi madre
-Hm, claro… tú ya quieres irte a tu casa, ¿no es así? –me dijo con un dejo de tristeza-

 No supe que contestar.

 Sí, quería irme de allí lo más rápido que se me diera oportunidad, pero al mismo tiempo, había algo que me hacía disfrutar de la estadía, algo que aún no lograba entender. Más allá de eso, ninguna de las dos cosas podía decírselas. Bien podría decirle que no soportaba estar allí, pero vamos, nadie puede ser tan cruel… ¿no?

 Entre que revolvía las ideas en mi cabeza tratando de redactar una respuesta, llegamos al hospital.

-Llegamos-anunció, ya sin esperar mi respuesta-

 Sin darle mucha importancia, bajé. Acomode las cosas que traía y me frote las manos. Me di vuelta a ver a Phineas para notar que estaba a punto de irse

-¿Qué, no vienes? -le dije sin pensar-

 Se notaba que no se lo esperaba. Ni yo me lo esperaba. Es más, ¿por qué rayos había dicho eso? Ash, esto se me va se las manos  y se vuelve irritante.

 Cabeza de nacho se había quedado estático mirándome, estaba como en pausa. ¡Qué molesto es esto! Diablos, si no iba a hacer nada era mejor que se fuera.

-Hm, bien. Si te vas a quedar mirándome como idiota sin hacer nada, me voy -le dije molesta girando para irme-
-¡No, no, espera! Espera -paré en seco y voltee- Lo lamento, es sólo que, no es común en ti y trataba de corroborar que lo decías en serio... Sólo aguarda, iré a estacionar.

Mi vida con Phineas! Alt Phinbella (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora